Niños de mente sana
existentes no parecen
suficientes para luchar contra
los trastornos mentales de
los jóvenes.
“Mi hijo está bien: su salud es buena”. Quizá sí, o quizá no. Puede que no se acatarre desde hace meses, pero ¿por qué tiene tantos problemas al leer un texto en voz alta? ¿Por qué no da un beso a sus padres cuando se va a dormir? La salud no consiste únicamente en la ausencia de problemas físicos, sino también en el equilibrio psíquico del individuo.
Es difícil definir lo que es un trastorno mental. Puede decirse que se trata de un comportamiento que se aleja del normal. Estas dolencias están cada vez más presentes en nuestra sociedad, esa sociedad de la prisa, de la televisión a todas horas, de las relaciones impersonales. Este tipo de problemas siempre ha estado presente en nuestro entorno, pero ahora sus consecuencias son más notorias, en gran medida debido a que se está tomando conciencia de esta cuestión. Los niños, que aún no tienen formada su personalidad, son los que se encuentran más desprotegidos ante los problemas mentales. Se encuentran indefensos ante una enorme cantidad de información y un entorno en ocasiones tan arisco que, si no se actúa con precaución, puede causarles graves alteraciones. Las más habituales entre los jóvenes son las que afectan al aprendizaje (problemas de lectura, escritura o cálculo), a la comunicación (por ejemplo el tartamudeo), a la conducta alimentaria, y también la hiperactividad y la ansiedad, aunque el grupo de dolencias mentales en menores es muy amplio.
Distintos orígenes
¿De dónde provienen los trastornos mentales? En algunos casos son trastornos genéticos. En otras ocasiones los expertos desconocen por qué razón aparecen estas dolencias. Por último, el motivo que por razones obvias más debería preocupar es el del propio entorno del individuo. Los más pequeños pasan la mayor parte del tiempo en el centro de estudios y en su casa, por lo que son estos ambientes los que más condicionan su salud mental. Según los expertos consultados, el ambiente familiar debe caracterizarse por el amor, el buen ejemplo de los padres y la autoridad, no el autoritarismo. Las notas más apropiadas del centro escolar han de ser la cordialidad, la confianza y el espíritu de trabajo.
Las mejores cualidades
En gran parte de los casos, la aparición de los trastornos mentales puede evitarse. Para ello, los expertos afirman que sería necesario reestructurar el ambiente que los provoca, aunque esto entraña una gran dificultad. En el caso de la escuela, además de las buenas relaciones entre docentes y alumnos, es necesaria la preparación técnica de los profesores. Lo cual nos lleva a preguntarnos si los docentes de nuestro país están preparados para hacer frente a los problemas mentales que pueden sufrir los escolares. Los profesionales de esta materia coinciden en señalar que no es así, al tiempo que mantienen que los profesionales de la Educación deberían recibir formación específica que les ayude a identificar los casos de trastornos mentales y a atender a los escolares que los padecen. También apuntan que sería necesario el trabajo en equipos multidisciplinares, así como el acceso a más recursos con los que afrontar esta problemática.
Si bien se están tomando medidas para detectar con la mayor prontitud posible los problemas mentales de los escolares, hoy no hay medios suficientes. Es habitual que los padres o los profesores sean los primeros en detectar los trastornos, lo cual demuestra la falta de medidas de diagnóstico temprano. Los psicopedagogos, psicólogos y educadores que trabajan en los gabinetes de orientación de los centros de estudios pueden localizar problemas de salud mental ocultos tras casos de fracaso escolar, pero otras enfermedades más profundas son de difícil evaluación. El profesor, por su parte, debe procurar la integración del alumno en el entorno de su centro de estudios, al tiempo que, junto con el resto del claustro, debe intentar que el alumno despliegue sus potencialidades para así compensar las limitaciones que pueda sufrir.
