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La cuenta atrás del Proceso de Bolonia

Representantes de estudiantes, profesores, de UGT y del Gobierno coinciden en determinar que el Espacio Europeo de Educación Superior es una oportunidad para España, pero sólo será posible con una buena financiación y más becas.
Lola García-AjofrínMartes, 17 de febrero de 2009
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Estudiantes de Bachillerato se manifiestan contra el proceso de Bolonia en Madrid (Foto: Jorge Zorrilla)

Cuando cae la noche la normalidad de la Universidad de Zaragoza se convierte en un improvisado alberge en el que desde hace más de dos meses 50 estudiantes comparten horas de estudio y de sueño en colchones y esterillas.

José Andrés, de 24 años y becario de esa Universidad, es uno de ellos. Cada mañana se asea en las duchas del recinto de actividades deportivas, asiste al departamento para el que está becado y participa en las actividades de la Asamblea contra la Privatización de la Universidad de Aragón. Se trata de otra protesta más en contra de una reforma educativa de la que mucho se ha hablado y poco se sabe: el Proceso de Bolonia.

“Bolonia ha generado muchas expectativas, pero también muchas dudas”, exponía el secretario general de FETE-UGT, Carlos López Cortiñas en un encuentro sobre La integración de la Universidad española en el Espacio Europeo de Educación Superior, organizado por FETE-UGT el pasado 11 de febrero. En él, representantes del Gobierno, del profesorado, de trabajadores y de alumnos intentaron despejar la incertidumbre que todavía gira en torno al proceso.

“Lo importante no es lo que dices o lo que crees que has dicho , sino lo que ha entendido el oyente”, expuso el secretario general de UGT Cándido Méndez, en la inauguración de la conferencia, quien resaltó la confusión que todavía existía en relación al plan. La calidad, la financiación y la capacidad del profesorado para adaptarse a la nueva enseñanza fueron el resto de puntos que salieron a relucir.

Pero para entender las críticas a Bolonia, primero hay que detenerse a analizar su esencia. La creación del Espacio Europeo de Educación Superior surgió hace ahora 10 años tras el acuerdo de 29 ministros de Educación de la UE, en la localidad italiana de la que ha heredado su apelativo y está previsto que entre en vigor en 2010. “El proceso fue firmado por Mariano Rajoy, como ministro de Educación”, según puntualizó el secretario de Estado de Universidades del Ministerio de Ciencia e Innovación, Màrius Rubiralda, en el acto de FETE-UGT, y su finalidad es la de “facilitar la movilidad del conocimiento gracias a la estandarización del crédito común”, expuso.

Hasta aquí, nadie tendría por qué alterarse. Pero lo que cuestionan algunos es cómo se ha llevado a la práctica este proceso en España. Por un lado, por reducirse las carreras de cinco a cuatro años, más el trabajo final, lo que según sus detractores podría devaluar su calidad; y por otro, el coste que supondrá el famoso máster que seguirá al estudio de Grado.

En un artículo de Nueva Revista sobre el proceso de Bolonia, Jaime Nubiola, profesor de Filosofía de la Universidad de Navarra compara el nuevo modelo con el que opera ya en los Estados Unidos, donde un total de 200 universidades pueden ser consideradas de prestigio. Aunque advierte que “mientras no se entienda que lo importante de la universidad norteamericana no son los años de college, sino los estudios de postgrado, no se estará en condiciones de imitarlos”.

“El proceso de Bolonia en sí mismo puede ser muy positivo”, según recuerda Carlos Berzosa, rector de la Universidad Complutense. El problema es que no todos coinciden en las formas. Como ocurre en el Grupo Parlamentario Popular, que también cuestionan algunos aspectos de su puesta en marcha. Adolfo Abejón, senador y portavoz de Educación, que ha calificado el nuevo plan como “la Logse trasladada a la Universidad”, ha exigido la creación de un mapa de titulaciones, de la necesidad de reforzar el diálogo con las comunidades y “de un aumento no sólo del presupuesto de becas, sino de su ejecución”. Así lo manifestó a MAGISTERIO horas después de hacerlo en el Senado el pasado 11 de febrero donde se aprobó una moción del PP en la que se instaba al Gobierno a considerar estas cuestiones.

En lo referente a las críticas, Màrius Rubiralta alegó que “estamos siendo demasiado made in Spain” y que Bolonia “ni va en contra de la Universidad Pública, ni homogeneiza, ni mercantiliza”. Aunque reconoció que vamos con retraso y “estamos resolviendo muchas preguntas que deberían haberse respondido en 2002 ”.

Por otro lado, nadie cuestiona que la universidad española necesite una metamorfosis. Aunque “no podemos limitar el cambio que necesita de por sí nuestra enseñanza a Bolonia”, expuso Manuel Moreno, el representante de alumnos en el Consejo de Gobierno de la Universidad de Zaragoza, que también participó en el encuentro de UGT. Para el portavoz de los estudiantes, Bolonia es “una oportunidad espectacular donde hay voluntad y posibilidades, pero que en las pequeñas trincheras desliza un plan que patina por todas partes”. Y recordó que toda reforma requiere un coste y que “la posibilidad de movilidad no significa que todo el mundo pueda pagarse el traslado”. Por lo que será responsabilidad compartida entre el Estado y las Comunidades Autónomas que España, con un 0,08% del PIB en presupuesto para becas, se coloque a la altura de la media de la OCDE, con un 0,25%.

EL RECTOR DE LA UCM, CARLOS BERZOSA, DA LAS CLAVES
“Todos los cambios son mirados con algo de miedo al principio”
El rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa, ni ve negativo el Proceso de Bolonia, ni considera que sobren las protestas. “Creo que se están criticando las formas y no los fondos”, argumentó, y dejó claro que las bases de Bolonia no “mercantilizan la universidad”, aunque cree que los jóvenes están en su derecho de reivindicar lo que consideren justo. Berzosa explicó a MAGISTERIO que “todos los cambios son mirados con miedo al principio”, pero Bolonia puede ser positivo si se hace bien. También argumentó que la reducción de las licenciaturas de cinco a cuatro años “no tiene por qué repercutir en la calidad” porque antes había muchas asignaturas “inútiles” en las carreras que se seguían impartiendo porque “ahí estaban sus profesores”. Y justificó que más vale poco aprendido que mucho mal”. El rector de la UCM tampoco cree que los estudiantes de Bachillerato vayan a tener problemas para adaptarse al nuevo modelo de enseñanza “porque se parece más a la clase de la que vienes –aseguró–, más práctica y participativa”. Y negó que vaya a desaparecer la clase magistral, como aseguran algunos. “Aunque no se puede generalizar, no es tanto el modelo de enseñanza, como el nivel con el que llegan ciertos estudiantes”, criticó y sugirió pensar en elevar el nivel de Bachillerato o prolongarlo un año.

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