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El cine o la transmisión de valores encarnados

Por José Mª de Moya
Martes, 7 de abril de 2015
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La semana próxima se celebrará en Madrid la segunda edición el Festival Internacional de Cine y Educación “Educacine”. A lo largo de cinco días, se proyectarán 14 películas, la gran mayoría no estrenadas comercialmente, que invitarán a la reflexión, pellizcarán el corazón o agitarán el espíritu de todo apasionado por la hermosa tarea de educar.

Las mañanas se dedicarán a los alumnos. A estas horas docenas de colegios están reservando sus localidades (casi agotadas) para las ocho sesiones cuidadosamente dirigidas al público juvenil: La profesora de Historia, Red Army, La lección… La Educación en el medio rural, la formación integral más allá del conocimiento, el multiculturalismo en las aulas… Resulta reconfortante contemplar a cientos de adolescentes escépticos a la entrada de los pases y emocionados a la salida. Curioso, justo lo contrario de lo que suele ocurrir con algunos conciertos, bien agitados comercialmente pero con poca chicha.

Las tardes serán para los profesionales, a menudo tan necesitados de un respiro, de sentirse identificados con personajes aunque sean de ficción y de refugiarse en historias aunque sean inventadas. Qué más da. Es la necesidad de evadirse, de alejarse un poco para volver después con fuerzas renovadas. El festival proyectará Class Enemy o las dificultades de conexión con los alumnos de un nuevo profesor; Regreso a Itaca o cómo las utopías chocan con la dura realidad; Song of the sea o la preservación de la naturaleza, etc. Dentro del espacio dedicado a los profesionales, se celebrarán dos mesas redondas sobre el cine reducido a la función de niñera y sobre el conocimiento de historia del cine por parte de los alumnos. Todo está en la web www.festivaleducacine.es.

Los valores, tan predicados como poco practicados en la escuela, se transmiten, se contagian –como un virus– por contacto. Ningún orador, por brillante que sea, logrará hacerme cambiar, al menos solo con palabras. Será su vida, su ejemplo, su historia. Lo más parecido a una vida real que uno puede encontrarse por ahí de forma enlatada son las vidas y las historias ficcionadas que nos ofrece el séptimo arte. No sé si una gran película podrá cambiarme la vida, pero sin duda lo intentará.

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