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Educación USA: tras la sombra de la guerra

El próximo 2 de noviembre, Estados Unidos elegirá a su presidente para los próximos cuatro años. Han pasado meses de agotadora campaña con la guerra contra el terrorismo en primer plano y los asuntos domésticos (salvo la seguridad) relegados a una presencia minoritaria. La Educación no ha sido excepción y también se ha visto eclipsada por la alargada sombre del 11-S y sus sucesivos acontecimientos.
Miércoles, 27 de octubre de 2004
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Durante el tercer debate televisado entre George W. Bush y John Kerry, dedicado en teoría a discutir asuntos de política interna, la Educación estadounidense mereció poco más de un minuto de tiempo. Intervención, réplica y a otro tema. Dos mensajes obvios y ningún tipo de análisis lejanamente serio.

De hecho, cuando el presidente trató de esquivar una insidiosa pregunta sobre desempleo cantando las glorias de la No Child Left Behind Act (NCLB, la primera ley educativa federal en EEUU desde 1965, aprobada en 2002), su enjuto oponente se encargó de recordarle que no era momento de “hablar de Educación”.

Y es que la enseñanza ha cotizado muy a la baja durante la campaña para las presidenciales del 2 de noviembre. Sujeta a una suerte de pacto de estado entre los dos grandes partidos y eclipsada por la sangrienta actualidad exterior, ambos candidatos parecen haber reconocido que hablar de Educación supone un riesgo innecesario para tan poco rédito electoral.

Financiación

Esto no significa que los norteamericanos miren con indiferencia hacia su sistema educativo. A nadie escapa que la NCLB fue promulgada porque la antaño excelsa escuela pública americana (90% del sistema) seguía, tras años de reformas y para vergüenza nacional, a millas de demasiados países asiáticos y europeos en cuanto a resultados. Elevar el nivel mínimo y reducir desigualdades fueron los preceptos básicos de una ley que ampliaba el margen de maniobra del poder federal, tradicionalmente escaso en un modelo de marcado corte estatal y local. Demócratas y republicanos hicieron piña y la ley se aprobó por abrumadora mayoría. En la actualidad, Washington tiene más peso en la vida de los colegios e institutos de EEUU que nunca. Sin embargo, la enseñanza sigue encontrando en las elecciones a alcalde o gobernador del Estado su espacio natural.

En las grandes apariciones, Kerry ha centrado su discurso en criticar la falta de financiación para llevar a buen término una ley tan ambiciosa como para pretender que “ningún niño quede atrás” en 2014. Es decir, 100% de graduados en Secundaria para competir en la nueva economía en 10 años (la tasa de fracaso actual se estima en el 15%). Son los famosos 28.000 millones de dólares que el candidato demócrata acusa a Bush de haber escatimado mientras “usted baja los impuestos 89.000 millones al 1% más rico del país”, maliciosa comparación utilizada por Kerry en el único debate con menciones educativas.

Cheque escolar

Tras la cifra mágica, eje de la campaña demócrata, la izquierda estadounidense plantea un programa en algunos aspectos similar al de su homóloga europea: más actividades extraescolares, reducción de ratio, mejoras salariales, disgregación de centros poco manejables en varias unidades…

Más importante, Kerry se ha opuesto firmemente a uno de los puntos esenciales de los republicanos en su interpretación y aplicación de la NCLB. Se trata de penalizar a los centros que obtengan malos resultados retirando fondos federales e incluso animando a los padres a que cambien de centro a sus hijos dándoles cheques escolares para que vayan a la privada o pagando el transporte a otro público que quede más lejano a sus domicilios. Un acoso y derribo sin tapujos con el que los republicanos pretenden reanimar por electroshock a las peores escuelas del país.

Aparte de defender el sistema de cheques “porque amplia las opciones de los padres” y la penalización como revulsivo, el Partido Republicano se ha empleado más en defenderse de los ataques demócratas que en sorprender con propuestas innovadoras y creíbles. Como novedades, Bush quiere atraer a profesionales de la empresa privada para que enseñen a tiempo parcial en los centros americanos. El resto, básicamente seguir la línea marcada y fomentar la lectura como “seguro de vida”. Y acusar (una vez más) a Kerry de contradecirse al apoyar entusiasta la NCLB en 2002 y pregonar ahora la reforma de sus aspectos más polémicos.

Programa educativo de Kerry

1. Eliminar el cheque escolar entendido como método oficial para penalizar a los centros públicos que obtengan malos resultados.

2. Financiación suficiente de la ley No Child Left Behind. Para empezar, los 28.000 millones de dólares que en su opinión ha escatimado Bush.

3. Programa de apertura de centros en horario no lectivo destinado a tres millones y medio de alumnos.

4. Disgregar en varias unidades los grandes institutos urbanos con malos resultados y problemas de convivencia.

Programa educativo de Bush

1. Fomentar el cheque escolar para que los alumnos de centros públicos con fracaso escolar puedan ir a la escuela privada.

2. Puesta en marcha de varios programas de promoción de la lectura como la Striving Readers Initiative.

3. Incentivar al profesorado que enseñe en zonas desfavorecidas. Atraer hacia la docencia a profesionales de la empresa.

4. Mejorar la contabilidad en la evaluación de resultados escolares con objeto de mejorar el diagnóstico de problemas.

De maestra rural a Primera Dama

Licenciada en Magisterio por la Universidad Metodista del Sur y maestra en pequeñas ciudades tejanas antes de conocer a su marido, Laura Bush es un complemento ideal para transmitir compasión y valores educativos mientras el presidente atiende empresas menos fotogénicas. Embarcada en varias iniciativas sobre lectura en edades tempranas, la Primera Dama se deja ver con frecuencia libro en mano y rodeada de un corrillo de niños multiétnico. Con su rígida sonrisa, el rostro de Laura es casi un símbolo de la profesora comprometida pero un tanto inaccesible que quizá fue un día.

