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Mi homenaje a MAGISTERIO

José María de Moya, actual director de MAGISTERIO, periódico profesional de Educación de larga y fecunda historia, nos ha recordado en los últimos días cómo esta publicación nació hace ya más de 140 años, siendo decana de la prensa no diaria.
Jueves, 22 de noviembre de 2007
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Creo que es motivo de alegría y satisfacción para todos los que de una forma u otra estamos vinculados a él, en calidad de lectores y colaboradores, así como también de justicia que tributemos a MAGISTERIO el reconocimiento agradecido a su trayectoria y el homenaje que se merece.

Hace ya muchos años establecí contacto con el periódico profesional de la mano de mi profesor y amigo, el insigne geógrafo Pedro Chico y Rello, maestro de maestros, catedrático de la Escuela Normal de Magisterio “Pablo Montesinos” de Madrid.

Chico y Rello, ilustre colaborador de nuestro periódico, publicó en él, entre sus muchos trabajos, “El Diario de la Vieja Escuela Superior del Magisterio”, institución de la que él había sido alumno, fundada en 1909 y que pervivió hasta 1932, momento en que desaparece al crearse la Facultad de Pedagogía en la Universidad Complutense de Madrid. En aquella institución se formaban quienes aspiraban a ser inspectores de primera enseñanza o catedráticos de Escuelas Normales. Así mismo, el ilustre catedrático alumbró en nuestro periódico una biografía de Gabriel y Galán, donde analizaba la vida y obra del poeta en su faceta de maestro de escuela.

En estos momentos, propicios a la nostalgia y al recuerdo, acude también a mi memoria Juan Pérez Mirá, “Juan Piedrahíta”, al que conocí siendo yo alumno de Magisterio. Él ejercía su trabajo en la secretaría de la Escuela Normal de la Ronda de Toledo, y gozaba de prestigio y popularidad por sus artículos en MAGISTERIO. Los maestros veteranos todavía recordarán “Con el puntero”, colaboración suya habitual y que firmaba con el pseudónimo de “Don Vermundo”.

He tenido la suerte de conocer a muchos de los directores del periódico, desde el marqués de Villareal al actual, José María de Moya, pasando por José Luis Sastre, Pedro Orive y Mercedes Eguíbar, toda una institución en esta casa. Orive, fallecido en plena madurez, siendo catedrático de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, me incorporó a su equipo de colaboradores cuando se hizo cargo de la dirección de MAGISTERIO, y tuve durante bastante tiempo una columna fija que titulé “Chequeo a la Educación”.

Notas para la Historia

MAGISTERIO es fundado en la ya lejana fecha de 1866, hace algo más de 140 años, y eso lo convierte, como ya hemos dicho, en decano de la prensa no diaria. Época histórica extremadamente difícil y conflictiva, en que  estaba vigente en España la Constitución “Liberal-Progresista” de 1854, no promulgada debido a la falta de sanción real y por el golpe militar que devolvió el poder primero al general O´Donnell y después a Narváez y a los moderados en 1856.

Dos años después del nacimiento de nuestro periódico, en 1868, tiene lugar el destronamiento de Isabel II, hecho que, según Carderera, marcó un descenso notable en el interés por la Escuela Primaria, y para José Luis Abellán, “la revolución de 1868 (…) representa el triunfo del krausismo”, filosofía e ideología que asumiría la Institución Libre de Enseñanza. Abellán indica que “el krausismo fue la ideología de la burguesía revolucionaria como el positivismo fue el de la burguesía conservadora”.

"Resulta fácil suponer y deducir las dificultades que tuvo que hacer frente"

La Constitución de 1869 concebía la instrucción como sostén de la democracia y era consciente del grave problema del analfabetismo en un momento histórico en el que el 70% de la población española no sabía leer ni escribir.

Resulta fácil suponer y deducir las dificultades a que tuvo que hacer frente el MAGISTERIO desde el mismo momento de su aparición, pero a un tiempo reconocer el papel que desempeñó no sólo para tratar de erradicar la lacra del analfabetismo, a la que hemos hecho referencia, sino también en la lucha reivindicativa para mejorar la situación de gran inestabilidad de los maestros, cuyas retribuciones eran entonces abonadas por los ayuntamientos.

La “Ley Moyano”, Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857-–vigente durante más de cien años, hasta la “Ley Villar” de 1970– y la “Ley de Instrucción Primaria” de 2 de junio de 1869, fueron los escenarios legales donde nuestro periódico tuvo que realizar su primera y difícil andadura.

Sus señas de identidad

MAGISTERIO nacía con dos finalidades, ambas complementarias. La primera de ellas, convertirse en foro educativo de información y debate de los profesores de todos los niveles educativos y proporcionar soluciones concretas y reales a los retos educativos de cada momento histórico; la segunda, y quizás prioritaria, defender y potenciar la figura de los profesionales de la Educación y reivindicar en todo momento su papel en la sociedad y su permanente mejora profesional, económica y social.

Y estas dos finalidades las ha perseguido y sigue persiguiendo de manera independiente, sin convertirse en ningún momento en correa de transmisión de fuerza política o grupo de presión algunos.

A lo largo de estos 140 años ha jugado un papel protagonista a la hora de apoyar, discutir y criticar de forma constructiva las múltiples disposiciones legales que en el curso de este tiempo han visto la luz, en un constante e irracional tejer y destejer. No debemos olvidar que, como señala Pedro González-Trevijano, rector de la Universidad oficial Juan Carlos I, en España padecemos de una permanente “hipertrofia legislativa”.

Profesionales prestigiosos del periodismo y la Educación han colaborado y siguen colaborando en tan sugestiva empresa. No puedo por menos de recordar, entre tantos y tantos nombres, a Santiago Hernández Ruiz, Lillo Rodelgo, Justo Pintado Robles, Alfonso Iniesta, Josefina Álvarez, Ana Mª García Armendáriz y un largo etcétera. Recuerdo agradecido a tantos inspectores, directores escolares y maestros.

La dimensión cultural y literaria nunca ha sido ajena a las preocupaciones del periódico, y ya en épocas lejanas Antonio
J. Onieva, “el inspector de los mil saberes”, historiador de los Borgias, publicó en MAGISTERIO alguna de sus obras, como Entre montañas. Esta obra resultó vencedora de un premio literario convocado por nuestro periódico, siendo finalista el prolífico y popular escritor, también inspector, Rafael Pérez y Pérez, con Levántate y anda.

El concurso literario anteriormente citado fue convocado en una época en que nuestro periódico era regido por Victoriano F. Ascarza y Ezequiel Solana y de cuyo jurado formaron parte Ramón Menéndez Pidal, Pérez Ayala y Rufino Blanco.

Mi esperanza y deseo es que MAGISTERIO siga siendo fiel a sus raíces, viva con intensidad el momento presente y tenga puesta la vista en el futuro. Ello llevará, como lógica consecuencia, a que siga teniendo como ejes vertebradores la profesionalidad, la independencia y el buen hacer. A la postre, a “la obra bien hecha” que diría Eugenio d’Ors.

Firmado
Alfredo Mayorga
Inspector y periodista
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