fbpx

Montessori aplicada a las personas con discapacidad

En 1994 un grupo de padres de un colegio Montessori con hijos con discapacidad intelectual se planteó qué hacer cuando acabaran la etapa escolar. Este fue el germen de Fundación APAI, sita en San Sebastián de los Reyes (Madrid).
Estrella MartínezMartes, 2 de febrero de 2016
0

“Las posibilidades laborales que existían entonces no valoraban capacidad alguna de los chicos”, explica Eduardo Jiménez, director de la fundación. Dada la experiencia Montessori, los fundadores decidieron aplicar sus principios al trabajo que se realizaría. “Vieron cómo Monte-ssori da autonomía, respeto, convivencia, personas equilibradas para el mundo profesional”, prosigue. Con los años, el modelo “ha ido evolucionando con ellos y al final hemos creado un método propio fruto de la evolución de Montessori aplicada a la discapacidad”.

A día de hoy en la fundación hay 23 personas con discapacidad intelectual de entre 19 y 38 años. Con ellos se trabaja en la autonomía, no solo laboral, sino también personal, cultivando la curiosidad innata en cada una de las personas. No se trata de una residencia, allí se forma a los chicos para el trabajo, que pueden realizar fuera o en la propia fundación, ya que cuentan con un Centro Especial de Empleo que es una fábrica-museo artesano de papel y reciclaje. Un lugar donde se fabrica papel o se hacen grabados y todo sin perder de vista la máxima de la fundación de realizar su trabajo en torno al reciclaje y el medio ambiente.

Como las donaciones han ido cayendo, actualmente se trabaja en crear un nuevo centro de empleo vinculado a la pastelería artesanal y ecológica. “Nos parece una actividad rentable que es coherente con nosotros”. En esta iniciativa llevan trabajando ya dos años en colaboración con la pastelería madrileña Home Cake. “Ahora estamos en una segunda fase en la que nos gustaría crear una tienda propia, así como un obrador, solo nos falta el dinero para hacerlo”, se ríe Eduardo.

La formación laboral se completa con el imprescindible desarrollo de habilidades sociales, así como con elementos de autonomía personal: talleres de informática y de administración del dinero. Por otro lado, esta formación se complementa con que las personas con discapacidad son las responsables de regar las plantas, servir las mesas, poner la lavadora, hacer los inventarios de compras del bar, poner el lavavajillas, etc. Se van rotando, por lo que todos pasan por todas las tareas.

Otra de las actividades que realizan las personas con discapacidad de APAI es convertirse en profesores. Cada año miles de alumnos de todas las edades de la Comunidad de Madrid pasan por la fundación haciendo un proceso de “inclusión al revés”, apunta Jiménez. Las personas con discapacidad les explican su trabajo con el papel y profundizan en el mundo del reciclaje y el medio ambiente. De su mano los visitantes aprenden a fabricar papel, el arte del grabado o de la imprenta.

El siguiente gran reto de APAI para garantizar la autonomía es que “un día vuelen” y puedan estar en pisos tutelados, ardua tarea para la que es imprescindible trabajar con los padres, muchos de los cuales son los primeros en sobreproteger y coartar esa autonomía de sus hijos.

0