“Hay que devolver la emoción a las aulas”
Imposible de clasificar, a Ramón Fauria se le atribuyen etiquetas tales como showman de la mente, presentador, formador, conferenciante, coach… Ejerció como abogado en Londres y Barcelona, fue director de ventas de una gran empresa internacional, y finalmente evolucionó y emprendió la aventura de dedicarse a su gran pasión: la mente humana y su extraordinario potencial, aplicado fundamentalmente a tres vertientes: entretenimiento, comunicación estratégica y optimización de talento y de vida.
“Hasta ahora –explica– un mentalista era quien tenía poderes paranormales, y yo no me veo así. Creo en la potencialidad de cada uno de nosotros. Todos podemos lograr una mente extraordinaria”. La semana próxima, el viernes 19 de mayo, Fauria estará en el Palau de Congressos de Tarragona con su ponencia “Educar innovadora-mente” dentro del congreso EduMindUp! de neurociencia en el aula (www.edumindup.com).
¿Por qué considera que puede ser relevante para un profesor conocer principios básicos de neurociencia?
La mente es nuestra materia prima. Conocer su lenguaje, sus mecanismos nos permiten capacitarla, desarrollarla de la forma más óptima. Conocer recursos y herramientas que nos permitan emocionar, conectar mejor con los alumnos, poderlos capacitar más.
¿Qué les diría a los más escépticos sobre los descubrimientos de los neurocientíficos?
Que dudar es bueno, y que probar todavía mejor. Cuando pruebas algo y ves que funciona positivamente, ¿lo vas a dejar escapar? Creo que a todos nos gusta mejorar y aprovechamos cualquier aportación positiva en ese sentido.
¿Cree que el poder de la mente y el modo de aprender del cerebro están poco explorados en el mundo educativo?
Hay progresos, pero sí, todavía están poco explorados. Hay mucho trabajo por hacer y camino por recorrer. Me recuerda a los inicios de internet y cómo desembocó posteriormente en un enorme crecimiento y transformación.
¿Qué propuestas haría usted para avanzar más rápido?
Primero, más inversión destinada a la investigación de cerebro y mente en el ámbito educativo; segundo, hacer llegar toda esa información de forma eficaz a familias y docentes; y tercero, disponer de los medios necesarios para ponerla en práctica y gestionarla en un proceso de mejora continua.
¿Es la educación una de las facetas más relevantes en las que aplicar todo lo que se va conociendo sobre la mente?
¡La más relevante! A mayor educación, menos lagunas emocionales, menos conflictos, menos prozacs; más confianza, compromiso, motivación, sentido, progreso, calidad de vida, libertad, sostenibilidad…
En sus charlas, acostumbra a poner el acento en el poder de la emoción.
Hay que devolver la emoción a las aulas. No se trata de llenar mentes, sino de encenderlas. Hay muchos aspectos relevantes para un óptimo aprendizaje, pero saber conectar emocionalmente con los alumnos… ¡es la clave!
¿Qué certezas tiene usted sobre el funcionamiento del cerebro que aprovecharía a la hora de formar a los alumnos?
De una forma muy al alcance, por ejemplo la capacidad de compartir, de interesar, de divertir y entusiasmar, de sorprender, de aportar novedad e inusualidad, de aportar significado y utilidad, véase por ejemplo mi artículo sobre las claves de un buen aprendizaje y recuerdo.
¿Hay mucho camino por recorrer a nivel educativo para aprovechar todo el potencial de unas mentes en fase de formación?
Sí, recordemos la plasticidad del cerebro. Las interacciones nos hacen y las experiencias moldean nuestro cerebro. La clave es guiar adecuadamente esa plasticidad. Por tanto, lo que tanto docentes como familias hagamos, importa.
Hay varios estudios que demuestran que las inversiones en los primeros años son muy beneficiosas y tienen un gran retorno en la sociedad. Cuando crecemos bien, no hacen falta muchos retoques posteriores. Cuando crecemos mal, hacen falta muchos retoques y cuesta mucho más dinero y esfuerzo posteriores. A tenor de ello, me parece que esas mentes en formación deberían tener la mayor de las atenciones e inversiones.