Cómo afrontar el nuevo curso sin ansiedad
Ya estamos de vuelta y mi primer deseo es para mis queridos lectores –maestros, educadores y amantes apasionados de la Educación– que espero hayáis descansado y disfrutado de unas merecidas vacaciones. Si no ha sido así, da igual; y si ha habido suerte, también da igual porque en ambas circunstancias las vacaciones son cosa del pasado y hoy y ahora estamos aquí. En mi caso, he disfrutado, no plenamente pero sí bastante, de la montaña navarra.
Hechas las presentaciones me propongo ofrecer un par de ideas que pueden servir para aliviar el duro reencuentro con la realidad. Han pasado pocos días desde el inicio de curso pero suficientes para cruzarme con varios profes sufrientes por lo que se les venía encima, por la presión de esos papás y mamás cada vez más tocanarices y por esos adolescentes cada vez más adolescentes. Pero, sobre todo, por esta sociedad que cada vez exige a los maestros mejores resultados en los rankings, prevención del acoso, ciberseguridad, bilingüismo en dos tardes, tercer idioma, competencias digitales, Educación emocional… y algunas nociones de chino.
Disculpad la ironía pero comprenderéis que la cosa es como para sufrir ese punto de ansiedad, esa necesidad de cerrar los ojos y respirar profundo un par de veces o tres.
Nunca me han gustado los libritos de autoayuda. Los que he hojeado me han parecido psicología low cost o moral de bisutería… En Navarra y alrededores dirían que ofrecen recetas con poco fundamento que producen un alivio efímero. Tal vez sea marketing porque así tienes que comprarte otro libro y otro. Por eso he acudido a un autor francés de inspiración cristiana que ofrece un consejo sencillo pero profundo que a mí me ha servido y que os traslado.
La estabilidad emocional radica en gozar de libertad interior. Pero “no podremos ejercer auténticamente nuestra libertad –explica Jacques Philippe– si no es en el instante presente. Carecemos de toda influencia sobre el pasado, del que no podemos cambiar ni una coma (…). Tampoco somos capaces de dominar nuestro futuro. Es imposible programar la vida; solo nos queda acogerla un instante tras otro. A fin de cuentas, lo único que nos pertenece es el momento actual”. Un pensamiento sencillo pero que ayuda a rebajar el nivel de ansiedad.