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¿Son las becas solución a nuestros males?

Uno de los objetivos europeos y españoles para el 2010 es reducir al 10% el porcentaje de jóvenes de entre 18 y 24 años que abandonan los estudios habiendo cursado solamente Secundaria superior. Un propósito casi inalcanzable a tenor de las cifras actuales de abandono temprano, los últimos datos de fracaso escolar y la tendencia al alza que se adivina para los próximos años.
Miércoles, 28 de septiembre de 2005
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Autor: Débora GARCÍA/J.M.L.

Zapatero anunció el lunes pasado que serán 40.000 los alumnos que podrán acogerse a la becas que ofrecerá el MEC para continuar sus estudios –la mayoría de ellas destinadas a estudiantes universitarios.

Todo el dinero destinado a Educación es bien recibido, pero ¿realmente va bien encaminado el gasto? ¿conseguirá que descienda la tasa de abandono escolar temprano, como ha sugerido alguna vez la ministra de Educación? Los datos de estos indicadores son alarmantes. Ambos se sitúan en un promedio del 29,8 y 29,9%, respectivamente, y si el Ministerio desea reducir el abandono al 10% en 2010, tal y como se recoge en el documento Objetivos educativos europeos y españoles. Puntos de Referencia 2010, rubricado por el MEC, es muy probable que se tenga que replantear el sistema actual de concesión de becas, de gasto e, incluso, el propio sistema educativo español.

Tendencia al alza

Lo que está claro es que en tan sólo tres años el fracaso escolar ha subido casi cinco puntos y se ha pasado de algo más del 25% a un 29,9% de media. Y en muchas comunidades como Extremadura, Canarias, Castilla-La Mancha, Andalucía o Baleares el porcentaje se dispara más allá del 30%.

La pregunta es si las becas a los alumnos de Secundaria superior (Bachillerato y FP de Grado Medio) sirven para recortar el abandono escolar temprano o, lo que es lo mismo, si son suficientes para que los alumnos se decidan a acabar esta etapa educativa.

El problema es que no existe una causa de abandono de los estudios, sino al menos tres. Por un lado, se encuentra el abandono económico: los jóvenes dejan de estudiar porque necesitan aumentar los ingresos en sus hogares para poder vivir con sus familias; este es el tipo de abandono al que van destinadas las becas.

Por otro lado, hablaríamos del abandono laboral, que se caracteriza porque los jóvenes, aún teniendo recursos por encima del umbral de renta marcado para obtener beca, deciden ir al mercado laboral sin titulación y ganar relativamente altas (para su edad) cantidades de dinero en actividades como la hostelería, el turismo o fábricas en las que no se requiere una cualificación académica. ¿Es la solución aumentar el umbral de renta? Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Educación en la UCM, se pregunta si es “ético ‘sobornar’ a los jóvenes para que continúen sus estudios”. Además, duda de que estudien realmente por ese método.

Aunque los datos descritos no permiten saber a qué tipo de familias pertenecen quienes continúan sus estudios –nivel educativo de los padres, renta anual familiar…–, según Rafael Feito Alonso, Sociólogo de la Educación en la UCM, “parece confirmarse algo que ya se observó en los trabajos que se hicieron con datos del último censo: donde hay posibilidades de encontrar empleo bien retributivo a edades tempranas la gente sale antes del sistema educativo y no se plantea estudiar más años para ganar un dinero que ya pueden conseguir”, señala. Quizá este argumento explique los altos porcentajes de comunidades ricas como Baleares y parte de la costa mediterránea (Murcia y Comunidad Valenciana), lugares donde funciona la atracción de la industria turística.

En cambio, algunos expertos señalan que muchas veces los altos porcentajes de abandono se deben a que la escuela lo que hace en buena medida es privilegiar a los ya privilegiados puesto que los padres y madres con Educación universitaria o al menos de Secundaria superior con más bajos. Otra teoría que vendría a ser un apoyo más a la anterior hace referencia a que en estas comunidades se ha generalizado la jornada continua matinal. “Esta generalización podría ser la responsable de estos bajos rendimientos en los estudiantes”, asevera Feito Alonso.

Un dato destacable es que de las 17 comunidades autónomas sólo seis están por debajo de la media española, cifrada en un 29,8%, en lo referido al abandono temprano: Asturias con un 27,6 %; Galicia (23,5), Aragón (22,9), Castilla y León (22,3), Madrid (21,2) y Navarra con un 19,4%. A estas seis comunidades les siguen muy de cerca, con algunas décimas por encima de la media nacional, Cantabria y Cataluña con un 30 y un 30,2%, respectivamente.

Las islas, la zona sur de España, buena parte de la costa mediterránea y alguna comunidad del norte se ven afectadas por el abandono a gran escala. Sin embargo, algunas de ellas (Baleares o Cataluña) son las que menos becas reciben por alumno. Por tanto, si se pretende corregir el abandono por el sistema de becas, estas necesitan más imaginación. En caso contrario, será un fracaso.

Abandono, fracaso y becas

El gráfico adjunto parece claro: el abandono escolar temprano (es decir, aquellos que han abandonado los estudios sin obtener un título de Bachillerato o FP) depende del fracaso escolar en la ESO –es decir, sobre todo de las características de un sistema educativo en crisis– y no de la política de becas.

O eso, o la política de becas está mal diseñada (también vale conjunción copulativa entre ambas causas). Por tanto, simplemente un aumento de becas no tiene visos de acabar con el abandono escolar temprano.

Este abandono no es sólo uno de los objetivos de Lisboa (al fin y al cabo, políticos). Lo preocupante es que aquellos que no consigan esta titulación quedarán excluidos de la sociedad del conocimiento y de la formación permanente (vaya, otros objetivos políticos). No, lo realmente preocupante es que se sitúan en una precariedad social que puede situarlos en riesgos tales como el paro o la pobreza si se producen vaivenes económicos o sociales en los próximos años. Y, por lo que parece, los esperamos.
 

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