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El delirio pedagógico

Martes, 28 de marzo de 2017
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Desgraciadamente, ya nadie lee. Porque si se llevara a cabo regularmente ese simple acto de someter la inteligencia a lo que otros han escrito, hoy tendríamos un panorama muy distinto, empezando por la propia escuela. Nadie, digo, parece acordarse de algunas palabras que, en su momento, quedaron suspendidas en el vacío, como la misma pedagogía del vacío que actualmente gobierna en el espacio educativo. Palabras proféticas de profesionales entregados a su labor, honestos e íntegros, más allá de lo que el deber exige. Una de estas maestras de vocación y sentimiento es Mercedes Ruiz Paz, autora de un libro señero, imprescindible para comprender el devenir del mundo de la Educación española en las últimas décadas, titulado La secta pedagógica. Sin embargo, incluso antes de editar esta obra, ya era ampliamente conocida por su defensa de la “pedagogía del contenido”, en clara respuesta al desafío que suponía el delirio pedagógico de los intolerantes de la Educación, de aquellos que parecen haber ganado la batalla por el dominio en las aulas, que no la razón.

La historia de la pedagogía no es la historia de la racionalidad porque no es ni ha sido una historia científica ni mucho menos de avance, sino más bien de todo lo contrario. De una reciente reunión sobre los progresos en la esfera educativa, salta a los medios informativos la noticia de que el director ejecutivo del Instituto Mundial del Futuro, Marc Prensky, uno de los aclamados gurús de la pedagogía ultramoderna, repudia la escuela actual porque las personas que salen de ellas “no saben de casi nada”. Y uno, en su completa ingenuidad, se pregunta pero de dónde proviene esta escuela sino de los discursos delirantes de individuos como el nombrado. ¿En qué mentes se ha ideado el desapego hacia el esfuerzo, la exigencia y la responsabilidad sino es en la de personajes como el tal Prensky, que declara que los deberes “son una tarea innecesaria”?

El delirio, en sus términos psicopáticos, se traduce en confusión mental y, sobre todo, en la distorsión de la realidad. Ya no es una broma calificar a los pedagogos de orates y demenciales, sino algo muy cercano a un diagnóstico. Al menos, este tipo de pedagogos que critican la escuela que ellos mismos ayudaron a construir. Un disparate mayúsculo que los maestros de corazón sienten como la peor de las heridas. “Se habla de entelequias, de proyectos que no conducen a ningún lado, de objetivos que no se corresponden con ningún contenido. Esa demagogia es la que se ha instalado en la escuela”. Santa razón llevaba la que abría y ahora cierra esta crónica, puesto que estas palabras ¡son de 1999! Qué poco se lee en este país.

Juan Francisco Martín del Castillo es doctor en Historia y profesor de Filosofía IES “La Isleta” (Las Palmas de Gran Canaria)

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