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Cómo negociar el uso del móvil... y ganar

Martes, 18 de noviembre de 2014
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El orientador prudente, con la sabiduría que otorga la experiencia, recomienda situar el empeño por adquirir buenos hábitos lejos de las zonas de riesgo. De forma menos culturipollas es aquello de que quien juega con fuego… Habitualmente, las informaciones sobre los riesgos de las nuevas tecnologías en los menores aparecen en el contexto de sucesos escabrosos de sexting, ciberbulling o grooming, carnaza mediática para el cotilla que todos llevamos dentro. No diré yo que estos casos no sean reales, ni tampoco que sean anecdóticos, ni mucho menos que no entrañen un peligro serio. Habrá que estar alerta pero sin caer en el alarmismo, toda precaución es poca, etc., etc. pero habremos de admitir que se trata de casos aislados.

En todo caso, si lo que queremos es garantizar con eficacia la seguridad de nuestros alumnos e hijos habrá que remitirse a la sabia recomendación del orientador prudente. El que juega con fuego… Que un chaval duerma con el móvil conectado (el 78% admite que lo hace), reciba “cosas” en medio de la noche (el 33% admite que las recibe) y alguna vez sea víctima o testigo de ciberbulling… ¿Qué quieren que les diga? Me parece lo normal. Que una chica de 2º de ESO tenga móvil (el 89% lo tiene), estudie sin separarse de él (el 42% lo hace), sea interrumpida por mensajes durante su tiempo de estudio (el 47% lo son) y baje su rendimiento académico… ¿Qué esperaban? Los datos son de una encuesta realizada por la Consejería de Educación de Murcia entre alumnos de 2º de ESO. Al 52% de los profesores les preocupa la adicción al móvil, el 22% de los alumnos se considera “enganchado” pero apenas un 14% de los padres piensa que lo está. Amor de madre.

En los últimos tiempos han aparecido empresas y profesionales desarrolladores de aplicaciones que permiten a los padres desconectar o conectar en remoto los dispositivos de sus hijos. Además, los padres pueden establecer –recomiendo que sea negociado– un calendario y un horario de apagado y encendido. Así de simple. Aunque sea por evitar tener que negociar esta pesadilla una media de 50 veces al año por los ocho años de adolescencia (sí, ocho) por cada hijo adolescente. De este modo, sólo negocias una vez. Suerte.

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