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“La sociedad civil tiene que empujar a los poderes públicos a lograr un pacto”

Pilar Laguna, decana de la Facultad de Educación de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), entiende que si los partidos políticos sienten la presión y la sociedad les dice lo que quiere, al final tendrán que sumarse a ese pacto educativo. Para ello la URJC ha creado un Observatorio de la Educación que sirva como “punto de encuentro” entre todos los sectores.
Adrián ArcosMartes, 2 de febrero de 2016
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Pilar Laguna.

Establecer un “punto de encuentro” en el que participe toda la comunidad educativa, pero también agentes de otros sectores que puedan contribuir a mejorar la Educación en nuestro país. Ese es el objetivo del Observatorio de la Educación que ha puesto en marcha la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) a través de la web observatorioeducacion.es. La decana de Educación de esta universidad nos da más detalles sobre el proyecto.

¿Cuál es el objetivo del Observatorio?

El objetivo es cambiar el mundo a través de la Educación. Casi nada [risas]. Queremos que sea un punto de encuentro que nos permita observar la Educación desde todas sus dimensiones, y que nos permita también aportar a la sociedad nuestro conocimiento, nuestra formación, nuestra investigación, acercar posturas desde los distintos agentes implicados. No estoy hablando solamente de la Administración o las facultades, sino de traer aquí a los colegios, incorporar a los equipos directivos, a los maestros –también a los que están inactivos–, a las empresas, a los agentes sociales, a los sindicatos, a las asociaciones de padres y madres, a las familias, incluso al sistema de salud, asuntos sociales, protección del menor…

¿Es necesario ese punto de encuentro para mejorar la Educación?

Tenemos que poner al alumno en el centro de todo el debate educativo y mirarlo de una forma global. Por eso es importante que sea un punto de encuentro, para que el que hable de salud o de Educación, no solo hable desde su propia óptica, sino poniéndolo todo en común hasta conseguir un Pacto educativo.

¿El pacto tiene que surgir desde la sociedad civil?

Estamos convencidos de que tiene que ser la sociedad civil la que empuje a los poderes públicos a conseguir un Pacto por la Educación, y hay que apostar en ese pacto por volver a tener estabilidad en las decisiones que se adopten. Tenemos que impulsarlo no por populismos, sino porque de esa manera todos podremos mejorar nuestro sistema educativo, que necesita muchos cambios. ¿Y por qué tenemos que actuar así? Porque la sociedad ha cambiado.

Aunque surja de la sociedad civil, luego son los partidos los que tienen que aprobarlo y legislar al respecto.

Pero yo entiendo que si los partidos políticos sienten la presión y la sociedad les dice lo que realmente quiere, al final tendrán que sumarse porque los partidos son el reflejo de la sociedad. De manera que todos los que estamos implicados en la Educación, tenemos que empujar para poder llegar a un pacto de mínimos.

¿Cuáles serían esos mínimos?

Tenemos que hablar de la estabilidad, del papel del profesor, de cómo vamos a ayudarle, de cómo vamos a formarle, de cómo vamos a establecer un sistema no solo de evaluación sino de reconocimiento. Vamos a hablar de los equipos directivos, de darles autonomía para ver qué innovación se puede dar en los centros, vamos a hablar de plurilingüismo, vamos a hablar desde el respeto y ver cómo lo aplicamos. De nuevo pensemos que el menor es el que tiene que estar en el centro del debate y que todo lo que hagamos sea para mejorar sus condiciones.

En todos los puntos que ha dicho se podría llegar a un acuerdo, pero también surgirán problemas ideológicos que pueden dificultarlo.

Tendremos que dejar de lado aquellos temas que nos separan e ir avanzando en todo aquello en lo que estemos de acuerdo. No paralicemos todo porque no nos pongamos de acuerdo, por ejemplo, en la asignatura de Religión. Pero no hacer nada o seguir utilizando la Educación como arma arrojadiza porque tengamos una distancia en varias cuestiones, creo que ya no es lo que toca. El momento ahora es el de hablar, de impulsar la Educación y ver cómo mejorar el sistema adecuándonos a los tiempos. Los tiempos han cambiado y hay que adaptarse y ahí es donde tiene que estar el debate. Lo demás es perder una oportunidad de oro. La percepción es muy buena, y ya hay cantidad de colegios y maestros que están en sintonía con la filosofía del Observatorio.

