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¿Qué ha pasado con la formación del profesorado en la Comunidad de Madrid?

Martes, 19 de abril de 2016
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En Educación el tiempo lo diluye todo y nadie suele rendir cuentas porque cuando se conocen los resultados, años más tarde, los responsables de turno ya no están. Pero afortunadamente también sirve para conocer la evolución de las distintas actuaciones que se llevan a cabo y aunque a priori nunca se sabe quién tiene razón y todo es discutible, el tiempo y los resultados suelen poner a cada uno en su sitio.

En la Comunidad de Madrid, el curso 2007-08 fue un año de transición en el ámbito de la formación del profesorado, marcado especialmente por una profunda transformación tanto de la red como del modelo de formación. Tras meses de arduo y complejo trabajo se procedió a la optimización de la red de formación y de sus recursos, y se pasó de una estructura compuesta por cinco centros regionales y 28 centros de apoyo al profesorado, a tan solo un centro regional y cinco centros territoriales que, con el apoyo de 30 centros colaboradores, permitió asumir el gran reto de contar con una red más extensa que la anterior y, además, mejorar la calidad de la formación ofertada.

La reducción de 33 centros a seis supuso desde un punto de vista estructural la desaparición de una red de formación ineficaz e ineficiente y su sustitución por un sistema más racional y más operativo que se puso en marcha una vez concluido el proceso de transformación, al final del primer año de la legislatura 2007-2011.

Sin duda los hay que defenderán el antiguo modelo, como lo han hecho y lo siguen haciendo, con pocos argumentos y esgrimiendo algunos datos. Podrán sin duda afirmar que se inscribían más de 60.000 profesores al año en actividades de “formación”. Pero es que hasta el año 2007 lo importante no eran los certificados de formación, sino el número de inscripciones, por cierto no todas de profesores. Si tenemos en cuenta que miles de profesores obtenían un certificado solo por el hecho de “calentar la silla”–es decir, de acudir a algunas sesiones–, que muchos ni siquiera necesitaban asistir, y que una buena parte de la extensa red de asesores tenía como principal función la de simples comerciales, la de “captar clientes” para rellenar y justificar los cursos, no es difícil deducir la “seriedad” y la “calidad” de la formación del profesorado que se ofertaba, y por lo tanto la dificultad de establecer comparaciones con el nuevo modelo.

Precisamente la justificación del nuevo modelo se basa en la mejora de la formación y en el máximo aprovechamiento de los recursos públicos. Para una mejor comprensión, son de obligada lectura el Decreto 73/2008, que establece la estructura de la red de formación permanente del profesorado de la Comunidad de Madrid, la Orden 3890/2008, que desarrolla el Decreto 73/2008, y la Orden 2883/2008, que regula la formación permanente del profesorado. A esto se suma un procedimiento abierto y transparente de la gestión de las actividades formativas a través de internet, como no existe en ninguna otra Administración.

Durante los tres primeros años de implantación de este nuevo modelo, los resultados obtenidos (ver gráfico) reflejan los siguientes datos: en torno a 50.000 certificados de formación anuales, gran reducción de los índices de abandono y alto nivel de satisfacción del profesorado.

Sin embargo, como reflejan los datos publicados por el Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid, en los resultados cosechados durante los tres primeros años de la legislatura siguiente, se observa una importante disminución del número de actividades certificadas, por debajo de 35.000, lo que supone una reducción de más de 15.000 certificados al año y con una ligera tendencia a la baja.

¿Cuál es la explicación? Un argumento podría ser el de la financiación, aunque discutible ya que las reducciones presupuestarias en la Comunidad de Madrid se iniciaron con anterioridad a esa fecha y sin embargo se mantuvieron los mismos resultados en formación del profesorado. En cualquier caso, si los bajos resultados obtenidos en los años 2012-2014 fueran atribuibles a razones presupuestarias, sería de una gran irresponsabilidad.

La inversión en la formación permanente del profesorado es una de las mejores inversiones que se puede hacer en Educación. Hemos de tener en cuenta que las cantidades dedicadas a formación suponen un porcentaje insignificante de los presupuestos de cualquier Consejería y sin embargo producen una enorme rentabilidad para el sistema educativo.

El modelo de formación del profesorado diseñado para la Comunidad de Madrid en el curso 2007-08, y que sigue vigente en la actualidad, es sin duda un buen modelo y probablemente el mejor de España, y en la parte que le corresponda contribuyó a los excelentes resultados obtenidos por Madrid en PISA 2012. Muchos fueron los responsables de comunidades autónomas que se desplazaron a Madrid para conocerlo y muchos los que se inspiraron e intentaron aplicarlo en sus territorios.

El potencial de ese modelo de formación sigue siendo enorme. Si hemos de aplicar la máxima de mantener lo que funciona, no corramos el riesgo de empeorar aún más algo tan importante como la formación permanente del profesorado. Cualquier cambio debe siempre ser producto de estudios y análisis rigurosos y nunca de ocurrencias. Y los datos demuestran que el problema no es el modelo, sino la gestión que de él se ha hecho. El reto actual es importante y el objetivo de la formación del profesorado pasa por volver a combinar calidad y cantidad y, al menos, recuperar los resultados del período 2008-2011.

Xavier Gisbert fue director general de Mejora de la Calidad de la Enseñanza en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid.

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