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“Es curioso que un gremio que se dedica a evaluar no quiera ser evaluado”

José GrauMartes, 24 de febrero de 2015
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En 2011 se introdujo en el Principado de Asturias el plan de evaluación de la función docente. Fue y sigue siendo una medida pionera, que no ha podido ser mejorada porque a escala estatal no se ha aprobado aún el Estatuto Docente. No hay legislación estatal para de-sarrollar la carrera docente; lo que hay son ciertos procedimientos de concurrencia para seleccionar directores, docentes en el exterior, o el decreto de la Generalitat de Cataluña sobre plantillas, algo hasta cierto punto marginal, que afecta a muy pocos: parches que no solucionan el problema general de la mejora de la función docente. Tanto más loable, pues, la iniciativa de la Consejería de Educación asturiana.

Me gustaría que hiciera una valoración del plan de evaluación de los profesores que se introdujo en el Principado de Asturias en 2011.
El nivel de aceptación ha sido bueno. De hecho, una de las reclamaciones que teníamos, y que estamos resolviendo ahora, era que abriéramos un nuevo plazo para que se incorporen quienes no se habían enganchado porque no cumplían los cincos años de antigüedad en el cuerpo. Y prácticamente el cien por ciento de las personas que cumplían los requisitos están en el plan de la evaluación.

¿La clave del éxito es que lleva aparejado un incentivo económico?
Es verdad que está ligado a un incentivo económico, y no vamos a obviarlo. Pero por primera vez en España se abrió la sistematización de la evaluación del profesorado. Somos conscientes de que va a haber que revisar los indicadores de evaluación, va a haber que afinar, pero hasta este momento, hasta el 2011, el profesorado no era oficialmente evaluado, no tenía que cumplir en principio con nada, no tenía que rendir cuentas más allá de las que le pudiera pedir una familia, en el Claustro, etc. Esto permite que el profesorado sea consciente de que también es sujeto de evaluación.

¿Cuál es la razón de que haya sido precisamente el Principado la comunidad donde se ha introducido este sistema de evaluación del profesorado? ¿Por qué en Asturias y no en otro sitio?
El tema de la evaluación fue muy importante en anteriores legislaturas en esta Consejería y se trabajó mucho. Pero coincidió con un proceso también de carrera horizontal a través de evaluación en otros sectores de la Administración, como el sanitario y el resto del funcionariado.

¿Todos cuentan con incentivos económicos?
Sí. Cambian los tramos, pero todos tienen incentivos económicos. El defecto que tiene el plan de evaluación que hemos hecho para el profesorado es que no lo hemos podido construir como carrera profesional. ¿Cuál es el problema con la evaluación docente? Que no tenemos el Estatuto Básico del Profesorado. No hay regulación de carácter estatal para de-sarrollarlo como carrera profesional.

Entonces, mientras no se apruebe el Estatuto Docente, no se puede hablar de una verdader carrera profesional.
Sí. Entendemos que es necesario para desarrollar lo que hemos iniciado. Antes, la gente empezaba en Primaria y llegaba a ser catedrática de Universidad. Entonces había un recorrido muy largo, pero todo eso, con la especialización de los cuerpos, se cortó y quedamos sin carrera profesional.

¿Cuál es el motivo por el que una medida que parece tan razonable, como es la evaluación de los profesores, haya sido contestada en parte por los sindicatos?
La evaluación docente la sacamos con el apoyo de dos sindicatos: FETE-UGT y ANPE; y se opusieron de manera radical CCOO y Suatea (STES, en el resto del Estado), porque se negaban a la evaluación del profesorado y lo que decían es que había que dar el complemento a todo el mundo.

¿Qué tipo de indicadores hay que cumplir?
Por ejemplo, el de haber impartido el 70 por ciento de las clases. Esto genera mucho ruido entre el profesorado, un ruido que se mezcla con ideas “humanitarias”. Por ejemplo, se dice: “Es que yo tuve un cáncer y no pude dar clase”. No-sotros lo que explicamos es que evaluamos la docencia, evaluamos el trabajo; si no trabajas no estamos diciendo que eres malo, lo que estamos diciendo es que no has podido trabajar. Punto.

¿No hay excepciones para embarazadas, por ejemplo?
Sí, porque ahí se había negociado con el Instituto de la Mujer para que la maternidad, que es un impedimento en la carrera profesional de las mujeres, no pesara negativamente en la carrera profesional, mientras que un cáncer lo sufre tanto un hombre como una mujer.

¿Se encuadra también su plan de evaluación en el plan de potenciar la función directiva en los colegios?
Realizamos una evaluación anual de los directores pero independientemente de la evaluación como docentes. Aquí pueden llegar a consolidar si tienen varios tramos de evaluación positiva.