En ese debate social, ¿qué cambios pedagógicos se podrían plantear?

Creo que es importantísimo que se empiece a hablar de metodologías activas, de aprendizaje por proyectos… Hay un proyecto precioso en el que participa la URJC que se llama Chiqui Chefs y es un ejemplo de la colaboración entre un hospital –Hospital de El Escorial–, el CEIP “Antonirrobles” de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) y nuestra universidad. Fíjate en que estamos hablando del sistema de salud, el sistema de Educación, los profesores, el equipo directivo, las familias a través de las AMPA y, por supuesto, los alumnos. Cada vez tenemos hábitos menos saludables y la obesidad infantil es mayor, por lo que decidimos cambiar esos hábitos alimenticios a través del aprendizaje activo. El hospital lo propuso al AMPA, que a su vez habló con la dirección del colegio y esta implicó a los profesores. A través de un proyecto llamado La Cocina, aprendían Lengua con las recetas, Física y Química con los pesos y medidas, Geografía e Historia conociendo lo que comen o comían en otros lugares y épocas. Y se han desarrollado unidades didácticas que corresponden exquisitamente con el currículum de 3º de Primaria. ¿Qué pasó cuando los alumnos terminaron el curso? Que decían que a ellos ya no se les enseñara de otra manera, porque se sentían cómodos y motivados. Es un claro ejemplo de que las cosas se pueden hacer de otra manera. Y es un colegio público con las ratios igual que los demás.

Supongo que también es fundamental el apoyo de la Administración.

Es fundamental que la Administración te valore y que te apoye en lo que estás haciendo. Sobre todo porque hay muchos profesores valientes que están innovando en el aula, que se están formando y renovando y que están aportando muchas mejoras a sus clases.

Con respecto a la formación del profesorado, ¿cuál es la situación actual?

Yo creo que en España nuestros profesores tienen ganas de hacer bien su trabajo, se preocupan por el bienestar de sus alumnos y por los resultados. Así es que, como punto de partida, creo que están preparados y ansiosos de poder hacer bien las cosas. Lo que ocurre es que, al igual que en la sociedad en general, en Educación también han aparecido muchísimos cambios y tenemos que incorporarlos desde el punto de vista de los contenidos, de las competencias y de los valores. Cuando algo cambia, todos nos tenemos que reciclar. ¿Hay voluntad de recibir esa formación? Mucha. ¿Hay medios? A veces es lo que falla, tanto lo que respecta a una oferta atractiva como a la posibilidad de hacerla. Los profesores en ocasiones se quejan de que no tienen tiempo suficiente para hacer su trabajo y, además, seguir formándose.

A veces se han detectado carencias en la formación del profesorado, sobre todo en las oposiciones.

En las facultades de Educación de España ya se está haciendo un esfuerzo importante por incorporar las nuevas líneas de trabajo y las nuevas metodologías, que es lo mismo que estamos realizando en la URJC. Pero es verdad que cuando se habla de esas carencias, habría que ver dónde está el problema. Yo creo que hay que fijarse en cómo es el acceso a la universidad, no respecto a la PAU, sino en las dificultades que tiene, por ejemplo, un alumno que viene de Ciencias Sociales para desenvolverse en Matemáticas. Luego eso se refleja en la formación y en la universidad hay que volver a explicarles temas que se supone que deberían conocer ya.

A veces también se piensa sobre si el docente tiene que saber todo eso, o lo importante es que sepa enseñar, que sirva como guía.

Hay que buscar un equilibrio. Yo creo que es muy importante que enseñemos a los maestros cómo son los niños, cómo interactuar con ellos, cómo sacarles el mejor partido, cómo son sus emociones, cómo gestionar esas relaciones, también con las familias. Lo ideal sería que los alumnos trajeran de serie los conocimientos y nosotros enseñarles cómo transmitir esos conocimientos, cómo investigar, cómo discernir, reflexionar, cómo ayudar a que ellos ayuden a los niños, competencias que son las que les van a hacer falta para el resto de su formación.

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