fbpx

El humor como recurso en la enseñanza

Martes, 5 de noviembre de 2013
0

Publicamos esta semana una entrevista a la profesora de Psicología de la Universidad de Valladolid Begoña García Larrauri sobre el sentido del humor en la enseñanza. Larrauri es autora de “Programa para mejorar el sentido del humor” y dirige un curso para profesores que que quieran mejorar en esta actitud ante la vida. Recientemente pronunció una conferencia en la Fundación Botín.
Según diferentes investigaciones, el sentido del humor del profesor mejora notablemente el aprendizaje de sus alumnos. La razón es bien simple: los alumnos están más motivados y son más felices con buen humor. Esos mismos estudios revelan que la simpatía es uno de los valores más apreciados por los jóvenes tanto entre sus compañeros como entre sus mentores.

Seguro que a estas alturas más de uno se ha puesto en guardia contra esa visión lúdica de la enseñanza y ese ‘profe colega’ que tanto hemos criticado desde estas mismas páginas. Envainen sus prejuicios porque, como bien explica la profesora Larrauri, el profesor con sentido del humor no es el profesor graciosillo o payasete. “La integración del sentido del humor en el aula –explica– no supone ni pérdida de tiempo, ni pérdida de autoridad o de control de la clase, ni dejar contenidos sin trabajar, ni hacerse el tonto”. Más aun, insiste en que ningún profesor se ganará el respeto de su alumnado si no es competente en el dominio y organización de su materia.

Como casi todo lo que tiene que ver con la Educación y la enseñanza, el sentido del humor es una actitud ante la vida y no una simple técnica. “Sea lo que sea lo que se enseñe –continúa Larrauri– se enseña la propia personalidad: se aprende del propio profesor o profesora, además de aprender de él o de ella”. Si la actitud ante la vida es positiva, optimista, esperanzada, resiliente, autocrítica, confiada… lo percibirán los alumnos (o los hijos), generará en ellos esas mismas virtudes y, además, aprenderán más. Por el contrario, el profesor cenizo, lastimero, quejica, protestón, irónico, corrosivo… ya puede ser el más enrollado del patio que su triunfo sobre la opinión de los demás será efímero, no dejará poso.

El profesor con sentido del humor disfruta de lo que hace, tiene sentido deportivo, muestra su sonrisa más honesta, trasmite ilusión por el aprendizaje, mantiene una actitud flexible y positiva ante la vida.
Los que nos dedicamos a la Educación no podemos permitirnos que la dureza de las circunstancias nos agrie el carácter. Cada vez me hace menos gracia ese humor hiriente y de mala leche que algunos pocos profesores emplean, a modo de desahogo, en los Twitter, Facebook y demás. Es humor destructivo, tóxico. La crisis se hace larga pero, si somos sinceros, no tenemos más motivos para la queja que muchos otros. Basta darse una vuelta por el planeta para seguir considerándonos unos afortunados, incluso en esta España cinco años después de la crisis.

0