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Las largas vacaciones de verano, en entredicho

En Europa, el final de año escolar se extiende desde finales de mayo hasta la segunda mitad de julio. Aunque la tónica dominante es que el curso se despida a mediados de junio, como en España.
Paloma Díaz SoteroMartes, 22 de septiembre de 2015
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Y el inicio académico va desde principios de agosto hasta mediados de septiembre, aunque lo más habitual es que sea el 1 de septiembre.

Así, la longitud de las vacaciones de verano varía significativamente entre los países europeos: desde las seis semanas de algunos länder alemanes, Holanda, Reino Unido y Suiza, a las 13 semanas de Letonia, Italia, Portugal y Turquía.

El descanso veraniego suele ser más corto allí donde los estudiantes disfrutan de más periodos vacacionales durante el curso.

La sociedad española tiende a generalizar que en España hay tres meses de vacaciones. Son exactamente 11 semanas, un poco menos que las 12 o 13 de Italia, Portugal, Grecia, Irlanda y, curiosamente, Letonia, Lituania, Estonia e Islandia. No por ser del norte se tiene menos veraneo. Por ejemplo, 11 semanas, como España, tienen también Islandia y Finlandia.

Para la Concapa, por ejemplo, “tres meses seguidos de vacaciones son excesivos, tanto para profesores como para alumnos, porque repercuten en un descenso del rendimiento” y además salen muy caros a muchas familias, que tienen que costearse campamentos o cuidadoras hasta que llegan las vacaciones laborales, normalmente en agosto.

Es reivindicación común de las asociaciones de padres que los centros abran desde el 1 de septiembre e incluso en julio. Para Ceapa, la cuestión del calendario trasciende el periodo lectivo y hay que enfocarla en relación con el servicio social de los centros. “Deben ser un punto de referencia en la sociedad, un lugar de socialización. Más allá de la conciliación con el trabajo de los padres, los niños quieren estar con otros niños”, señala Jesús Salido, su presidente.

Para la maestra y escritora Carmen Guaita, “nuestro calendario escolar es amplio y adecuado, pero necesita la ayuda de otros profesionales para poder responder a las demandas sociales, entre otras, el tiempo de permanencia de los niños fuera de sus casas, que cada vez es mayor”.

Para Carmen Guaita, “una inversión consciente en Educación debería garantizar actividades educativas no académicas en el verano y en todos los periodos vacacionales, pero solo para facilitar la conciliación, no porque los niños necesiten más horas de clase”. 

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