fbpx

Armonizar cabeza, corazón y manos

Por José Mª de Moya
Martes, 10 de febrero de 2015
0

La semana pasada se celebró en Roma el IV congreso Scholas, una nueva iniciativa de este Papa Francisco que no hay charco en el que no se meta más pronto que tarde. Cuando era Arzobispo de Buenos Aires impulsó dos programas educativos (“Escuela de Vecinos” y “Escuelas Hermanas”) que se convirtieron, al poco de alcanzar el pontificado, en Scholas, un red mundial del escuelas y redes educativas interreligiosas. La idea es simple: escuelas que ayudan a otras escuelas. Si es cierto lo que dice su director ejecutivo, el (cómo no) argentino José María del Corral, ya cuentan con 400.000 centros de los cinco continentes. No resulta fácil que estas iniciativas alcancen dimensión global, salvo que seas el Papa, claro.

El proyecto tiene tres líneas de actuación. Por un lado, la creación de una comunidad de proyectos y colegios con el doble objetivo de compartir recursos y de búsqueda de financiación. Por otra parte, aunque aún en fase beta, pretenden crear un gran aula virtual con cursos, clases en vivo, tutorías on line, juegos didácticos… Sonaría a utopía si no fuera porque Google, IBM y Microsoft, entre otros, andan por detrás. Finalmente, la semana pasada presentaron Scholas Lab, un programa para acelerar proyectos educativos y apoyar emprendedores tecnológicos comprometidos con la innovación y la Educación. Este primer año pretenden impulsar diez proyectos orientados a la inclusión.

Hasta aquí, iniciativas loables pero no precisamente novedosas. Lo más sugerente es la misión que el Papa Francisco asignó a Scholas: construir una cultura del encuentro y la inclusión a través del deporte, el arte y la tecnología. Me gusta que el orden sea ese. En estos tiempos de PISA, de evaluaciones extenuantes y de academicismo absoluto, urge abrir espacios a la expresión corporal y artística de nuestros chicos. Urge recuperar el deporte y el arte en los planes de enseñanza a menos que queramos que nos salgan pequeños cuasimodos. El Papa lo explicó en la clausura del Congreso: “Es necesario armonizar el lenguaje de la cabeza, con el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos, para que una persona, un chico, un muchacho, piense lo que siente y lo que hace, sienta lo que piensa y lo que hace, y haga lo que siente y lo que piensa”. Bonito, ¿verdad?

0