fbpx

“El fin debería ser formar personas capaces de cambiar el mundo”

Tras su charla en las jornadas III Escuela Emprende_21, hablamos con Roser Batller sobre la metodología Aprendizaje-Servicio y la importancia de introducir este tipo de proyectos en las diferentes materias y en cualquier nivel educativo.
Laura Gómez LamaMartes, 18 de octubre de 2016
0

El pasado 7 de octubre, Roser Batller, presidenta de la Red Española de Aprendizaje-Servicio, dio una charla sobre cómo esta metodología puede ser “una brújula para orientar el talento”, en el marco de la III Escuela Emprende_21, unas jornadas organizadas por la La asociación PSii, dirigidas principalmente a docentes comprometidos con el cambio educativo y el emprendimiento social.

¿Qué es el Aprendizaje-Servicio?
Es una manera de aprender haciendo un servicio a la comunidad. Los niños y las niñas se implican como protagonistas activos en una acción que mejora su entorno, ayudando a los demás, y con ello aprenden conocimientos, competencias, actitudes, habilidades y valores. Por ejemplo, investigando en Ciencias los árboles del entorno, los alumnos pueden trazar itinerarios alternativos para las personas que padecen alergias o, en Ciencias Sociales, organizar una campaña de donación de sangre en colaboración con el hospital cercano. ¡Todas las materias pueden convertirse en clases de compromiso cívico!

¿Cómo se implanta esta metodología en la escuela?
La mayoría de las veces el aprendizaje-servicio surge y crece de manera natural en los centros educativos cuando el profesorado percibe lo mucho que se puede aprender a través de una acción solidaria. Casi todas las escuelas realizan alguna de estas actividades a lo largo del año, pero frecuentemente no se aprovecha su poder en clave de aprendizaje. Sin embargo, en el momento en que se toma la decisión de sistematizar los aprendizajes de un proyecto solidario, hablamos de aprendizaje-servicio, no solo de voluntariado.

¿Por qué es efectivo?
Porque se encuentra sentido a lo que se estudia cuando se aplica para resolver un problema del entorno o contribuir a la felicidad de otros. Es el estímulo de sentirse útil y protagonista de un cambio. Andrew Furco, investigador norteamericano, ya lo descubrió hace tiempo cruzando numerosos estudios de impacto académico: el aprendizaje-servicio mejora los resultados académicos y la convivencia en el aula.

¿Es necesario implantarlo en la escuela?
Yo creo que sí. Hay personas que opinan que el aprendizaje-servicio no debería ser “obligatorio”, argumentando que las acciones solidarias deben ser voluntarias. Pero, no hay que creer que una cosa es el talento, la competencia y el éxito educativo y otra cosa, divorciada de la anterior, es la solidaridad, el altruismo y el compromiso con la comunidad. ¿Podemos imaginarnos una materia de Ciencias de la Naturaleza en la que nunca se sale al campo? Pues, si estamos convencidos de que hay que formar en competencia social y ciudadana, ¿cómo se va a aprender si no se actúa en algún momento como ciudadano activo y participativo en el entorno? Por lo menos una vez en la vida, debemos ofrecer esta experiencia.

¿Realmente es una tendencia de la sociedad actual?
No hace falta ser pedagogo para detectar la importancia creciente de estas prácticas. Un economista como Jeremy Rifkin ya las ha destacado como tendencia en “La civilización empática”. Cada vez hay más países que, en sus sistemas educativos, lo recomiendan o lo estimulan. Incluso, lo colocan como práctica obligatoria en alguna etapa, como en Argentina, Holanda o el Gobierno de Cataluña, que está desarrollando un proceso de implantación progresiva en Secundaria.

¿Qué es la conciencia empática y cómo se enseña?
Como dice Rifkin, la empatía es el pegamento social de los pueblos; lo que nos mantiene unidos y evita que prevalezca la ley de la selva. Pero se puede oxidar si no se ejercita, y solo se aprende practicándola. En el aprendizaje-servicio la empatía ocupa un valor central, porque el alumnado se acerca a problemáticas que afectan a personas concretas o a la sociedad no solo desde el conocimiento y la investigación sino desde la comprensión, la solidaridad y el compromiso.

