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Los docentes deben concienciarse de la necesidad de innovar y asumir los riesgos

MAGISTERIO organizó un nuevo coloquio sobre '¿Cómo educar en innovación?' en el que los invitados criticaron las hojas de ruta y currículos que se les exige cumplir a los profesores, y que impiden fomentar la innovación y la creatividad entre los alumnos.
Adrián ArcosMartes, 25 de febrero de 2014
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“Hace 10 años no existían redes sociales, hace 20 no existía la web… ¿Qué va a pasar dentro de cinco años? La única manera de prepararse para los cambios es tener la mente suficientemente abierta para ir adaptándose a ellos, y eso solo lo da la innovación, que es la puesta en práctica de la creatividad, que a su vez es el desarrollo de nuestra imaginación”. Así lo exponía José Picó, arquitecto y patrono ejecutivo en la Fundación Promete, dedicada a promover el desarrollo del talento mediante el diseño y realización de proyectos de innovación educativa y social. Lo hizo en el nuevo coloquio organizado el pasado día 18 por MAGISTERIO en colaboración con Xtend, dentro del ciclo Mesa de expertos: La Educación a debate, y que en esta ocasión trató sobre ¿Cómo educar en innovación?
Y el primer paso para educar en innovación es que los docentes estén concienciados de ello. “Si queremos conseguir este gran virus de la creatividad y el emprendimiento, hay que inocular a todos los profesores con ese virus, y así conseguiremos la epidemia”, manifestó Picó. También participó en el coloquio Juan Antonio Fernández-Arévalo, director de Bachillerato del Colegio “Montserrat” de Barcelona, uno de los centros educativos más innovadores de toda España. Para Fernández-Arévalo, “el docente se preocupará por innovar en sus clases si realmente ve que es necesario ese cambio” y puso como ejemplo un profesor de Bachillerato cuyo único objetivo sea preparar la Selectividad: “Si ese profesor entiende que son dos años para preparar la prueba, no va a generar ningún cambio en su clase, porque desgraciadamente le funciona, es decir, la mayoría de sus alumnos aprueba la Selectividad”.

En este sentido, Picó lamentó que “los profesores están muy atados y no pueden hacer mucho porque tienen marcada una hoja de ruta y se les exige cumplir con unos currículos de una serie de etapas estandarizadas”. Además, “algunos centros tienen miedo a innovar porque creen que la Administración se les viene encima”. Sin embargo, apuntó que “gracias a la personalidad, la creatividad y el interés de algunos, a veces se rompen esas grandes barreras”. Y advirtió que “el cambio de paradigma es tal que, o se cambia la manera de enseñar a los niños, o les estamos educando para un mundo que no existe”.

“Asumir riesgos”
Para Juan Sanz, jefe de Estudios de Secundaria y Bachillerato del Colegio “Liceo Europeo” de Madrid, “la clave está en que el profesor tiene que asumir riesgos”. Y lamentó que “a veces la Administración nos ponga un corsé que no nos deje asumir esos riesgos”. Picó, por su parte, se mostró partidario de dar a los docentes las herramientas para enseñar en la creatividad. Desde su punto de vista, la creatividad depende de tres patas: “la imaginación –metabolizador que transforma el conocimiento en ideas–, la actitud y el conocimiento”. Y él apuesta por “dar esas tres patas a los niños, no solo el conocimiento, sino enseñar también la actitud para cambiar, para romper y para no tener miedo al fracaso”.

Pero ¿por qué es necesario educar en innovación? Según el representante del Colegio “Montserrat”, “vamos a enviar a unos alumnos a un mundo en el que se van a encontrar con una serie de problemas que van a requerir soluciones innovadoras y creativas”. Por eso, en su opinión, “hay que educar para buscar soluciones a esos problemas que aún están por llegar”.

Sobre si la creatividad debe fundarse en una sólida formación en conocimientos, el representante del “Liceo Europeo” consideró que “hay que tener una formación básica, pero lo fundamental en creatividad es no creerse todos esos conocimientos, sino también saber indagar y reflexionar sobre esos datos”. Para Sanz, “la reflexión te abre más la mente que conocer una serie de aplicaciones que dentro de un mes van a cambiar”. En su opinión, “que un alumno sepa razonar es igual de innovador que conocer las aplicaciones informáticas, ya que para la vida real debe tener la cabeza amueblada de tal manera que sepa solucionar problemas a la vez que conoce la aplicación informática. Ahí está la innovación”.

En este sentido, el director de Bachillerato del Colegio “Montserrat” señaló que a su centro “no se viene a hacer problemas ni a leer, sino que educamos a preguntar”. Para Fernández-Arévalo, “hay que enseñar a los chavales a ser críticos y para poder criticar con fundamento hay que tener una cierta formación”. Lo importante para él es “el proceso, la búsqueda de la respuesta, y ahí está la innovación, ya que convierte al alumno en protagonista de la situación, se ha implicado y ha invertido su tiempo”.

Ideas preconcebidas
Para Fernández-Arévalo “uno de los grandes problemas de la innovación son las ideas preconcebidas, el tratar de buscar respuestas correctas, ya que en el fondo terminan matando la creatividad” y considera más interesante que el alumno llegue a conclusiones, aunque sean erróneas, ya que “puede no haber encontrado la respuesta adecuada, pero es capaz de argumentar por qué se ha equivocado, y eso es también innovación”.

Desde la Administración, Javier Jiménez Leube, subdirector general de Formación del Profesorado de la Consejería de Educación de Madrid, destacó la “brecha enorme que existe entre lo que se puede hacer actualmente en el aula y lo que realmente hay fuera”. Para Leube “hay toda una serie de recursos que se pueden utilizar transversalmente y en muchas materias y que estimulan la creatividad”, aunque aseguró que echa de menos “una red de confianza entre los propios los docentes sobre buenas prácticas para poder conocer y aplicar de forma sensata esas tecnologías en el aula”, y todo ello acompañado de “una mayor implicación de los padres, que van a ser cómplices para que estas experiencias lleguen a tener éxito”.

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