Carta de rectificación a MAGISTERIO
Cualquier persona relativamente iniciada en el conocimiento del sistema educativo español y, en concreto, del universitario sabe que España se encuentra por encima de la media de la OCDE en cuanto a estudiantes universitarios: en nuestro país, el porcentaje de población de 25 a 34 años con estudios superiores es del 38%, situándose en niveles similares a Finlandia (38%) y EEUU (39%), y superiores a la media de la OCDE, que es de un 31%.
Por otra parte, el porcentaje de población mayor de dieciséis años con estudios de tercer grado prácticamente se ha duplicado desde 1991 hasta 2001. Y las tasas de escolaridad por grupos de edad se han incrementado en los últimos años, situándose en el curso 2005-2006 en el 56,5% para la población entre 18 y 20 años, y en el 32,4% para la población entre 21 y 24 años.
Pero a pesar de la gran evolución que ha experimentado el sistema universitario español en las dos últimas décadas y de que se encuentra ya por encima de la media europea y de la OCDE en cuanto a tasas de escolarización, los efectos negativos del descenso demográfico son innegables y se han dejado sentir en todos los niveles educativos. Así pues, la matrícula en educación primaria se ha reducido un 10,7% desde 1995-96 hasta 2005-2006. En la ESO, si consideramos como punto de referencia el curso 2000-2001, momento en que está prácticamente completada su implantación, hasta el curso 2006-2007, se ha producido un descenso en el número de matriculados del 5,6%, siendo la reducción en el último curso del 0,7%. Este descenso poblacional se ha transmitido a todos los niveles posteriores, tanto bachillerato como educación universitaria. Sin embargo, es de esperar que esta trayectoria descendente se recupere en unos años, gracias al crecimiento demográfico que se está produciendo en nuestros días: en menos de diez años, desde 1998 hasta 2005 el número de nacidos se ha incrementado un 27,5%, situándose en 465.616. Este efecto se está haciendo visible ya en la educación infantil, especialmente en el segundo ciclo, que sólo en el último curso se ha incrementado en un 3%, y en la educación primaria, con un incremento de 1,4%.
Estos datos evidencian la repercusión de las oscilaciones poblacionales en los diferentes niveles educativos. Intentar negar este efecto y buscar otras explicaciones al descenso de la matrícula en el sistema universitario sólo puede obedecer a una interpretación de los datos carente de objetividad y parcial.
Vicesecretaria de Estudios
Consejo de Coordinación Universitaria
Naturalmente
Estimada Sra. Moneo:
Nada más lejos de mi intención que molestar a los técnicos que trabajan con los datos. Manejo mucho los números que son resultado de su esfuerzo, y sé lo que cuesta sacarlos adelante.
Sobre los datos que expone sobre las oscilaciones demográficas nada tengo que decir: las conozco, y nunca se me ha ocurrido negar que existan. Son el resultado de una serie de políticas familiares desastrosas encadenadas desde hace lustros y de la extraña conciencia en muchos políticos de que la familia es enemiga del Estado o de la democracia.
Sobre los efectos que ello produce en la Educación, también son conocidos: recursos sobrantes y capital humano que ve peligrar sus puestos. Daría mucho que hablar sobre la elefantiasis que recorre nuestro sistema universitario o su rigidez, pero a efectos de saber si las cosas van bien, mal o regular, la verdad es que dicen poco.
Lo único que mantengo en el artículo es, primero, que la causa no es sólo demográfica, sino que se debe también al mal funcionamiento del sistema educativo; y segundo, que los datos ofrecidos en el informe no permiten afirmar que la única causa del descenso de universitario sea el demográfico, y que con los datos del informe tampoco se puede afirmar lo contrario.
Ahí si puedo entender su desazón: el documento puede tener mejores datos, aunque los que tenga sean correctos. No sé si eso depende de usted. Lo que sí se es que, echando mano de las estadísticas del MEC y de los indicadores del Instituto de Evaluación, mi tesis sí se sostiene: a ello apuntan la tasa bruta de acceso a la PAU o la tasa neta de escolarización a los 20 años, por poner dos ejemplos.
Ahora, sí le digo que el que usted de la cara dice mucho bueno de usted, y mucho peor para quienes no la dan.
Redactor-jefe
MAGISTERIO