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Cataluña, incapaz de contrarrestar las diferencias de los inmigrantes

La Fundación Bofill revela que las diferencias de rendimiento entre alumnos inmigrantes y nativos en Cataluña continúan después de detraer las variables de la clase social y la lengua hablada en casa.
Adrián ArcosMartes, 24 de febrero de 2015
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Buen ejemplo de ello fueron las declaraciones de la consellera, Irene Rigau, en diciembre de 2013, con motivo de la publicación del Informe PISA 2012, en las que señaló que Castilla y León había obtenido mejores resultados porque “tiene una población más clásica y homogénea, con menos inmigrantes recién llegados, una circunstancia que favorece a los alumnos”. También se refirió a Madrid argumentando que “allí la mayoría de inmigrantes son hispanoamericanos, por lo que apenas tienen problemas con la lengua”.

Pues bien, la Fundación Bofill ha publicado un estudio que analiza en profundidad los datos del Informe PISA 2012 referidos a Cataluña y que desmonta todas las afirmaciones realizadas sobre ese “factor inmigrante”. Según ese estudio, la simple condición de ser inmigrante, independientemente de la lengua materna y la clase social, repercute en los resultados educativos del alumno.

En Cataluña, el alumnado autóctono obtiene, de media, unos 70 puntos más que sus compañeros de origen inmigrante. Desde una perspectiva comparada internacional, estas diferencias son muy elevadas, y solo son superadas por Bélgica y Finlandia. Canadá, por ejemplo, con casi un 30% de alumnado inmigrante, obtiene resultados muy superiores a otros territorios, como España y Cataluña, que tienen un porcentaje muy inferior de alumnado de origen inmigrante –España tiene un 10% y Cataluña un 14%–.

A escala autonómica, esos 70 puntos de diferencia se sitúan por encima de la media estatal, aunque superados, sin embargo, por comunidades como País Vasco o Navarra. Por otro lado, encontramos a Murcia o Madrid, que presentan porcentajes similares de alumnado inmigrante, pero los resultados en matemáticas son marcadamente diferentes.

Continúa la diferencia
Pero lo que el estudio pone de relieve, y que realmente resulta significativo, es que esas diferencias de rendimiento entre el alumnado autóctono y el inmigrante se mantienen en 41 puntos después de la detracción del estatus socioeconómico y cultural (ESCS) del alumnado y de la lengua hablada en casa. Por tanto, según la Fundación Bofill, “la condición específica de inmigrante, independientemente de la lengua o la clase social, afecta a sus resultados educativos”.

Esto significa, según esta fundación, que “a pesar de los esfuerzos de los profesionales de la Educación, el sistema educativo de Cataluña ha sido incapaz de compensar de manera significativa los obstáculos con los que se encuentran los alumnos más desaventajados, entre los que se encuentran los de origen inmigrante”.

Asimismo, el estudio muestro cómo asistir a un centro con elevada concentración de alumnado desafavorecido penaliza con una reducción de más de 30 puntos en la prueba de matemáticas (equivalente a medio año de escolaridad). Y esa reducción se manifiesta tanto en el alumnado desfavorecido como el que tiene un ESCS alto, solo por el hecho de asistir a ese centro.

Comparar 2003 y 2012
En relación con esta incapacidad del sistema educativo para atender de forma adecuada a los inmigrantes, la comparación de las ediciones de 2003 y 2012 de PISA permite observar un empeoramiento de las desi-gualdades sociales en los resultados de matemáticas. Según la Fundación Bofill, “el impacto del ESCS ha aumentado un 23% entre esos dos años de referencia”. Dicho de otra manera, “los resultados educativos de hoy dependen más del nivel socioeconómico de los alumnos que en 2003”.

Ejemplo de esto último son países como Alemania, Suiza o Italia, donde la mejora de la puntuación media en matemáticas entre 2003 y 2012 ha ido acompañada de una importante reducción de las desigualdades de rendimiento por origen social. Cataluña, por el contrario, muestra estabilidad en las puntuaciones pero, a la vez, un empeoramiento de esas desi-gualdades.

La fundación también observa que “hay una alta relación entre el hecho de obtener un bajo rendimiento en PISA y el origen social”. Mientras que solo un 6,6% del alumnado de nivel socioeconómico alto se sitúa por debajo del nivel 2 de rendimiento en matemáticas, este porcentaje es del 35,3% en el caso del alumnado más desfavorecido. Por lo tanto, el riesgo de fracaso escolar es casi seis veces superior entre los alumnos con un ESCS bajo. Este es un ejemplo más de que el sistema educativo catalán no consigue neutralizar las diferencias sociales durante el proceso educativo ni distribuir los resultados con independencia del origen familiar.

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