Padres separados
El divorcio, realidad muy asentada en nuestra sociedad, supone, sin duda, un trauma para los hijos de la pareja que se separa. De cómo enfoquen los progenitores su ruptura depende que ésta provoque o no la aparición de trastornos en los niños. Los padres deben explicar al joven la nueva situación a la que se va a enfrentar. Negar la realidad, hacerle creer que todo va a seguir siendo igual que antes o, simplemente, la forma en que los padres comuniquen la decisión a sus hijos puede causar en el menor conflictos mentales que deriven en problemas graves. El aumento de las separaciones de mutuo acuerdo puede significar que los padres se están concienciando de esta realidad.
Los más frecuentes
Los trastornos mentales que afectan al alumnado de Educación no universitaria constituyen un campo muy amplio. No obstante, hay algunos que predominan sobre el resto.
ANSIEDAD
Es el más extendido. Quienes la padecen experimentan miedos, preocupaciones o inquietudes excesivas.
PROBLEMAS DE APRENDIZAJE
Afectan la capacidad de los niños de recibir o expresar información. Están relacionados en cierta medida con los trastornos de la comunicación, que pueden definirse como la incapacidad del niño para comprender y/o expresar significados de forma efectiva a través del uso del lenguaje.
HIPERACTIVIDAD
Cuando un niño no es capaz de inhibir o detener sus movimientos y su emotividad, que a su vez puede derivar en trastornos psicomotrices (dificultades para permanecer quieto, en silencio o esperar turno).
TRASTORNOS GENERALIZADOS
Se caracterizan por la deficiente evolución de la interacción social. La comunicación de los niños con este problema, que se hace patente a partir de los 5 años, suele ser repetitiva, estereotipada y muy centrada en ciertos intereses y actividades.
TRASTORNO DISOCIAL
Tras los comportamientos agresivos o retadores, y en los casos más extremos la violación de las normas.
TRASTORNOS ALIMENTARIOS
Uno de los problemas mentales que más preocupa a los padres es el de los trastornos alimentarios que pueden consistir en la intención de perder peso continuamente (anorexia) o en la ingesta de grandes cantidades de comida seguida de la inducción al vómito (bulimia).
Valentín Martínez-Otero, coordinador de psicología: “Los profesores deben recibir formación respecto a los trastornos frecuentes”
El coordinador del área de Psicología del Centro de Enseñanza Superior “Don Bosco” señala que hoy “se va tomando más conciencia de la presencia de trastornos mentales en los primeros tramos de la vida. Por otro lado, padres y maestros están cada vez más sobrecargados y les cuesta identificar estos problemas”.
Al hablar de los trastornos que no son de origen genético, Martínez-Otero destaca como causas que los provocan “los malos tratos, un clima muy rígido y represivo, la ausencia de comunicación y de cariño, la desatención o la sobreprotección, entre otras cuestiones. En el caso de la escuela, además de las buenas relaciones es necesaria la preparación técnica de los profesores. Deben recibir formación que les sensibilice respecto a algunos trastornos frecuentes y que les permita derivarlos a los profesionales de salud mental, ya que la falta de formación puede generar o acrecentar un problema del alumno”.
Una vez se detecta un problema en el alumno, en la atención especializada “hay de todo. Las administraciones tienen que intervenir más en este terreno”.
Víctor Santiuste, catedrático de Educación de la UCM: “Algunos padres son reticentes a creer que su hijo sufre un problema mental”
Víctor Santiuste, catedrático de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que “ahora surgen más problemas mentales en los jóvenes, al menos en ciertos niveles. Destacan los relacionados de las cuestiones emocionales y están condicionados por la sociedad en que vivimos”.
La detección de los problemas mentales es importante. “Ahora están apareciendo más medidas para detectar estos trastornos mentales, aunque no son frecuentes. En los colegios, los gabinetes de orientación se encargan de la detección del fracaso escolar, que puede estar producido por dolencias mentales. En problemas más profundos las medidas de diagnóstico son superficiales. Es necesario que los psicólogos clínicos establezcan un seguimiento continuo de todos los casos”.
En la localización y tratamiento de los problemas mentales, “la relación deficiente entre padres y profesores constituye un serio problema. Algunos de los padres se muestran reticentes a creer que su hijo sufre un problema mental, cuando lo que deberían hacer es buscar ayuda”.