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El comerciante

Con El comerciante comenzamos una nueva sección titulada Cuentos cortos para ser feliz de la mano de la escritora Raquel Cánovas. Los relatos estarán ambientados en un municipio español y harán reflexionar al lector –tenga la edad que tenga– sobre su propia vida en sentido positivo.
Martes, 15 de marzo de 2016
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Es más importante alegrarse de que florezca un rosal, que observar sus raíces al microscopio”, Oscar Wilde

Había una vez un comerciante que poseía una pequeña tienda de comestibles. El hombre era muy organizado y procuraba que los ingresos y los gastos de negocio siempre estuvieran equilibrados, así que ponía a la venta siempre aquellos productos que le daban un buen beneficio ignorando aquellos que le parecían poco rentables.

A pesar de todos sus cálculos, a pesar de todo su orden y sus buenos números, el negocio apenas le daba dinero suficiente para vivir.

Un día, el comerciante enfermó y tuvo que contratar a un joven muchacho durante un tiempo.

Aún a pesar de las dudas del comerciante, el joven muchacho no solo llevó bien el negocio, sino que había triplicado los beneficios.

Cuando se recuperó, intrigado decidió no despedir al muchacho para observar de qué manera hacía él las cuentas para ganar tanto.

Descubrió que el joven no hacía bien las cuentas porque compraba y vendía productos que no eran rentables.

Siguió escrutándolo y vio que, en realidad, empleaba la mayor parte del tiempo en estar de cháchara con los clientes.

Bastante indignado y sintiéndose incapaz de averiguar cuál era el secreto de su éxito, el comerciante le preguntó directamente qué era lo que hacía para haber triplicado los beneficios.

El muchacho le respondió que él no entendía de números, que entendía de personas. Hablaba con los clientes y compraba lo que éstos le contaban que solían utilizar o que les gustaría. Él no sabía si costaba más o menos. Simplemente, se alegraba cuando ellos estaban contentos y hacía todo cuanto pudiera por que lo estuvieran.

Tras oír sus palabras, el comerciante comprendió que él había olvidado que la razón de ser de su negocio era hacer feliz a la gente ofreciéndoles lo que necesitan –y a cambio él ganar dinero por ello– y no solo que él ganara dinero.

Raquel Cánovas es escritora
www.raquelcanovasmolina.com
www.facebook.com/raquelcanovasmolina

 

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