Entre Malibú y el Bronx

Complejo y dispar como pocos, el sistema educativo estadounidense se divide en realidad en 50 sistemas con entidad propia, tantos como estados configuran la geografía de la superpotencia. Más aún, la división administrativa en distritos escolares (school districts) –un barrio, una pequeña población– y el alto nivel de autonomía de que gozan estos hace casi imposible ofrecer un perfil más o menos uniforme de la enseñanza norteamericana.

En el reparto de competencias, el Gobierno federal se reserva la elaboración del mínimo común denominador que debe aparecer en los currícula de las materias básicas (luego cada estado desarrolla sus propios temarios), buena parte de la evaluación del sistema, la inspección para que ningún centro vulnere principios constitucionales y el reparto de ayudas económicas. Con la No Child Left Behind, Washington aumentó sustancialmente su influencia en la enseñanza día a día al emprender una política de recompensa y castigo a los centros según sus resultados. Aún así, la financiación sigue correspondiendo en un 50% a los estados, mientras que las entidades locales manejan el 41% y el Estado sólo el 7% (el 2% restan te procede de la iniciativa privada).

Aunque las diferencias entre Pública y Privada son notables en cuanto a rendimiento escolar, muchos coinciden en que el verdadero problema de la enseñanza estadounidense procede de las profundas desigualdades dentro de la red pública. Al existir un sistema de financiación tan descentralizado, el estatus socioeconómico de la zona en la que se ubica el centro determina las características del mismo. Así, en EEUU conviven institutos públicos de suburbio rico con bonitas zonas ajardinadas y piscina junto al tristemente clásico y mugriento high school de ghetto donde hasta el profesor más irredento se descorazona.

“El gran problema de la Educación en EEUU son las diferencias en la Pública”

Desde su despacho en Washington, Miguel Martínez dirige la representación educativa española en territorio USA.

—¿Cree que la guerra contra el terrorismo o la invasión de Irak han eclipsado temas internos como la Educación?
—Sin lugar a dudas, la Educación no está siendo un tema de debate principal en esta campaña. Hay que tener en cuenta que la actual Ley federal de Educación (No Child Left Behind) recibió un respaldo entusiasta y prácticamente unánime, tanto del partido Demócrata como del Republicano. La posición del Senador Kerry es que esta ley es buena, pero que ha carecido de la financiación necesaria y de una implementación adecuada.

—Aparte de la financiación de la ley (los 28.000 millones de dólares que Kerry dice se hubieran necesitado para llevarla a buen término), ¿hay otros temas a debate en la campaña? ¿Reformaría el Partido Demócrata algunos puntos en caso de ganar las elecciones?
—Además de la promesa de recuperar los 28 millones que consideran no invertidos, el Partido Demócrata ha anunciado la financiación de programas de educación complementaria (after school programs), para 3.5 millones de niños, manteniendo sus escuelas abiertas hasta las 6 de la tarde. El senador Kerry es contrario al uso de cheques escolares (“vouchers”) para penalizar a las escuelas con pobres resultados y ha propuesto explorar la posibilidad de retirar el carnet de conducir a los que abandonen sus estudios, entre otras medidas para reducir la tasa de fracaso escolar. También ha propuesto fragmentar institutos de gran tamaño sustituyéndolos por otros de menor número de estudiantes matriculados, donde pueda ofrecerse mejores servicios.

—¿Existe acuerdo sobre las políticas de promoción de centros concertados en el sistema estadounidense?
—Ambos partidos apoyan la enseñanza concertada (“charter schools”) como modelo innovador de centro sostenido con fondos públicos pero con un proyecto docente original y gestionado por una empresa privada (el operador chárter), que ha de rendir cuentas al Distrito escolar, al Estado y al Gobierno federal, como cualquier otra escuela pública, pero que puede gestionarse con un ámbito de autonomía e independencia sustantivamente mayor. Se trata de un movimiento bastante consolidado, bajo cuyo régimen estudian más de medio millón de estadounidenses y que puede traducirse como escuela concertada sólo por analogía, ya que es distinto de las escuelas católicas, episcopalianas, etc., que, en EEUU son escuelas privadas.

—-¿Se ha hablado de violencia escolar? ¿Hay división de opiniones entres demócratas y republicanos sobre este tema?
—No es un tema del que se haya hablado mucho. La preocupación del país y de todos sus representantes es unánime en el repudio de esta forma de violencia, que ha venido disminuyendo a lo largo de la última década (de 48 por mil a 33 por mil entre los 12 y los 18 años), según un estudio de 2001. Parece que la tendencia bajista sigue, aunque asciende el número de estudiantes que pierden algún día de clase por temor a sufrir una agresión en la escuela. En todo caso, las cifras de violencia escolar y no escolar son todavía muy superiores en EEUU, si las comparamos con las españolas y europeas.

—Parece que en EEUU las diferencias de nivel, más que entre Privada y Pública, se encuentran dentro de la propia Pública. El abismo entre un ‘high school’ de suburbio rico con jardines y pistas de tenis y otro en el ‘ghetto’ con paredes desconchadas y detectores de metales.
—Es exactamente así; aunque estadísticamente, los resultados académicos de la enseñanza privada son mejores que los de la pública, lo realmente decisivo en términos de calidad de enseñanza es la ubicación del centro. Teniendo en cuenta las características de la financiación del sistema escolar público y el elevado componente municipal de la misma, el presupuesto de los centros y la demografía de su alumnado es esencialmente dependiente del emplazamiento geográfico del mismo.
 

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