“Un 80% de los alumnos que hace FP se queda a trabajar en las empresas”
Una FP adaptada a lo que las empresas realmente necesitan. Esa es la clave para conseguir el compromiso empresarial y el éxito de esta etapa educativa. Y así lo está haciendo La Rioja. El director general de Educación de esta comunidad autónoma, Miguel Ángel Fernández Torroba, nos da más detalles sobre cómo, desde la Administración, se hace partícipes a las empresas en el proceso formativo de los alumnos de FP.
¿Cómo se encuentra actualmente la FP en La Rioja?
La FP en La Rioja ha experimentado un crecimiento de prácticamente un 50% del alumnado en los últimos cinco o seis años. Hemos pasado de tener unos 4.200 alumnos en el curso 2010-11 a 6.200 durante este curso. Y es importante tener en cuenta que hemos crecido más en FP de Grado Superior. Ha habido una apuesta fuerte por la FP que nos ha permitido reducir la tasa de abandono educativo temprano más que en otras comunidades autónomas; una tasa que se situaba en valores superiores al 30%, por encima de la media nacional, y que hemos conseguido rebajar hasta el 15,7%.
¿Cómo ha contribuido la FP a disminuir la tasa de abandono?
La FP ha supuesto una solución para aquel alumno que no sabe cómo explotar o desarrollar sus inteligencias a través de la Educación Secundaria o del Bachillerato. Los resultados nos dicen que un 80% de los alumnos consigue el título y se queda a trabajar en las empresas. Y eso lo permite una FP muy próxima al terreno y al sector empresarial.
¿Se ha notado en las cifras de FP dual?
En La Rioja empezamos hace cuatro años con un ciclo en Grado Medio en Soldadura y Calderería, y a día de hoy tenemos nueve ciclos. Puede parecer una cifra pequeña, pero para lo que es nuestra comunidad es una cifra importante. Y todos esos ciclos siempre se han puesto en marcha a demanda del sector empresarial y en colaboración con él.
¿Qué expectativas hay en cuanto a la modalidad dual?
Lógicamente, nuestro crecimiento en FP dual siempre va a venir de la mano de contar con empresas que estén dispuestas a implicarse en esta modalidad, porque requiere un mayor compromiso por su parte. Nuestros alumnos reciben una beca de 400 euros al mes que tiene que pagar la empresa, pero muchas veces la beca es lo de menos, ya que también exige disponer de un tutor –un mando intermedio normalmente– que va a ser la persona que va a acompañar al alumno durante su periodo de formación.
¿Qué actitud se percibe por parte de las empresas?
Hemos empezado haciendo una formación ajustada al currículum pero adaptada a lo que las empresas necesitan. Esa esa la clave. Las empresas demandan que la persona que contratan tengan unas cualificaciones y unas competencias que se ajustan a lo que ellas necesitan, que tengan unas aptitudes proactivas para aprender y trabajar –lo que se llaman soft skills– y también unos conocimientos adaptados a las empresa.
¿Cómo consigue la Administración que la empresa se involucre en estos proyectos?
Hay una primera fase donde se selecciona al alumno por los criterios académicos. En la segunda fase, se realiza una entrevista a esos alumnos a la que asisten las propias empresas. De esta forma, el empresario está en la entrevista y conoce las aptitudes y disponibilidad del alumno. Asimismo, se hace partícipe a la empresa del diseño del programa. Los tutores de los centros educativos coordinan esa formación con los tutores de la empresa, de manera que la empresa no se entiende como un lugar donde el alumno va solo a realizar la prácticas para obtener el título, sino que es un agente activo de la formación del alumno.
¿A qué cifra se pretende llegar?
No nos marcamos una meta porque tampoco queremos que nos condicione. Creemos que el desarrollo debe ajustarse a las necesidades. No por alcanzar un objetivo político vamos a forzar la máquina. Vamos a llevar un paso que se ajuste a las necesidades que vamos detectando y en aquellos sitios donde veamos que hay un conjunto de empresas que nos demandan un proyecto dual, lo atenderemos.