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Fernández Enguita: "Si fuese empresario me fijaría mucho más en el abandono que en PISA"

El catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Mariano Fernández Enguita, presenta su último libro La Educación en la encrucijada (Santillana) donde reflexiona sobre la situación educativa del país.
Gonzalo BlancoMartes, 23 de febrero de 2016
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Pretende con este ensayo expandir el debate educativo en nuestro país, pues ya está más que iniciado, ampliando el ámbito de lo discutible para superar así ciertos tabúes instalados en la comunidad educativa.

Temas implícitos como la relación entre escuela y trabajo, la desigualdad territorial –entendida de norte a sur, espacio urbano y rural o Educación pública y privada– o la inclinación nacional a la hora de abordar los planes de estudio. También se busca combatir con este libro la polarización del debate educativo, monopolizado por los profesores y la Administración, dejando con escasa voz a alumnos y familias. Problemática de la que “somos todos responsables”, según Fernández Enguita, aunque “más responsables somos los que trabajamos en el sector educativo”.

El papel del profesor es una de las cuestiones sobre las que Fernández Enguita decide reflexionar, pues es una profesión que se ha visto sujeta a notables cambios en los últimos tiempos. “Ya no son las únicas personas que pueden transmitir conocimientos”, dice ante la prensa en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, “ahora son especialistas en Educación”. Ve así el catedrático de la Complutense la escuela como “un magnífico lugar de custodia con especialistas encargados de dirigir la socialización que los alumnos llevan a cabo”.

Además encuentra en la tecnología una de las principales razones del cambio del papel del profesor en la escuela. “Ha supuesto una fuente inagotable de conocimiento, especialmente con la llegada de internet”, asegura el sociólogo. Aunque prefiere no caer en el simplismo, ya que considera necesario “esclarecer el uso que debemos hacer de la tecnología en el aula”. Lo que supone para él un cambio en el proceso educativo, hasta ahora de culto al libro de texto, cuando, según Enguita, “lo enriquecedor no es el libro, sino el proceso en su conjunto”. Aprovechó también para dar su visto bueno a los videojuegos, ese derroche de ingenio y cultura que mantiene a los jóvenes alejados del mundo real, pues, en palabras de Fernández Enguita, “están encontrando la manera de retar a los adolescentes a hacer algo muy difícil”, y en principio con frutos interesantes, ya que “utilizan lenguajes simbólicos, potencian la capacidad de abstracción y ejercitan la memoria”.

No podía faltar el asunto de la meritocracia, piedra angular del sistema productivo que Fernández Enguita pretende desmontar: “La meritocracia sirve de excusa para no cuestionar las posiciones sociales”. Cree el catedrático que dicho sistema no es más que “un sueño de los profesores”, ya que la realidad a la que se enfrentará el alumno “es bien distinta”. Asegura también que “las diferencias tienen una función social, pero habría que atenuarlas” para dar paso a una reflexión platónica sobre el orden social propuesto en La república, en el que “la cultura debe imponerse a la política y a la economía como motor de avance social”.

Informe PISA

Sonríe Fernández Enguita cuando la prensa le aborda con la clásica pregunta: “¿Tan mal está la Educación en España?”. Ni por asomo lo coge a contrapié, es una pregunta obligada y el catedrático se la tiene bien apuntada. “Las diferencias entre países que muestran los informes como PISA son muy pequeñas, aunque hay que tomárselas en serio”, comenta. Aunque el catedrático de la Complutense prefiere fijarse en otros indicadores:“PISA es importante, pero es lo que es. Si fuese un empresario interesado en invertir en España me fijaría mucho más en el abandono escolar que en el Informe PISA”.

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