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El dinero no compra los buenos resultados de un sistema educativo

Singapur gasta menos en Primaria que 27 de los 30 países de la OCDE
Martes, 11 de marzo de 2008
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Si la Educación fuese un pastel, se podría decir que la consultora McKinsey ha dado con los ingredientes idóneos para su elaboración y, lo más sorprendente, es que el dinero no es uno de ellos. La receta es el resultado de la investigación Cómo los mejores sistemas educativos llegan a la cima, elaborada por McKinsey & Company entre mayo de 2006 y marzo de 2007 y que encierra las claves y mitos falsos para el éxito de un sistema educativo.

Hasta ahora, varios estudios habían dado cifras y números de quiénes y en qué fracasaban, pero pocos se habían parado a analizar el por qué  de los malos resultados.Con esta investigación, para la que sus autores, Mona Mourshed y Michael Barber, estudiaron 25 sistemas educativos en todo el mundo, incluidos los que el último informe PISA señala como los 10 mejores, sus investigadores pretenden dar respuesta a ese enigma y acallar falsas creencias.

Falsos mitos
Ni invertir más en Educación, ni aumentar las horas de clase, ni reducir la ratio profesor-alumno. El estudio demuestra que muchas de las reformas educativas no han funcionado porque se han llevado a cabo las medidas equivocadas.  Una de ellas es gastar más, pensando que así se conseguirán mejores resultados. Según dicho estudio “a pesar del gasto masivo en Educación –sólo en 2006 los gobiernos mundiales invirtieron dos trillones de dólares– la actividad de muchos sistemas escolares apenas ha mejorado en décadas”. Sin embargo, Singapur, uno de los sistemas educativos que mejor puntúan en el mundo , gasta menos en Educación Primaria que 27 de los 30 país de la OCDE.

Otro error está en pensar que cuantas más horas de clase se impartan, más van a aprender los alumnos. En Finlandia, el ejemplo a seguir en Educación de Europa, los estudiantes no empiezan el colegio hasta los siete años y dan clases de sólo cuatro o cinco horas diarias durante sus dos primeros cursos, “pero a los 15 años, –recuerda la investigación de McKinsey– puntúan alto, a escala mundial, en Matemáticas, en ciencia, en lectura y en resolución de problemas, 50 puntos por encima de sus vecinos noruegos”.

Tampoco la reducción del número de alumnos por clase parece ser la solución del problema, según la investigación, e incluso puede provocar el efecto contrario al esperado,  ya que la disminución de las clases implica contratar a más profesores y por lo tanto, ser menos exigentes en su selección. Así, una investigación llevada a cabo en Tennesse, Estados Unidos, hace 10 años, demostró que la reducción del tamaño de las clases de 23 a 15 alumnos, mejoraba la media de los estudiantes en un porcentaje de ocho puntos, mientras que la asignación de tres profesores efectivos y tres que no lo eran, a una mitad de la clase u otra, respectivamente, –como se comprobó en otro estudio realizado en Dallas– elevaba la mejora a un porcentaje de 49 puntos. Lo que demuestra que “la calidad de un sistema educativo recae sobre la calidad de sus profesores”, señala el informe de McKinsey.

Las 3 claves del éxito
Conseguir que las personas adecuadas se conviertan en profesores. Éste es el primero de los tres ingredientes que deben tenerse en cuenta para que un sistema educativo funcione, según este estudio, que advierte que “la calidad de un sistema educativo no puede exceder la calidad de sus profesores”.

El éxito de los sistemas que mejor puntúan en PISA consiste en atraer a las personas más capacitadas para la enseñanza, explica la investigación. Con este fin, se desarrollan efectivos procesos de selección, para conseguir al aspirante correcto, se le paga bien, pero no en exceso y se eleva el estatus de la profesión para que sólo enseñen los mejores. Éste es el caso del sistema educativo de Finlandia y del de la Educación Primaria de Corea del Sur, donde para estudiar Magisterio en la universidad, los aspirantes tienen que estar entre el 10% y el 5% de los mejores alumnos, respectivamente. Además, en Corea del Sur y en Singapur la opinión pública considera que los profesores contribuyen a la sociedad más que ninguna otra profesión.

Así se consigue al candidato idóneo, que según McKinsey, cuenta a priori con unas cualidades reconocibles. Éstas son: un alto nivel de conocimientos, fuerza interpersonal, habilidades de comunicación, voluntad para aprender y motivación para enseñar. Los procesos de selección de Singapur y Finlandia son los más eficientes a la hora de encontrar al profesor que posee estas características. 

Formación continua
Una vez seleccionado al personal adecuado, el segundo paso está en la formación continuada del profesorado. “La única forma de mejorar los resultados es mejorar la instrucción “, señala la consultora. Los profesores deben ser formados dentro de sus clases, como ocurre con las residencias de los médicos en los hospitales, con los sacerdotes o con los abogados. Angus McBeath, ex-director del colegio Edmonton, en Alberta, explica: “no cogeríamos a un doctor recién graduado y le diríamos ‘vete a operar a alguien’, sin tres o cuatro años de práctica”. Y tampoco deberíamos hacerlo con los profesores, según la consultora. Prueba de ello, son los programas llevados a cabo en Boston, Inglaterra, Finlandia o Japón, donde el aumento de prácticas durante el aprendizaje de los profesores supuso una enseñanza más eficiente.

