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Formar a los niños en las TIC, mejor cuanto antes

Martes, 18 de marzo de 2014
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Las cifras de penetración hacia abajo de los dispositivos móviles parecen no tener suelo. Tal vez no sorprenda que a los 14 años el 83% de los chavales ya tenga smartphone o tableta, sin embargo, más llama la atención que a los 12 años ya sea el 70% o que uno de cada tres niños de 10 años disponga de estos dispositivos. No hacen falta costosos estudios de mercado para advertir que los críos a edades muy tempranas ya están familiarizados con los móviles. El “¡Quieres dejar mi móvil tranquilo!” se ha hecho un hueco en el porfolio de broncas familiares cotidianas superando en ocasiones al clásico “¡Quieres apagar la tele!”. Si uno comete la imprudencia de descuidar su smartphone sobre cualquier superficie plana y de poca altura, bastan unos segundos para que una criatura de poca más altura, eso sí, provista de un misterioso radar detector de dispositivos móviles abandonados, advierta el descuido…

Otra evidencia empírica que no requiere de gran investigación se refiere a que nuestros jóvenes conviven con la tecnología de un modo más natural y menos acomplejado que los adultos. Para ellos no hay tiempo ni espacio para el uso de las TIC, ni para conectarse. Están conectados permanentemente y en cualquier sitio. Su relación es más natural pero también, decía, menos acomplejada: si las TIC no les aportan valor añadido, ¿para qué usarlas? A los adultos con frecuencia se nos ve el plumero de conversos cuando queremos usarlas a tiempo y a destiempo, porque queda muy bien o porque nos hemos quedado boquiabiertos con la app de moda. Por ejemplo, en muchos jóvenes no percibo esa obsesión que veo en algunos profesores por usar las TIC a todas horas en el proceso enseñanza-aprendizaje. Si hay nativos digitales, también hay mucho cateto digital.

¿Qué hacer ante un uso por parte de los niños cada vez más temprano y constante? Me abono al consejo del recomendable blog kidsandteensonline.com: “Esta nueva situación plantea una verdadera oportunidad (…). Los niños y niñas de estas edades interactúan mucho con sus padres y son especialmente receptivos a los consejos y recomendaciones de sus mayores”. Conflictos que a los 8 años tienen fácil solución, a los 14 son un verdadero calvario.

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