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Una reforma necesaria oscurecida por los recortes

Jueves, 16 de mayo de 2013
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Algo bueno habrá de traernos la Lomce cuando se está abriendo pa­so contra viento y marea. Son muchos sus detractores y escasos los que se atreven a elogiarla y mucho menos en público. Será probablemente la reforma educativa con menor índice de popularidad y, sin embargo, es la que nuestros centros y sobre todo nuestros estudiantes necesitan como el respirar. Será la reforma que, por primera vez y de manera decidida, empiece a corregir los errores de aquellas otras de los 80 y 90 que, paradójicamente, contaron con el aplauso del pueblo. ¿Recuerdan? Ahora la Logse es huérfana pero entonces tenía mil padres… La historia pone a cada uno en su sitio y convencido estoy de que a la Lomce, a la vuelta de los años, también le saldrán bastantes padres; por cierto, muchos de esos que ahora la niegan en público.

Por otra parte, era previsible. Anticipándose a lo que le venía, el Ministerio se esforzó en tratar de convencer a la opinión pública de que una cosa son los recortes y otra las reformas que necesita el país. Ha sido en vano porque el mismo docente que reclama medidas que refuercen su autoridad en el aula es el que ve su nómina a fin de mes; el mismo que reclama itinerarios en la ESO es el que ve cómo dos compañeros interinos se quedan en la calle. Y en estas circunstancias no manda la cabeza, manda el corazón y, sobre todo, el bolsillo. La batalla de la comunicación estaba perdida. No hay mago de la política capaz de sacar adelante una reforma, y mucho menos educativa, en medio del temporal de recortes sociales más severos de la democracia. Todos aquellos agentes educativos que deberían apoyarla –los que se hicieron la foto con la LOCE– ahora le vuelven la espalda o callan. FSIE, ANPE, USO, Escuelas Católicas, Acade, CSI-F… ¿Dónde están? Seguramente lamiéndose las heridas de los interinos o de los conciertos de la FP.

Está demostrando principios y paso firme el Gobierno impulsando una reforma que, si lo pensamos fríamente, no va a reducir nuestro gasto público ni incrementar nuestros ingresos. ¿A quién aprovecha entonces? Esto no es una reforma financiera, ni laboral, ni tributaria… ¿A qué meterse en este charco si no es por el noble propósito de mejorar la Educación del país?

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