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Bye, bye a la escuela comprensiva

En la legislatura que termina, el Gobierno laborista ha emprendido una serie de reformas que, con toda probabilidad, significarán el fin de la comprensividad en las aulas británicas para finales de esta década. El grueso de la reforma se encamina a favorecer la reconversión de las escuelas comprensivas (todo igual para todos hasta los 16 años) en escuelas especialistas en un área concreta. Muchas ya han acometido el cambio, y otras tantas tendrán que hacerlo en los próximos años si no quieren quedarse rezagadas en el nuevo esquema de la enseñanza inglesa.
Miércoles, 27 de abril de 2005
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Tras mejorar de forma espectacular los resultados en Primaria, el Gobierno laborista de Tony Blair arrancó su segunda legislatura en 2001 con la muerte del modelo comprensivo en el punto de mira. Sin duda, el café para todos en la Secundaria había agotado la paciencia de un país amante del esfuerzo individual sobre todas las cosas. En uno de los sistemas educativos más abiertos del planeta, la filosofía igualitaria terminó por extirparle su bien más preciado: la diversidad.

Descenso en el nivel general, conflictividad rampante… A unas raíces culturales que casan mal con las ataduras de la comprensividad se unieron hechos objetivos de difícil discusión. El resultado han sido cuatro años de reforma paulatina que, gane quien gane las elecciones del 4 de mayo, continuará su andadura en la próxima legislatura.

La estrella guía del nuevo modelo se sitúa en la adquisición de una personalidad propia (ethos) por parte de todos los centros de Secundaria. En este nuevo marco, las specialists schools (especializadas en un área concreta, aunque también enseñen el currículum básico) han marcado una pauta de reconversiones imparable.

Y es que el cambio de comprensiva a especialista –que el Gobierno promueve a través de jugosos incentivos– empieza a verse en la comunidad educativa inglesa (galeses, escoceses y norirlandeses van por libre) como una estrategia de supervivencia irrenunciable. Más de 2.000 antiguas escuelas comprensivas han acogido la especialización con los brazos abiertos en los últimos cuatro años.

Más aún, el Gobierno confía en que no quede una sola comprehensive al finalizar esta década. Los resultados le apoyan: las primeras evaluaciones han demostrado que las escuelas especialistas obtienen mejor rendimiento entre sus alumnos que aquellas que no lo son.

Opciones

Para centros problemáticos en zonas urbanas se reserva el formato city academy, escuelas ubicadas en modernos edificios que sustituyen a comprehensives incapaces de remontar el vuelo. En número ya superior a 200 en toda Inglaterra, éstas se crean y gestionan a instancias de empresas, asociaciones o grupos religiosos de la comunidad local, que aportan un patrocinio de dos millones de libras (el resto, unos 20 millones, corre a cuenta del estado). Como peculiaridad, las city academies gozan de mayor margen para adaptar el national curriculum (dictado por el Gobierno) a las necesidades de su entorno. Se entiende que para orientarlo hacia la Formación Profesional, aunque esto no resulta claro (ni es mucho menos obligatorio) para todos los casos.

Así, tras la reforma, el mapa de la enseñanza Secundaria de financiación pública en Inglaterra queda poblado por cinco tipos de centros: comprensivas (en vías de extinción), especialistas, academias urbanas y otros dos a los que la nueva política educativa afecta menos. Son las faith schools –religiosas con gran autonomía en cuanto a su oferta educativa y a la admisión de alumnos– y las grammar schools –públicas pero concebidas para la élite intelectual del país desde los 11 años–. Salvo las comprensivas, todas ellas ofrecen opciones diversas a sus estudiantes según intereses y habilidades a partir de los 14 años. Un esquema que arroja algo de luz sobre la multiplicidad de opciones educativas en una nación que, suele decirse, permite todo lo que no está expresamente prohibido.

Evaluación

Otro principio que sustenta la Educación en la era Blair es la “autonomía a cambio de contabilidad”, entendida ésta como la capacidad de rendir cuentas ante la Administración. Siguiendo el camino que iniciaran los conservadores a finales de los 80, el Gobierno británico está animando a todos los colegios a independizarse de la Administración con el fin de agilizar su gestión. En contrapartida, cualquier ciudadano tiene derecho a saber qué tal funciona un centro determinado a través de las league tables (clasificaciones) elaboradas a partir de evaluaciones externas que pasan todos los alumnos de 7, 11 y 14 años.

