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“En el acoso no hay leyes disuasorias, puedes hacer lo que te dé la gana”

Sara Brun y Nacho Guerreros no tienen pelos en la lengua. Denuncian apasionadamente y sin tapujos la situación que viven las víctimas de acoso escolar. Ninguno de los dos pierde el sentido del humor mientras lanzan sus críticas en todas las direcciones.
Estrella MartínezMartes, 3 de octubre de 2017
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Sara Brun y Nacho Guerreros.

La escritora Sara Brun y Nacho Guerreros –Coque en la serie La que se avecina– se han unido para escribir Yo también sufrí bullying. Se nota su implicación, que llega al enfado cuando se tratan algunos temas, en la lucha antibullying. En el libro Nacho relata su experiencia como víctima cuando estudiaba FP con 13 años. “Si el curso empezó en octubre, en Navidad ya estaba destrozado”, recuerda. La obra incluye el testimonio de otras víctimas como la actriz Lucía Álvarez o el bailarín Carlos Alonso Villa, así como el de alumnos anónimos que sufren bullying, familiares y el de expertos y asociaciones vinculadas a la materia.

Habláis de la ley del silencio que impera en el acoso escolar. Incluso tú mismo, Nacho, guardaste silencio mucho tiempo. ¿Por qué sucede esto?
Sara. Para empezar la víctima puede no hablar por miedo a las represalias o por no preocupar a sus padres. Si habla y llega al profesor, puede que diga que no es consciente de lo que está pasando y, si es así, no va a hablar. Si al profesor le consta el caso de acoso, habla con el director y puede optar por mirar para otro lado porque en el momento en el que estalla un caso de bullying hay que tomar medidas en el centro: hacer más horas, estar vigilante, tratar con la policía, hacer declaraciones… O sea, un follón. Y luego, ¿qué le pasa al acosador? Pues nada.
Nacho. Absolutamente nada. No hay leyes disuasorias. Puedes hacer lo que te dé la gana.
Sara. El mismo fiscal te dice que como es menor es inimputable, así que ya puedes estar contando misa como padre de una víctima… y otro que mira para otro lado. Y esto no tendría que ser así. Luego hay otra cosa, en los casos de acoso escolar al colegio lo citan como testigo y no como acusación. Los padres de la víctima dicen una cosa y luego llega el colegio y dice que no es verdad, y el testimonio del colegio es lo que va a misa. Siempre se pone en duda la palabra del niño y la de sus padres.
Nacho. Hay que cambiar la Ley del Menor ya. Lo estamos pidiendo a gritos desde hace muchos años mucha gente. Qué hace esta gente que está en el Congreso de los Diputados hablando de gilipolleces. No se preocupa nadie de la Educación.
Sara. Y luego hay algo que a mí me parece de escándalo: tu hijo se levanta todas las mañanas vomitando el desayuno, se ha meado en la cama porque no quiere ir al colegio y aún así lo mandas porque si no te cae encima una inspección porque no estás llevando al hijo al colegio. Los que pasan a estar mirados por la justicia son los padres de la víctima.

Entiendo que los padres de los acosadores también contribuyen a esta ley del silencio.
Nacho. Estamos ante una permisividad educativa que es que el padre es amigo del hijo. El niño no es parte de la familia, sino el centro y, como tal, es el rey. Por eso el padre del acosador actúa como actúa. Lo que tiene que hacer es escuchar y no ponerse del lado de su hijo a la primera. Vamos a escuchar a la otra parte y entonces valoras. Este libro está muy dirigido a los acosadores y también a que las víctimas denuncien.

Con 13 años estudiabas Delineación porque dibujabas muy bien y, sin embargo, a causa del acoso, acabaste odiando el dibujo y suspendiendo casi todas las asignaturas.
Nacho. Sí, lo odié. El dibujo me gustaba desde pequeño y dibujaba muy bien. Recuerdo que me dieron un premio una vez siendo yo muy pequeño, me puse súper contento.

