fbpx

La OCDE ensombrece la equidad del sistema educativo español

El nuevo Education at a Glance 2007, elaborado por la OCDE, vuelve a dejar a la Educación española en mal lugar, especialmente si nos fijamos en la Secundaria. Pero además arroja dudas sobre la equidad de nuestro sistema.
Miércoles, 19 de septiembre de 2007
0

Autor: José M. LACASA

Con los inicios de curso llegan no sólo los alumnos, sino también los datos, al menos de la mano de la OCDE. Este año nos presentan el informe Panorama de la Educación 2007, un grueso tomo donde se analiza la marcha de la Educación en  más de una treintena de países del mundo desarrollado. Como los datos suelen ser de dos años atrás, no suele haber sorpresas en la visión general, pero los análisis de los técnicos de la OCDE son bastante completos y ofrecen nuevas perspectivas para mirar los datos fuera de los caminos trillados.
Entre lo que sabíamos está que la Educación española va muy mal. Que la Secundaria está destrozada ya lo imaginaría el amable lector, pero siempre angustia ver cómo la octava economía del mundo se ha diseñado un sistema educativo que le sitúa más allá del puesto 20 de la OCDE. También se puede ver que los alumnos que escapan vivos de nuestra Secundaria ya han entrado en la Universidad, pero no les ha dado tiempo a salir.
Por centrarnos en algunos datos, más o menos conocidos, pero confirmados ahora por la OCDE, están las tasas de graduación en Secundaria superior: el 2005, sólo el 41% de la población entre 45 y 54 años tenía al menos el título de Secundaria superior; la década más joven, entre 35 y 44, había mejorado 13 puntos, situándose en el 54%; los de entre 25 y 34 años habían mejorado a su vez 10 puntos, situándose la tasa a esa edad an el 64%. Desdichadamente, el tramo entre los 20 y los 24 años de edad ya interrumpe esa tendencia, pues sólo tiene un 62% de graduados en Secundaria superior según Eurostat.

Bachillerato y FP

En general, los datos de Secundaria muestran que seguimos teniendo un déficit de alumnos que escojan la vía de la Formación Profesional en comparación con Europa, lo cual no es de extrañar si tenemos en cuenta que nuestro sistema deja sin posibilidad de seguir estudiando esta vía al 30% de los alumnos (los que engrosan las filas del fracaso escolar). Tenemos tantos bachilleres como la OCDE, pero muchos menos graduados en FP. Sin embargo, el MEC lo que el problema está en que no hay bastantes graduados en Bachillerato, a tenor de la nueva reforma.
Aunque la Universidad no se ha visto tan afectada por las reformas educativas de 1990, ya comienza a sentirlas. Por ejemplo, España es el único país, junto con Nueva Zelanda, que ha bajado en los últimos cinco años el porcentaje de población que entra en la Universidad.
En concreto, en 2000 el porcentaje de población que accedía a la Universidad era del 47%, el mismo que el de la OCDE y un punto por encima de la media de la UE-19; en 2002 era del 49%, aunque ya estábamos tres puntos por debajo de la media de la OCDE; en 2005 el indicador español se desplomaba hasta el 43%, mientras que la media de la OCDE estaba ya en el 54%, y la de la UE-19 en el 53%. No sólo habíamos perdido cuatro puntos porcentuales, sino el tren de los países desarrollados que tanto nos había costado coger: hoy estamos 11 puntos por debajo.
Un indicador curioso, teniendo en cuenta que se alargó la escolarización obligatoria con la Logse, es que mientras que en 2000 el porcentaje de personas entre los 20 y los 29 años que continuaban estudiando era del 24%, cinco años después era menor, de sólo el 22%. En este caso, volvemos a ser el único país que tiene una evolución negativa, mientras que la media de la OCDE pasó del 22% en 2000 al 25% en 2005.

Equidad de inequidades

Una de las novedades del informe de la OCDE de este año es el importante papel que ocupa el análisis de las expectativas de los alumnos a los 15 años, extraídas del informe PISA 2003. Según el estudio, los alumnos españoles que esperan terminar una carrera universitaria es del 48,4%, muy cerca del total de la OCDE (50,7%). Además, el nivel de equidad de nuestro sistema educativo es alto, teniendo en cuenta el origen social de nuestros alumnos, según PISA 2003.
Por ello, no deja de sorprender el elevado nivel de inequidad en las expectativas de los alumnos, inequidades creadas por el sistema español y que son mucho menores en Europa.
Por ejemplo, las expectativas de obtener un título universitario de las chicas en la OCDE están seis puntos por encima de las de las chicas, pero en España son de 15 puntos, sólo superadas por Hungría, Italia y Portugal.
Pero más radical es aún la diferencia entre las expectativas de los alumnos si se agrupan por niveles de rendimiento PISA. Mientras que en la OCDE la diferencia media de esperanza de acabar la universidad  entre los alumnos de alto rendimiento y los de bajo rendimiento es de 45 puntos, España vuelve a situarse en el extremo más inequitativo: nada menos que 73 puntos separan las expectativas del grupo con menos rendimiento del grupo con mejores resultados. Sólo nos superan Hungría y Eslovaquia.
Estos contrastes resaltan más en un fondo “equitativo” como en el caso español. Un sistema que ya no marcaría distancias por razones socioeconómicas, pero que comenzaría a marcarlas, y muy exageradas, por razón de sexo y de rendimiento. Dentro de la uniformidad, la escuela española sigue clasificando.

0