Si el centro agoniza en el pozo de la mediocridad, el Gobierno se reserva el derecho de sustituir al equipo directivo en bloque o de cerrarlo sin remisión. Si por el contrario los resultados son cada vez mejores, al colegio se le abre un abanico de incentivos y posibilidades de expansión nada desdeñable.
Una vez resuelta la falta de flexibilidad en la Educación inglesa, los laboristas buscan el apoyo del electorado para acometer otra reforma de calado, ésta vez de tintes más igualitarios y enfocada a la Formación Profesional.

La actual secretaria (ministra) de Educación, Ruth Kelly, se ha puesto como objetivo clarificar y dignificar las titulaciones profesionales para que la FP deje de ser considerada como la “opción menos buena”. También de inspiración poscomprensiva, 200 nuevas escuelas para los alumnos con mayor vocación profesional estarán en marcha en 2008 si los laboristas reeditan sus victorias de 1997 y 2001. Kelly garantiza que todos los alumnos, sea cual sea su camino más allá de los 16 años, atesorarán un nivel básico en matemáticas y lengua al finalizar la Educación obligatoria. Otros apuntan que tal institucionalización de la diversidad recuerda peligrosamente a la Educación victoriana…

Principales promesas

Laboristas: 1. Facilitar la expansión y crecimiento en el número de plazas de las escuelas estatales de mayor prestigio.

2. Animar a todas las escuelas secundarias a especializarse en al menos un área para 2008 (aquellas que ya lo hayan hecho podrán especializarse en dos áreas).

3. Animar a todos los colegios públicos a que se acojan al modelo “fundación”, en la práctica independencia para administrar sus recursos y controlar la admisión.

4. Reemplazar a las escuelas con peores resultados por city academies (gestionadas por el sector privado).

5. Renovar a reconstruir todas las escuelas secundarias en un periodo no superior a los 10-15 años.

Conservadores: 1. Permitir que los padres soliciten plaza en cualquier escuela pública para quitar a las autoridades locales competencias en admisión.

2. Permitir un control directo de cada centro sobre los procesos de admisión (incluida la posibilidad de realizar exámenes previos).

3. Crear un sistema parecido a los cheques escolares por valor de 5.000 libras cada uno (el coste de una plaza en la Pública) para estudiar en la enseñanza privada.

4. Reforzar la disciplina escolar, por ejemplo haciendo casi imposible que un padre demande al colegio de sus hijos.

5. Crear centros específicos para alumnos conflictivos con posibilidad de vuelta al sistema normal.

“Es difícil seguir igual en un entorno cambiante”

MAGISTERIO ha entrevistado a John Carrivick, jefe de Educación del British Council.

¿Desaparecerán las escuelas comprensivas en Inglaterra?
La verdad es que cambiar es muy apetecible. Sospecho que se está creando una inercia que hace imposible que los colegios se queden como están. En parte por el beneficio financiero, pero también porque es muy difícil mantenerse igual en un entorno en el que los demás están cambiando, aparentemente con buenos resultados.

¿De qué grado de autonomía gozan las escuelas que optan por desvincularse de la Administración?
Dentro de un orden. Tienen que adoptar el national currículum, pasar las inspecciones… Lo que cambia es la independencia para conseguir los mismos fines de forma más ágil. Se trata de imprimir una personalidad distinta para servir al objetivo común.

¿Proliferan las críticas por la posibilidad de seleccionar en la admisión?
Hay temas que se están revisando en la Educación británica. Se reconoce que tiene que haber más transparencia: cada colegio tiene un sistema distinto… Existen unos criterios públicos, que dependen de cada zona y de cada tipo de colegio, pero en algunos casos no está claro que se estén cumpliendo.

¿Cuestiona algún partido el nuevo sistema?
En la campaña, los principales partidos se dirigen a aspectos puntuales de la vida escolar más que al sistema en sí. Clases más pequeñas, más disciplina… Este tipo de cosas. Nadie dice “¡Volvamos a la comprensividad!” o “¡Abajo las escuelas especializadas!”. En realidad, tras las especializadas hay mucho de comprensividad, ya que se acepta a alumnos con diferentes capacidades. Lo que se pretende es tener un toque de excelencia en un área determinada sin abandonar el national curriculum.

¿Se tiende a la selección natural en la enseñanza?
La filosofía del Gobierno es dejar que los colegios buenos se expandan y que los malos desaparezcan, bien por transformación o por simple desaparición. Cuando el caso es muy grave, hay un estatus –medidas especiales– que obliga al centro a hacer ciertas cosas durante un periodo de tiempo. Si lo consigue, sigue en medidas especiales. Si no, hay dos caminos: se cierra el colegio o se cambia el equipo directivo.
 

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