El núcleo educativo no sale muy bien parado en el libro. ¿Cuál debería ser el papel del centro frente al acoso?
Nacho. Los profesores se sienten solos y yo lo entiendo. Normalmente las leyes en este país están hechas a favor del que delinque. El acosador es un torturador y está delinquiendo, con lo cual la ley le respalda a él. Convertimos a la víctima en verdugo porque es raro, porque su madre es tal…
Sara. En los centros se mide todo, pero no se mide cómo está el alumno en clase. Para el profesor bastante duro es ya dar clase y encima tienes este problema. Yo establecería un protocolo por el cual todos los centros de este país pasaran el mismo test a principio de curso y al final. No puede ser que existan protocolos, pero luego cada comunidad autónoma los adapte y luego cada colegio los vuelva a adaptar. Así no hay nadie que vigile si ese colegio ha puesto en marcha el protocolo que debería o no. Partamos de la base de que realmente es muy difícil ver todas las acciones malas que le están haciendo a un niño, establezcamos entonces un test donde se mida esto. Mientras siga habiendo niños que se quitan la vida por el acoso escolar, es que toda la comunidad educativa está fallando. Si tú haces un test válido, que no culpabilice a la víctima, ojo, porque los test que existen van todos enfocados a que hay algo en tu ser por lo que te molestan y al final de rellenar ese test la víctima se cree que es culpable, que se lo merece. No se puede señalizar a una víctima de bullying, que bastante tiene ya. Con este test válido tú como profesor vas a saber dónde mirar y si sabes dónde mirar, lo encuentras. No tienes como excusa “no lo sabía, no pasa delante de mí”.

Leyendo el libro da la sensación de que la que acaba “molestando” en el centro es la víctima y no en el acosador. La víctima es a la que recomiendan que se cambie de colegio.
Nacho. Por supuesto, siempre.
Sara. Sí, sí, molesta. Al acosador lo van a sacar del centro como mucho 15 días. En cambio la víctima se cambia de colegio, pero cómo se cambia esa víctima, porque estamos hablando de un niño que tiene ya un trauma muy desarrollado. Un niño así se puede cambiar de colegio después de haber recibido una asistencia psicológica seria y entonces, cuando reprocese su trauma, si es que lo reprocesa, puede cambiarse de colegio. Pero cambiarse de colegio con el trauma es la nada. Él mismo siente que llama la atención y entonces sí que se va a acabar creyendo que es culpable de algo.

¿No creéis que habría que trabajar también con los acosadores? No dejan de ser menores en pleno proceso educativo.
Sara. Así como en la víctima no hay un perfil, en el acosador sí que se puede hablar más o menos de un perfil. Es un niño que sufre inseguridad y necesita expresarla jodiendo a otro. Qué Educación puede tener en casa. Pues no muy buena. Este niño se siente maltratado en casa –y no porque le peguen, que también–, a lo mejor se siente abandonado, tiene unos padres que no le hacen caso. Es víctima, pero, ojo, es una víctima que elige ser verdugo. La víctima de acoso escolar no elige nada. Una de las medidas que se puede dar en un caso de acoso es que la víctima acuda a la orientadora del centro. Lo que sería bueno es que el acosador acudiera a la orientadora también o le pusieran unas sesiones de psicología. Pero si estamos hablando de unos padres que no ven que su hijo esté haciendo nada malo… Y si los padres no dicen que sí, ese niño no va. Por otro lado, creo que el grupo tiene que poner el punto de mira en ir contra el acosador. Tendría que ser una cosa en la que se involucrara toda la comunidad educativa, incluyendo padres de alumnos, de acosadores, de espectadores, de acosados, los niños. Si toda la comunidad va en contra del acosador, se lo pensará dos veces antes de volver a acosar.
Nacho. Es cierto, pero yo creo que es fundamental una escuela para padres. Piensan algunos padres que el profesor es quien tiene que educar al niño. A esos padres les tenemos que dar clase porque no lo están haciendo bien. Yo tengo hijos y te puedo decir que estamos creando monstruitos.

Siguiendo con los padres de los acosadores, ¿creéis que la mayoría no son conscientes de lo que tienen en casa?
Nacho. Algunos sí, afortunadamente, pero estamos en la moda en que no se pone un límite al niño, desde pequeño ha hecho lo que le ha dado la gana. No se le ha dicho un no.
Sara. También está la cosa de negarlo porque así no sale a la luz tu fracaso como padre.

Sin embargo, nadie escapa al acoso escolar.
Nacho. Es un problema de colegios públicos, de concertados, de privados. No atiende ni a clases sociales ni a razas.
Sara. Yo tengo toda mi fe puesta en las asociaciones, lo que se consiga va a ser por medio de ellas. Luchar desde una asociación sigue siendo una mierda, pero por lo menos ves que no estás solo, te sientes acompañado.
Nacho. Si vas tú solo llamando a puertas, te mueres del asco.

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