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Sra. Almunia: no confundir equidad con mediocridad

José Mª de MoyaMartes, 3 de marzo de 2009
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Eva Almunia intervino en la Fundación Alternativas y no se resistió a sacar lo mejor de sí misma: ese ‘logsista’ que todo español lleva dentro. Dijo que sí, que la Educación va mal pero que, según la OCDE, tenemos un sistema educativo muy equitativo. ¿Por qué? “Porque nuestro modelo educativo –dice la secretaria de Estado–, a diferencia de otros, no provoca una brecha insalvable entre los mejores y los peores”. Y se quedó tan ancha.

Ya lo explicamos hace un par de años en varios espléndidos artículos a los que remito: “Pero, ¿qué es eso de la equidad?” (Magisterio, 20.XII.07), “La OCDE ensombrece la equidad del sistema educativo español” (Magisterio, 19.IX.07), “La falta de equidad tiene un precio” (Magisterio, 28.IX.06). La equidad es un concepto más sutil y complejo que todo eso. Porque si la equidad viniera medida simplemente por la brecha entre los mejores y los peores, la República de Azerbaijan sería el país más equitativo, según el citado informe de la OCDE. La razón es clara: en aquel país todos los alumnos tienen el mismo nivel de ignorancia. Y Almunia les felicitaría como campeones de la equidad.

Es evidente, por tanto, que el concepto de equidad debe ser observado desde varios ángulos si no queremos llegar al absurdo (o queremos hacer demagogia, que es la otra posibilidad). Por ejemplo, no se puede considerar equitativo un sistema que deja por debajo del mínimo de conocimientos a un alto porcentaje de alumnos, por más que no haya grandes diferencias en el conjunto. Son aquellos que, tras diez años de escolarización, no poseen las competencias mínimas para vivir en la sociedad y, por tanto, son personas con un alto riesgo social. Y ahí, España no va bien. Según ese mismo Informe PISA, el 20% de los alumnos no alcanza ese mínimo; y eso es mucho. Pero no hace falta irse a PISA, basta recordar ese 31% de alumnos que no lograr terminar con el título de ESO. (Por cierto, por coherencia y vergüenza, deberíamos quitar la “O” a la ESO, al menos mientras tengamos esas cifras).

Por lo demás, no hay nada nuevo en todo esto. Se trata de ese viejo tic ‘logsista’ de confundir equidad y mediocridad, de igualar por abajo. Entiendan de una vez que la equidad, sin la calidad y sin la excelencia, es una palabra vacía. Simple igualitarismo que sólo sirve para una cosa: hacer demagogia.

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