La Lomce al parecer va a potenciar la función directiva.
El planteamiento de la Lomce, yo creo, sin que lo diga expresamente, es ir hacia la profesionalización del director. En España, el modelo de dirección, por lo menos desde la democracia, es el modelo de un docente que, durante una época combina la docencia, aunque sea rebajada, con la gestión. Porque se entendía que lo que se necesitaba era liderazgo pedagógico, y siempre se ha defendido que los directores tienen que ser líderes pedagógicos. La Lomce establece un cambio radical porque de lo que habla en el fondo es de gestores. Un modelo que es verdad que existe en otros países.

El hecho de que la evaluación docente en Asturias sea solo para funcionarios, ¿piensan modificarlo?
De momento, no, sinceramente, porque primero creo que el tema del personal interino no estamos discutiéndolo bien. Lo que la gente tiene que ser es funcionario de carrera. Lo que hay que hacer son oposiciones, para que la gente se estabilice en el sistema. Aquel objetivo que se había marcado la LOE de que no hubiera más del ocho por ciento de interinos, yo creo que incluso es elevado. Un cinco por ciento es seguramente lo que necesitemos: para un pico de matriculaciones, cubrir la enfermedad del profesor, etc. Pero ahora mismo tenemos en algunas asignaturas hasta el 34 por ciento de interinos. Eso no puede ser. Con una tasa de reposición del 10 por ciento no haces nada. El objetivo de la Educación tiene que ser que haya plantillas estables. No hay una profesión de interino. La profesión es ser profesor.

Pero eso ahora mismo sí que es difícil, por la situación económica.
No es la situación económica. Cuesta más un interino que un funcionario de carrera. Por la Seguridad Social. Contratando interinos, la Administración no ahorra dinero. Lo que hemos hecho es un sistema absurdo, porque yo tengo que cubrir las plazas. Lo de la tasa de reposición es la mayor, con perdón, estupidez, que se ha hecho en el sistema educativo. ¡Se van a quedar los niños solos! ¡En qué cabeza cabe! Yo no he dejado de contratar interinos. La única diferencia es que no hago oposiciones con suficientes plazas, pero no hemos recortado en profesores.

¿Y el famoso decreto 14/2012 de los recortes?
En realidad, la tasa de reposición se fija en la ley general de Presupuestos del Estado. Para el funcionariado es cero. En el sector educativo había una excepción: tasa del 10 por ciento y en el 2015 será del 50 por ciento. Nosotros vamos a sacar 158 plazas más otras 30, que nos da función pública. Para esta comunidad no está mal, pero son pocas. Los sindicados –incluso cuando hubo aquí convocatoria de 400 plazas– no estaban de acuerdo, querían más.

Volviendo a la evaluación, ¿tienen pensado cambiar los indicadores?
El problema es que no-sotros estamos ya de salida. Aquí hay elecciones en mayo. Nosotros sí creemos, y lo hemos hablado muchas veces, que hay que darle una vuelta, que hay que perfeccionarlo, que hay que mejorarlo, que valió para lo que valió. Pero también deberíamos saber con claridad qué va a hacer el Ministerio.

¿Se ha planteado que en la evaluación interviniera también algún organismo externo, como la Aneca en el ámbito universitario?
No, no nos lo hemos planteado. Primero porque, yo no sé cuántas evaluaciones hace la Aneca al año, pero aquí, quitando los interinos, tenemos 10.000 profesores aproximadamente, es mucha gente, y significaría una potencia económica impensable.

¿Se incorpora a la evaluación del profesorado también el juicio de los alumnos?
No, y no tenemos claro que eso sea positivo. Es más, tenemos claro que no es conveniente. Eso no quita que en todas las memorias se haya de reflejar el nivel de aprobados y suspensos por curso o por materia, y que se tengan que explicar los resultados, sobre todo cuando son negativos. Y hacemos otra cosa más. En la Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU) contrastamos las notas medias con las de Bachillerato, y tanto si hay divergencia positiva como negativa, llamamos a los centros y vemos lo que pasa. Yo, además, me opongo a los rankings y a las reválidas porque creo que el sistema es perverso. Pero sí, hay que hacer un seguimiento de los resultados.

¿Qué se hace con un profesor que no pasa la evaluación?
Sí. La mayoría la pasa, un 90 por ciento. Pero sí, se le razona. Y luego hay gente que reclama y se vuelve a revisar. El director entrevista al profesor. Las fichas son públicas y conocidas. Muchos de los indicadores que se utilizan requieren que el centro tenga información que acredite lo que pone en la fichas. Aun así hay la posibilidad de reclamar a una Comisión de Revisión, externa, que está en la Consejería de Educación, formada en parte por la Inspección y por funcionarios de aquí. Sinceramente, han sido muy pocos casos los de evaluación negativa, y palmarios.

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