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Javier M. Valle: Los profesores, claves del cambio y motores de la mejora de la calidad

Viernes, 24 de junio de 2016
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Hay que dejar de hablar de “pacto” y hablar, preferiblemente, de “acuerdo”. Considero que en la palabra “pacto” se encierra una connotación de enfrentamiento previo y de mercadeo imprescindible en el que, al final, nadie queda contento del todo… Ni el enfrentamiento ni el mercadeo es lo que se exige desde la sociedad española para trabajar el consenso educativo.

Prefiero un “acuerdo”, en tanto que considero que esa palabra refleja mejor la posibilidad de fundamentar sobre un mínimo común denominador los ejes de la nueva Educación que necesita España, que es, por otro lado, una realidad intrínsecamente muy compleja y diversa.

Creo que sería útil una “ley de bases del sistema educativo” que asiente firmemente los pilares comunes sobre los que una amplia mayoría de españoles estamos de acuerdo y que incluyese un mecanismo de blindaje para no depender de cambios políticos a no ser de una muy amplia mayoría parlamentaria –y no solo mayoría absoluta–.

Y si tengo que apostar por algún elemento decisivo de acuerdo sería la crucial necesidad del cambio de paradigma metodológico, en el marco del aprendizaje para toda la vida, que debe transitar desde una enseñanza que sigue muy aferrada exclusivamente a los contenidos, hacia un aprendizaje centrado en el alumno que adquiere competencias. La UE estableció en 2006 una serie de competencias clave como imprescindibles para todos los ciudadanos europeos que culminan su escolarización básica obligatoria.

Aún estamos muy lejos de implantar esas competencias de manera real, y eso debiera ser una prioridad acordada por todos. En gran parte se debe a otro gran reto pendiente, un acuerdo nacional sobre lo que vengo denominando “la cuestión docente” y que debe abordarse desde una perspectiva holística –que vengo denominando Lifelong Teacher’s Education–.

Sin enfrentar reformas en nuestro modelo de formación del profesorado este cambio de paradigma será imposible. Los profesores precisan de herramientas para llevarlo a cabo y no las están adquiriendo ni en su formación inicial ni en su actualización permanente. Es preciso ser más exigentes en el acceso a la formación inicial –con pruebas de acceso variadas y que permitan calibrar aptitudes pedagógicas más allá de los meros conocimientos del Bachillerato–, modernizar sus programas para adaptarlos al paradigma competencial –y no solo a la transmisión de información, que no siempre de conocimiento–, enfocarlos mejor hacia las prácticas –en buenos centros y con tutores bien preparados– y generar planes nacionales de inducción –el modelo de MIR de los médicos es muy eficiente– y de formación permanente centrados en la preparación de profesores para una enseñanza por competencias –que es la exigencia de la política educativa supranacional de mayor calado hoy día–.

Los profesores y lo que hacen en el aula son las claves del verdadero cambio educativo y los motores de la mejora de la calidad. El acuerdo en estos puntos es lo más prioritario para avanzar educativamente en nuestro país. Un buen profesor que hace bien las cosas en el aula, más allá de toda ley educativa, alcanzará fantásticos resultados en sus alumnos… Y no hablo solo de buen rendimiento. Me refiero a desplegar en ellos las competencias precisas para la sociedad globalizada, digital y multicultural de hoy.

Javier M. Valle
Coordinador del Grupo de Investigación sobre Políticas Educativas Supranacionales de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

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