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Inteligencia emocional: su aplicación en las aulas

Martes, 22 de mayo de 2018
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La inteligencia es entendida como la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar y tomar decisiones. Las emociones, por su parte, son entendidas como “alteraciones anímicas” que actúan fundamentalmente en tres niveles: pensamiento, comportamiento y relación con uno mismo y con los demás.

Para realizar un trabajo adecuado con las emociones, es importante reconocer que influyen en nuestra percepción y, sobre todo, que son útiles, pues funcionan como un GPS, aportándonos mucha y valiosa información sobre nosotros mismos: qué necesitamos, qué percibimos como un peligro, qué nos hace felices, etc.

Daniel Goleman, en su bestseller Inteligencia emocional menciona la necesidad de trabajar cinco competencias fundamentales para conseguir su pleno desarrollo. En la Escuela de Desarrollo Emocional Margaritas utilizo estas competencias en combinación con la metáfora de los pétalos de la flor para alcanzar este propósito:

-Pétalo 1. Reconocimiento de las emociones propias: capacidad para reconocer una emoción cuando aparece y saber cuál es su función.

-Pétalo 2. Regulación de las emociones: habilidad para gestionar las diferentes emociones y utilizar cada una en el momento preciso.

-Pétalo 3. Reconocimiento de las emociones ajenas: capacidad para empatizar.

-Pétalo 4. Establecer relaciones: capacidad para relacionarnos, comunicar, llegar a acuerdos y conectar positiva y respetuosamente con los demás.

-Pétalo 5. Automotivación: habilidad para orientarnos hacia nuestras metas, para recuperarnos de los contratiempos, de gestionar el estrés.

Educar desde el ejemplo es una premisa importante en Margaritas, por eso cada día comento con los niños y niñas cómo me siento: “hoy me siento relajada, he dormido bien”; “hoy me siento agobiada, tengo que hacer muchas cosas”; “hoy me siento frustrada, mis tareas no me han salido como yo quería”; “hoy me siento desanimada, quería ver a mi mamá y no he podido”, etc. Y después les animo a ellos a expresar sus propias emociones a través del juego, con lenguaje verbal y no verbal, les facilito herramientas adecuadas para que puedan ampliar su vocabulario emocional y poner palabras a lo que sienten. Con este tipo de actividades y estrategias estamos cultivando el Pétalo 1, reconocimiento de las emociones propias.

Para trabajar la regulación de las emociones, Pétalo 2, trabajo en distintas fases. La primera consiste en convivir con la emoción, observarla, sentirla y respirarla. Es habitual tratar de detener u ocultar las emociones que se perciben como negativas o incómodas, tanto en uno mismo como en los demás, sin embargo esto no es gestionar adecuadamente la emoción, no es inteligencia emocional, sino castración emocional.

En Margaritas, siguiendo una metodología adecuada a cada edad, el niño o el adolescente aprenderán el valor de tomarse unos minutos, de cerrar los ojos y observar lo que sienten. En muchos casos, la intensidad de las emociones se reduce, propiciando el regreso a un estado natural.

En caso de que la intensidad del estado emocional no se haya regulado suficiente, y permanezcan enganchados, paso a la segunda fase, la exploración a través de tres preguntas: ¿Qué crees que te ha provocado esta emoción?, ¿Cómo piensas que quiere ayudarte? (lo que llamamos “la intención positiva de la emoción” que realizo según la edad) y ¿Qué sientes que necesitas para relajarte? En esta fase se trabaja, además, el Pétalo 4, establecer relaciones. El establecimiento de las relaciones y la empatía están en mi opinión interrelacionadas, ya que mostrar empatía al reconocer en otro una emoción, facilita la comunicación entre ambas partes.

Para trabajar el reconocimiento de emociones ajenas, Pétalo 3, jugamos con diversos recursos como, por ejemplo, la mímica y la gesticulación exagerada ya que proporcionan momentos de humor, tan valiosos en la gestión emocional.

El Pétalo 5, la automotivación, está relacionado con la tendencia de nuestro comportamiento a obtener lo que deseamos. Lo que sentimos hacia lo que deseamos es lo que nos mantiene en el camino de su consecución y genera la implicación suficiente para conseguirlo, desarrollando un comportamiento equilibrado y coherente. ¿Cómo hacerlo?… Creando entornos de seguridad e integridad, propiciando las herramientas necesarias para que puedan reconocer y expresar qué es lo que quieren conseguir, para qué lo desean, cuándo quieren alcanzarlo, cómo conseguirlo de la forma más adecuada a la individualidad de cada uno.

Al introducir metodologías de inteligencia emocional en las aulas estamos proporcionando a los niños y adolescentes competencias específicas para que sean capaces de reconocer y gestionar sus propias emociones y, por tanto para pensar, comportarse y relacionarse de forma saludable y exitosa.

En Escuela de Desarrollo Emocional Margaritas he podido comprobar que, tras hacer el recorrido por estos cinco pétalos, cada niño es mucho más consciente de sí mismo y de su entorno, conoce sus capacidades, sus habilidades y sus puntos débiles y cómo gestionarlos, es –lo que yo llamo– una margarita completa, un ser que ha crecido en autonomía con el consiguiente impacto positivo en su entorno familiar y escolar.

Nieves A. González es coach y formadora (www.educandomargaritas.com)

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