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Las fundaciones buscan su espacio en Educación

El sector fundacional español reclama su papel dentro de la sociedad civil para convertirse en actor relevante dentro del ámbito educativo. De hecho, son muchas las fundaciones que invierten recursos en nuevos modelos y metodologías.
Adrián ArcosMartes, 13 de febrero de 2018
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El sistema educativo es una realidad mucho más amplia que esa idea basada solo en las leyes y en las iniciativas que lleva a cabo cada gobierno de turno. Y esto lo saben las fundaciones, que demandan la capacidad que tiene la propia sociedad civil para participar en esa construcción del sistema educativo a través de distintas iniciativas educativas. De hecho, sus actividades toman como punto de partida la detección de deficiencias o disfuncionalidades muy notables en sus entornos particulares, que por algún motivo no han sido subsanadas por el sistema educativo actual.

Según un estudio presentado en 2016 por la Asociación Española de Fundaciones (AEF), las iniciativas en materia de Educación que desarrollan las fundaciones españolas alcanzan anualmente a más de un millón de alumnos, casi 60.000 docentes, 280.000 familias y 6.000 centros de enseñanza. Es decir, un total de 1.346.000 beneficiarios anuales.

Justo el pasado mes de noviembre se celebró en Madrid el foro Demos 17, mientras que en enero tuvo lugar el encuentro Pública 18, en los que participaron distintos grupos de trabajo de diversas fundaciones, y que llegaron a un consenso sobre los retos, oportunidades y aspectos clave de futuro en este sector. En Demos 17 se acordaron cinco cuestiones clave, la primera de ellas que la Educación tiene que ser una prioridad social, es decir, “la sociedad civil y las fundaciones son actores relevantes de la Educación”. De ahí que las fundaciones tengan la necesidad de colaborar y complementar todos los elementos de la Educación actual, incluida su contribución a un pacto social por la Educación.

En segundo lugar, se llegó a la conclusión de que la Educación es un factor determinante de la equidad social, por eso se animó a las fundaciones a “priorizar la Educación desde la primera etapa de Infantil, sobre todo en la población en riesgo de exclusión”. Precisamente, en el informe de 2016 queda de manifiesto una atención aún escasa en el trabajo realizado por las fundaciones con la primera infancia.

Esto se produce porque el tramo de edad más atendido es el de 15 a 18 años y el menos atendido es el de 0 a 3 años, lo que evidencia la importancia de prestar más atención al primer ciclo de Educación Infantil, sobre todo si se tienen en cuenta las profundas transformaciones del entorno familiar actual. Si se analizan las iniciativas por tramo etario, el 8% se centran en Educación Infantil, el 22% en Primaria, el 21% en Secundaria, el 25% en Bachillerato-FP y el 22% en la universidad.

Más allá de lo académico, en Demos 17 se puso sobre la mesa la importancia de la adquisición de habilidades no cognitivas y la necesidad de reforzar las habilidades que favorezcan la empleabilidad. De hecho, el informe de 2016 refleja una preferencia de las fundaciones a la formación para el emprendimiento en las edades postescolares, y una conciencia creciente sobre la importancia de las capacidades transversales de la madurez personal, la solidaridad y las habilidades sociales.

Más innovación
La tercera cuestión clave que se trató fue la innovación educativa, la creatividad y el impulso de dinámicas de cambio en cuanto a autonomía escolar, flexibilidad en los currículos, nuevas metodologías y transformación digital.

En efecto, son muchas las fundaciones que están invirtiendo una cantidad muy significativa de recursos en nuevos modelos de Educación, en metodologías educativas innovadoras y en el incentivo a la excelencia. Según la AEF, “están demostrando que existen otras formas posibles de educar, más acordes con las exigencias y características de los tiempos que corren”.

De hecho, su informe demuestra que el 77% de las iniciativas educativas de las fundaciones se centran en el desa-rrollo de capacidades transversales de las personas: habilidades y actitudes relacionadas con la creatividad, la comunicación, el trabajo en equipo y la colaboración, la gestión de las emociones, la iniciativa y la responsabilidad. El otro 23% de las iniciativas está más orientado a capacitar a las personas para un entorno laboral en proceso de cambio acelerado, donde el empleo fijo y el trabajo estable van a ser opciones cada vez menos generalizadas.

Otro de los puntos tratados fue el de una Educación inclusiva, para todos y con todos. Para ello, en el foro del pasado mes de noviembre se comprometieron a fortalecer la idea de colaboración de la comunidad educativa: alumnos, profesores, familias, Administración y organizaciones sociales. La función que desarrollan las fundaciones es, básicamente, de estímulo a alumnos, profesores, centros, familias y al conjunto del sistema educativo, por este orden según se desprende de su informe.

La última cuestión tratada en Demos 17 fue la necesidad de implantar sistemas de evaluación de los programas y proyectos educativos, ya que la mejora permanente debe ser una prioridad en el desarrollo educativo. En este punto radica una de las críticas que las fundaciones realizan sobre su propia labor: “Las fundaciones han de dotarse de instrumentos de evaluación suficientes que les permitan conocer con precisión el impacto de la actividad que realizan”, aseguran desde la AEF.

Una adecuada medición de impacto sirve para que puedan corregir y mejorar la eficacia de sus iniciativas y el rumbo de sus esfuerzos. En este aspecto, la AEF está realizando un importante papel como entidad que promueve y facilita la utilización de indicadores de medición de impacto en las fundaciones.

Escaso conocimiento
Por circunstancias de muy diverso tipo, la sociedad no es demasiado consciente del trabajo que realizan las fundaciones en el ámbito de la Educación y, en consecuencia, no siempre se pueden extraer los beneficios más completos que cabría alcanzar de una labor tan extensa y especializada.

Según la AEF, “las fundaciones deberían crear y estandarizar los mecanismos de evaluación de su acción”. La coordinación y la cooperación entre las diversas fundaciones son muy insuficientes, y las entidades en su conjunto no tienen presencia mediática, social o institucional significativa, más allá de las iniciativas que cada fundación promueve –con mayor o menor éxito– por separado. Además, aboga por “mejorar su relación y capacidad de influencia en el sistema educativo español, a través de mecanismos de transferencia de conocimiento”.

Más cultura
En el Encuentro Internacional de Gestión Cultural, Pública 18, celebrado el pasado mes de enero, también participaron representantes de la AEF en un grupo de trabajo sobre Educación. En un encuentro marcadamente cultural, se llegó a la conclusión de que las fundaciones deben implicar a toda la comunidad educativa en el proceso por el cual se refleje en los currículos el valor de la cultura.

Asimismo, se destacó el papel de la cultura para adquirir habilidades y competencias básicas, promover el papel activo de la sociedad para el desa-rrollo de proyectos culturales y superar la dicotomía entre tecnociencia y cultura. El objetivo final es considerar la cultura y la Educación como factores estratégicos para promover la equidad social.

En los últimos tiempos, colegios y fundaciones están también utilizando una nueva vía de financiación a la que se denomina crowdfunding o micromecenazgo. Se trata de un modelo de financiación colectiva por el que los centros educativos solicitan ayuda económica principalmente a través de plataformas on line para financiar un proyecto o iniciativa. De esta forma, las personas interesadas pueden aportar recursos, recibiendo recompensas que pueden ser participaciones o intereses.

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