Estándares de calidad
Por último, la guinda del pastel para que un sistema educativo progrese es contar con unos estándares claros de calidad, según revela la investigación. Los sistemas que más éxito han conseguido no se limitan a conseguir que las personas correctas lleguen a ser profesores,  sino que se aseguran de que cada niño sea capaz de beneficiarse de las mejoras llevadas a cabo. Entonces, se estudian las expectativas que se han creado para cada alumno y se analiza si se han conseguido. Es lo que McKinsey llama “impartir clase para cada niño”. Y para asegurarse de que esto ocurre, los sistemas que mejor puntúan utilizan dos mecanismos: exámenes e inspecciones.

Con estos tres ingredientes, la mejora de un sistema educativo está casi asegurada, según la consultora, que recuerda que “Corea del Sur y Singapur demuestran que un sistema educativo puede ir del bajo al alto rendimiento en décadas”. Y añade que “Boston e Inglaterra también han demostrado que estos logros pueden producirse en poco tiempo”. Su único secreto ha sido: conseguir que las personas con más talento se conviertan en profesores, instruirlos de forma continuada y asegurarse de que enseñan para cada niño correctamente.

La consultora asegura que “aplicar estas prácticas universalmente podría tener un impacto enorme en la mejora de los puntos débiles de los sistemas educativos, sea donde sea que se ubiquen”. Y concluye: “la tarea de los gobiernos es asegurar que los países alcancen el desafío”.




“Con el mismo estatus social, los resultados pueden variar un 50%
Crítica con el derroche de los gobiernos en Educación y clara al señalar la desafortunada inversión de los países de la OCDE.  Mona Mourshed es miembro de la consultora gerencial McKinsey & Company, fundadora de su oficina en Oriente Medio y coautora del estudio Cómo los mejores sistemas educativos llegan a la cima. En éste,  no  se corta al criticar las ineficientes reformas educaticas de varios  gobiernos mundiales.

En una entrevista para MAGISTERIO, Mona explicó las claves para mejorar en Educación y denunció que se gaste tanto para conseguir tan poco.

Pregunta. ¿Cuáles diría que son las claves para que el nivel de un sistema educativo mejore?
Respuesta. Las lecciones que identificamos en el informe son que la calidad de un sistema educativo no puede exceder le calidad de sus profesores, que la única manera de mejorar los resultados es mejorar la instrucción, que una buena ejecución requiere que  cada niño tenga éxito y que todos los colegios necesitan un gran líder.

¿Cuáles eran los resultados que esperaban que daría la investigación?
Nos propusimos identificar los temas que abarcan los sistemas educativos de mayor calidad y los que más rápido mejoran, independientemente de la cultura y la geografía.

¿Les sorprendió la poca relación entre gasto y logros?

La mayoría de los países en el mundo incrementan el gasto con el objetivo de aumentar los resultados educativos. Sin embargo, la evidencia internacional muestra que el aumento sólo del gasto es insuficiente  para mejorar los resultados en educación. Por ejemplo, aunque los países de la OCDE han doblado y triplicado el gasto por estudiante durante las dos últimas décadas, los  logros en Educación  se han estancado. Simplemente si miramos a  Escandinavia, Finlandia gasta el mínimo por estudiante y todavía encabeza las listas de PISA. Mientras que Noruega gasta el máximo y se sitúa al final de los 30 de PISA. Cómo se destinan los fondos es crucial para la mejora del objetivo deseado.

Existen importantes similitudes entre los sistemas escolares que mejor puntúan. Entre ellas, conseguir que sean las personas correctas las que lleguen a ser profesores. ¿Se debería elevar la nivel que actualmente se exige para que los futuros profesores accedan a la universidad?

nR. Los sistemas educativos que mejor puntúan cuentan con una enseñanza especialmente “exclusiva”, lo que significa que ponen el listón muy alto para quienes quieren dedicarse a la enseñanza y luego les compensan bien. Ambos atributos son esenciales para hacer de la enseñanza una profesión demandada.

Mejorar la enseñanza implica mejorar la calidad de la interacción entre profesores y alumnos. ¿Qué herramientas podríamos utilizar para esa interacción?
El aprendizaje se produce cuando los estudiantes y los profesores interactúan. El primer punto para mejorar la interacción está en descubrir en qué debe cambiar su estilo y forma de enseñar cada profesor basándose en  las habilidades y preferencias de los alumnos.

No contar con los profesores idóneos no es la única causa por la que un sistema educativo no funciona. ¿Qué otros factores más cree que influyen en el fracaso de un sistema? ¿qué parte de culpa tienen los factores socioculturales?

Son muchos los factores que tienen un impacto, tanto directo como indirecto, sobre la actividad de un sistema educativo. Sin embargo, la alta o baja calidad de un profesor en la clase tiene un impacto muy directo y sustancial sobre el progreso de los estudiantes. Tal y como hemos demostrado en el informe, los resultados de dos estudiantes, de ocho años, con el mismo estatus socioeconómico pueden variar en un 50% dependiendo de si tienen un profesor mejor o peor cualificado. Y hasta en un 53% si los niños tienen 11 años.

Y aparte de la importancia del sistema educativo, ¿qué responsabilidad tienen los padres?

La evidencia internacional indica que el impacto del hogar influye fuertemente sobre el resultado de los  estudiantes, ya desde una edad muy temprana. Por ejemplo los padres influyen hasta en el vocabulario y palabras que conoce el niño a los cuatro años. De este modo, los sistemas educativos que mejor puntúan descubren las formas de involucrar a los padres en la labor educativa de sus hijos. Ya sea leyéndoles un libro, mediante reuniones con los profesores para poner al día qué tal marcha el progreso de su hijo, revisando los deberes de los niños o implicándose en las actividades extraescolares.

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