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“Hay una parte artística para llegar a ser un gran profesor”

Steven Higgins es profesor de Educación en la Universidad de Durham y coautor de What makes great teaching?
Rodrigo SantodomingoMartes, 14 de abril de 2015
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Ustedes insisten en que las conclusiones de su estudio no deben ser tomadas como verdades absolutas, ya que la fórmula mágica del buen profesor no existe.
Las evidencias empíricas ofrecen probabilidades, no certezas. Pensamos que, a partir de ahí, se requiere el juicio profesional de los profesores. Existen muchas dimensiones que han de ser combinadas para que la enseñanza sea efectiva. Es un poco como la cocina: dos chefs pueden usar los mismos ingredientes e incluso seguir la misma receta, pero puede que uno consiga una comida deliciosa y el otro no. Hay una ciencia de base, pero también una parte artística para llegar a ser un gran chef. Lo mismo ocurre en la enseñanza, y para alcanzar el refinamiento docente se requiere práctica y buen juicio. ¡Quizá también enseñar con sabor (en español)!

¿Piensa que la Educación ha vivido en las última décadas una especie de divorcio entre el mundo pedagógico y la realidad del aula?
Mi opinión es que en las facultades de Educación se tiende cada vez más a poner el foco en la evaluación y la medición de resultados, debido a la presión de las comparaciones internacionales y los sistemas de rendición de cuentas, al menos en el Reino Unido. Y esto ha aumentado la importancia de la eficiencia educativa, sobre todo en la enseñanza no universitaria. Lo que venimos observando es un reflejo del énfasis en la productividad y la competitividad que ha traído consigo la globalización, la cual hace que algunas preguntas de fondo que nos hacemos en las facultades parezcan menos relevantes. Mi pregunta es: ¿realmente es ahora menos importante cuestionarse los objetivos últimos de la Educación o explorar, por ejemplo, las tensiones entre equidad y excelencia o entre el disfrute intrínseco del aprendizaje y el éxito a la hora de obtener cualificaciones?

¿Le sorprendieron los resultados del estudio? ¿Su intuición le decía que algunas prácticas que se han revelado no muy recomendables sí eran, en principio, buenas?
Quizá no me han sorprendido los hallazgos principales, aunque sí me ha llamado la atención que no existan fuertes evidencias sobre la efectividad del clima en el aula o cómo el profesor maneja su clase. También me sorprendió que la observación externa del profesor no sirva para predecir los resultados de los alumnos, lo que sugiere que todavía tenemos mucho que aprender sobre la efectividad en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Antes solía preocuparme por la fiabilidad de las observaciones (¿pueden diferentes personas ver lo mismo?), ahora me interesa más la cuestión de si estamos fijándonos en las cosas que de verdad importan. Todos los juicios sobre la práctica docente se hacen a partir de la observación, ya sea por otros profesores, por directores o por inspectores. Y si no podemos diseñar medidas fiables para predecir el éxito del alumno, entonces no deberíamos juzgar la efectividad del profesor.

¿Existen aspectos de la enseñanza extremadamente difíciles, si no imposibles, de medir? Estoy pensando por ejemplo en la capacidad para transmitir la importancia del esfuerzo o el amor por el conocimiento.
No estoy seguro de que estas cosas sean tan difíciles de medir como imagina. La cuestión es que no deberíamos evaluar lo bien que lo está haciendo un profesor a partir de los resultados de sus alumnos en un test de esfuerzo, ya que su validez depende en buena medida de factores que tienen que ver con la autenticidad de las respuestas. Desde una perspectiva amplia, la evaluación tiene sentido si la utilizamos como un diagnóstico que ayude a alumnos y profesores. El problema es que ahora se utiliza para poner nota a profesores y escuelas, por lo que es más importante que los alumnos obtengan buenos resultados a que puedan predecir qué tal les irá en el futuro o ayudar al profesor a abordar dificultades específicas a las que se enfrentan los alumnos.

Una de las conclusiones del estudio tiene que ver con la importancia de que el profesor conozca los errores o equivocaciones más frecuentes entre los alumnos. Para que un profesor sea efectivo, ¿resulta esencial que sea capaz de ponerse en el otro lugar, de pensar con la mente de un alumno?
Sí, tiene mucha importancia, aunque existen diferentes formas de hacerlo. Para los alumnos más pequeños, cuando aún están aprendiendo a aprender, el profesor deberá observar e inferir qué piensa el alumno para identificar así dónde se encuentran los principales problemas de comprensión. En edades más avanzadas, se torna fundamental entender el punto de vista del alumno. Un profesor con experiencia quizá sepa identificar las dificultades más habituales al aprender, pongamos por caso, las fuerzas en Física, pero involucrar y motivar al alumno y plantear desafíos no siempre resulta tan sencillo. Aquí es donde el arte de enseñar cobra toda su importancia: ¡motivar a los adolescentes al estudiar Física es sin duda un arte!

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