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Faltan titulados

Las empresas de alimentación y bebidas demandan cada vez más técnicos de FP, sobre todo de grado superior, pero hay menos de los que se necesitan
Paloma Díaz SoteroMartes, 31 de enero de 2017
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Tradicionalmente, la industria de la alimentación se ha caracterizado por contratar, en gran parte, personal sin cualificar y con estudios mínimos, según reconocen en la propia Federación de Empresas de Alimentación y Bebidas. El trabajo mecánico y repetitivo en líneas de producción lo favorecía.

Pero los tiempos cambian. El 12,6% de los ocupados en el sector de la alimentación son técnicos superiores de Formación Profesional, según el INE, y la tendencia va en aumento, según la percepción clara de los centros educativos consultados. Esto se refiere, principalmente, al Ciclo Superior de Calidad y Procesos en la Industria Alimentaria, una titulación con grandes expectativas para las empresas.
“Hay que tener en cuenta que, hasta hace cuatro años, no existía este título y que somos pocos centros los que lo tenemos”, puntualiza Manuel Barroso, director de la Escuela de Hostelería y Turismo de Barcelona, de larga tradición en Industrias Alimentarias.

Hay una convicción generalizada de que, conforme haya más formación y más titulados, éstos irán aumentando en las empresas y compensando los dos polos mayoritarios de trabajadores sin estudios y universitarios. No obstante, en el ciclo superior ya recalan muchos universitarios, procedentes de Químicas o de ingenierías, en busca de oportunidades laborales.

En la Escuela de Hostelería de Barcelona, sus últimas estadísticas de inserción laboral, de 2015, daban al ciclo superior de Calidad y Procesos en la Industria Alimentaria una colocación del 80%; a las titulaciones de grado medio de Elaboración de Productos Alimentarios y de Panadería y Repostería, un 71%. “Últimamente las empresas están demandando más titulados”, asegura Barroso.

Cataluña es una potencia en industria alimentaria. Ésta aporta un 25% del PIB catalán y su comportamiento marca el paso al resto de la industria estatal. Allí, asegura Barroso, “la industria ha entendido que la formación es capital para competir y la valora”.

Tanto es así, que las iniciativas de proyectos de FP Dual crecen a gran velocidad. “Hay una importante demanda de alumnos para Dual”, cuenta el director. Y después remacha: “Hay mucha industria y necesita técnicos bien preparados. A la industria alimentaria le faltan titulados”.

Viene a colación la reflexión que hace esta directora de Recursos Humanos de la multinacional belga Vandemoortele, que tiene dos fábricas de margarinas y bollería congelada en Cataluña.
“En nuestra organización hemos llevado a cabo un proceso de automatización de la producción que requiere más trabajo del cerebro en detrimento del trabajo manual. Podríamos haber optado por que los profesionales fueran quedándose atrás, pero queremos que nuestra gente crezca con nosotros y por eso decidimos formar a una serie de profesionales nuestros en la Escuela de Hostelería de Barcelona, y también emprender con ellos un proyecto de FP Dual”.

Lejos de allí, en Plasencia (Cáceres), el profesor Luis Miguel Díaz, jefe del departamento de Industrias Alimentarias del IES Pérez Comendador, se manifiesta en la misma línea:
“El mercado absorbe a los técnicos de grado medio. Pero lo que está muy demandado es el perfil del grado superior. Las empresas vienen a pedirnos titulados en Calidad y Procesos para incorporarlos a control de producción y análisis de calidad. Nos dicen que no tienen gente para esos puestos. Está claro que hay déficit de profesionales”.

El perfil de los técnicos en Calidad y Procesos es “muy completo”. “Su formación es muy muy exigente”, asegura. Abarca desde la materia prima hasta la comercialización del producto final, desde el mantenimiento de maquinaria hasta el análisis de aditivos, así como la medición exacta de las múltiples propiedades que puede tener un producto.

En el Centro Tecnológico de Cereales de Castilla y León (Cetece), se pronuncian en la misma línea. El técnico superior de Calidad “encaja muy bien entre la figura del operario y el director de departamento, que puede ser ingeniero o químico”, aseguran.

Eva de la Gala, adjunta a la dirección de Cetece, explica: “Tienen conocimiento de todo el proceso. Aunque recalen en un departamento y se especialicen en él, siguen conociendo y entendiendo el producto desde el principio hasta el final. Pueden averiguar y entender mejor que nadie por qué se ha producido una alteración en un producto, de su olor, de su densidad, de la cantidad de grasa… Saben interpretar la información de acuerdo a todo el proceso de producción.”

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