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“Para mejorar los procesos de enseñanza hay que avanzar en trabajo cooperativo”

Desde que Howard Gardner planteara en 1983 la existencia de ocho tipos de inteligencia, los investigadores no han cesado de buscarle aplicación en las aulas. En España, ella dirige su incorporación en diversos centros escolares.

Gema EizaguirreMartes, 1 de abril de 2014
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Amparo Escamilla es una de las especialistas más valoradas en el ámbito de la implantación de las inteligencias múltiples en centros de enseñanza. Profesora y coordinadora del Grado en Pedagogía en el CES “Don Bosco” de Madrid, allí lleva a cabo el proyecto de SM Colorines para el desarrollo de las diversas inteligencias en alumnos de Educación Infantil.

Un reciente estudio señala que el 87% de los profesores afirma que el sistema educativo actual no prepara a los alumnos para afrontar los grandes retos del siglo XXI. ¿Está de acuerdo?
Efectivamente, el siglo XXI se define por una gran paradoja: lo único estable es el cambio. Todavía no podemos hablar de un trabajo generalizado dirigido a formar a nuestros alumnos en el dominio de estrategias que preparen para superar la desorientación y la incertidumbre que los cambios constantes llevan consigo.

¿Los profesores no tienen en esto parte de culpa?
La falta de respuestas educativas ajustadas a necesidades educativas complejas supone un problema muy grave; detrás de él no hay una sola causa y, por supuesto, no puede haber un único causante. Son muchos los factores que están contribuyendo al desajuste de la respuesta: sociales, culturales, laborales, familiares y económicos. El profesorado no siempre ha recibido los recursos ni los estímulos necesarios; la política educativa y económica tampoco han estado a la altura de las necesidades, las familias, la sociedad y los medios no siempre reconocen el papel del profesor ni la necesidad de cooperar activamente en las necesidades de trabajo conjunto que desde los centros se plantean.

Todos tenemos culpa y todos podemos contribuir a la solución.
Vivimos una situación en la que todos debemos intentar responsabilizarnos de nuestras funciones formándonos, asumiendo retos, colaborando, reflexionando y evaluando lo que hacemos. Creo que lo más positivo para avanzar en la mejora de los procesos de enseñanza-aprendizaje de los alumnos es intentar progresar desde esta estrategia de trabajo en cooperación.

Los profesores deben asimilar demasiados cambios: tecnológicos, metodológicos… Resulta una locura.
Los cambios en el saber afectan a todos los profesionales; todos los sectores tienen que asumirlos. Yo creo que a los profesores les cansa la falta de coherencia, los cambios más de forma que de fondo que transmiten algunas alternativas de viraje político y que, al final, no se traducen más que en cambios en el papel: bloques de contenido antes o después, 10 o 12 objetivos… Con propuestas de cambios fundamentadas y asesoradas, la actitud y el compromiso serían mucho mayores.

¿En qué consiste el proyecto Colorines de la editorial SM?
Está resultando una experiencia maravillosa, por lo que supone de cooperación entre los miembros del equipo de proyectos pedagógicos que dirijo, la asesoría pedagógica de la Editorial SM, compañeros del CES “Don Bosco”, profesores de los centros que llevan a cabo el proyecto a las aulas y familias, con las que también trabajamos. Comenzamos el curso 2012-13 con 68 centros repartidos por la casi totalidad de comunidades autónomas, ubicados en zonas rurales, urbanas y suburbanas y pertenecientes a distintos medios socioeconómicos y culturales. En el curso 2013-14 estamos en 250 centros. En estos nuevos colegios comenzamos el trabajo con una formación presencial y ahora estamos con ellos, cada mes y medio, en sesiones de trabajo on line.

¿En qué consiste exactamente?
El proyecto tiene unos materiales para el desarrollo de ejes temáticos que van acompañados de unas guías de recursos muy ricas que van implementando, trimestralmente, unas técnicas de pensamiento complementarias muy variadas. Desarrollamos, para cada centro, un programa de asesoramiento a los profesores en tres momentos del curso. Valoramos, con la implicación activa del profesorado, los resultados y recogemos nuevos materiales.

¿La atención a las inteligencias múltiples resolvería problemas como el fracaso escolar?
Son muchas las medidas que hay que ir implementando para avanzar en soluciones. Desde nuestros conocimientos y experiencia, entendemos que una formación basada en el enfoque de inteligencias múltiples tendría una buena fundamentación: se reconoce la complejidad y posibilidades de la mente del que enseña y del que aprende, favorece el autoconocimiento y el conocimiento de los otros, parte de las fortalezas para ayudar a equilibrar las debilidades, defiende un conocimiento integrado, trabaja en recursos para estimular la transferencia de lo aprendido a la vida real y apuesta por un estilo de trabajo centrado en el alumno y sus necesidades. Estamos hablando de un enfoque didáctico inspirado en la teoría de Gardner, pero asumamos que él no ha desarrollado una propuesta metodológica completa. Esto es lo que estamos ahora trabajando desde diversos tipos de proyectos.

¿Esta teoría también cuenta con detractores?
Cualquier planteamiento teórico que rompe con moldes muy establecidos –en este caso nada menos que respecto a la estructura de la mente– encuentra fuertes núcleos de oposición. Tendremos que reconocer, también, que igualmente habrá de suponer que es una propuesta abierta a la investigación continua. Pero los resultados están ahí.

¿Cuáles son esos resultados?
En Estados Unidos, Europa, Australia… ya encontramos muy buenos datos desde los primeros momentos de aplicación de proyectos como el Spectrum (que nos ha inspirado a muchos estudiosos). Hoy encontramos alternativas mucho más de-sarrolladas. En España se han llevado a cabo estudios e investigaciones muy interesantes en distintas universidades. Así, tanto en otros países, como en el nuestro, se confirman progresos muy significativos.

Antes ha mencionado la falta de coherencia en los sistemas educativos. ¿Qué cambiaría o a qué daría mayor relevancia?
El cambio debe situarse, esencialmente, en la metodología, especialmente en técnicas que acompañen nuevas prácticas y generen nuevos materiales. La puesta en práctica de esas técnicas lleva consigo una implicación activa de los alumnos en el proceso de aprendizaje.

De una manera sencilla, ponga un ejemplo práctico de cómo podría un profesor incorporar en su clase algo de las inteligencias múltiples.
Convertimos un mural en un “tablero de historias”. Un sencillo palito chino con la foto de un alumno de la clase nos invita a proponer una historia (¿Quién?, ¿qué?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿porqué?, ¿con qué consecuencias? y ¿cómo se solucionó finalmente?). A continuación, invitamos a otro a inventar un diálogo entre objetos o personas del mural. Pedimos a otro que invente y resuelva una situación problemática con los protagonistas y los elementos del mural. A otro que imagine los sonidos. A otro, que valore el desenlace. A otro, que explique qué decisión habría tomado él, de estar en su lugar, y por qué. De este modo, vamos jugando con las inteligencias, trabajando con los símbolos, pero proponiendo situaciones estructuradas por medio de técnicas que requieren pensar y comunicar.

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