¿El aprendizaje–servicio es bidireccional?
En los proyectos, el factor aprendizaje mejora el servicio, porque aporta la tensión del buen resultado, del hacer las cosas lo mejor posible, de analizar cuando no salen bien del todo, es decir, que debemos aprender. Y el factor servicio aporta sentido y relevancia al aprendizaje. Por ejemplo, adolescentes de 4º de la ESO estudian el problema de los refugiados en clase de Sociales y se comprometen a realizar un documental para presentarlo el Día Mundial del Refugiado, contribuyendo así a divulgar su situación. Para ello, visitan el Centro de Acogida de Refugiados, se entrevistan con los usuarios, conocen a los responsables, elaboran el guión, graban, montan… ¡Todo es real y de ellos depende no defraudar las expectativas de las personas que necesitan explicar su situación a los vecinos! Es un círculo virtuoso, un ‘win-win’ donde todos ganan.

¿Cómo se organiza este movimiento educativo-social?
En España, hay tres redes de impulso: la Red Española de Aprendizaje-Servicio (APS), que tiene una composición territorial, basada en grupos promotores en las diferentes CCAA; la Red APS (U), formada por universidades y su profesorado, y la Red APS de los ayuntamientos, integrada en la RECE (Red Estatal de Ciudades Educadoras). El centro interesado puede acudir al grupo promotor de su Comunidad Autónoma y también puede acudir al centro de formación del profesorado. En el aprendizaje-servicio, tejer redes de intercambio y de inspiración es clave para arrancar con seguridad y entusiasmo.

¿Hay proyectos ya establecidos para los coles o cada cole debe crear el suyo?
Hay escuelas que tienen su propio proyecto al estilo “buque insignia”, que forma ya parte de la identidad del centro, como Construyendo Sonrisas5. Y también hay entidades que proporcionan proyectos estilo campañas solidarias de amplio alcance con enfoque pedagógico para el aula y fuera de ella, como Kilómetros de solidaridad, de Save The Children o la Campaña de Donación de Sangre, del Banc de Sang i Teixits de Cataluña.

¿Éxito escolar y cohesión social deben ir de la mano?
Si ambos aspectos no van unidos, el talento y la competencia individual se pueden poner a favor de la injusticia, la exclusión y la desigualdad. ¿Qué mundo queremos?

¿Cómo se evalúa?
Como en toda evaluación de competencias, la base es la observación del profesorado y la autoobservación del alumno, porque también, en la fase de evaluación, hay que dar protagonismo a los chicos y chicas.

¿Cuál es el objetivo de educar-aprender?
Creo que debería ser formar personas competentes capaces de transformar el mundo.

¿Por dónde empezar?
• Formación y apertura
Es importante adquirir formación y estar dispuesto a abrirse al intercambio con las entidades sociales y otros centros educativos.

• Transformar un proyecto existente
Añadir un componente de servicio a un buen trabajo de campo o añadir un componente de aprendizaje sistemático a una acción solidaria que ya realiza el centro.

• Copiar un buen proyecto de aprendizaje-servicio
El centro puede copiar, porque copiando se adapta, se contextualiza, se «recrea».

• Sumarse a uno que ya exista en su comunidad
Como las carreras solidarias o los maratones de solidaridad que ofrecen contenidos académicos para trabajar en clase.

• Identificar las entidades
Con el objetivo de ver si alguna de las causas que persiguen encaja con las necesidades educativas del alumnado, el centro ha de identificar las entidades sociales, asociaciones, movimientos cívicos a los cuales están vinculadas personas de su comunidad educativa (familiares, profesorado, personal no docente…).

• Identificar las necesidades del entorno
Que los mismos niños y niñas hagan un mapa con las necesidades sociales que tiene el barrio y las iniciativas sociales que se ocupan de ellas, para poder establecer alianzas y tejer un proyecto sólido de aprendizaje-servicio en colaboración.

0