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Pacto o estrategia

Miércoles, 16 de diciembre de 2009
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Desde la llegada al poder del partido socialista a principios de los años ochenta, la palabra “pacto” en el ámbito educativo ha sido un término desconocido, por no deseado, precisamente porque su política educativa se ha caracterizado por la imposición de un modelo conocido como el modelo Logse, que ha pasado a llamarse LOE y que, desde un enfoque ideológico, defiende unos planteamientos trasnochados e ineficaces.

¿Por qué ahora el propio Presidente del Gobierno propone un pacto de estado? ¿Por qué propone un pacto en educación quien no ha tenido ni parece que tenga ninguna intención de firmarlo? ¿Qué ha ocurrido para que de pronto, algo tan inaceptable para el PSOE, se presente a la opinión pública como una necesidad, después de haber rechazado sistemáticamente, año tras año, esa misma propuesta, realizada por el principal partido de la oposición así como por múltiples colectivos sindicales y profesionales?

Es evidente que esa propuesta debe ser analizada en profundidad ya que mucho me temo que en esta ocasión, el pretendido pacto no sea más que parte de una estrategia, un elemento útil para producir unos beneficios que no parece que tengan como destinatarios a nuestros jóvenes ni como objetivo la mejora del sistema educativo.

Han tenido que pasar muchos años, pero por fin los pésimos resultados que produce nuestro sistema educativo y que reflejan sistemáticamente las evaluaciones y los estudios, tanto nacionales como internacionales, han hecho que la educación ocupe un lugar destacado en la agenda social y por lo tanto en la agenda política de este país. La reacción no se ha hecho esperar y se ha materializado en una propuesta de pacto.

Para intentar entender este cambio de postura, es preciso analizar lo ocurrido hasta este momento así como adivinar las razones que mueven al gobierno a hacer esta propuesta.

Si a lo largo de estos últimos meses, al hablar de educación, además de fracaso escolar, algún término se repite de manera obsesiva en cualquier ámbito, es sin duda la palabra PACTO. Todo se debe a que, tras un año de vacío educativo, el Presidente del Gobierno ha decidido centrar lo que queda de legislatura en torno a este tema.

Un pacto nacional en materia educativa es algo que se viene reclamando desde diversos sectores desde hace años y sorprende que se plantee ahora y sobre todo que la propuesta surja de quien ha tenido la capacidad de hacerlo y no lo ha hecho. Se trata en este artículo de analizar porqué estamos donde estamos, intentar buscar las causas y los objetivos que esa propuesta persigue.

No es necesario ningún análisis profundo para comprobar que la política educativa socialista, una vez aprobada la LOE, se ha caracterizado por la improvisación, la desorientación y el abandono. El desfase que se ha producido entre legislaturas, ministros y equipos ministeriales de educación en estos últimos años pone de manifiesto una gran incoherencia en el desarrollo de las políticas educativas de este gobierno. A los dos años de la primera legislatura, el mismo día que se aprueba la LOE es cesada la Ministra de Educación, la Sra. Sansegundo. La Ministra entrante mantiene sin embargo al equipo anterior.

En abril de 2008, tras las últimas elecciones generales, la Sra Cabrera, que sigue como Ministra, cesa a los responsables que pusieron en marcha la LOE y da paso a un nuevo equipo. Un año más tarde cesa como ministra y el ministro entrante mantiene el mismo equipo. Este desorden es difícil de entender y sin duda no es fácil de explicar.

A esto hay que sumar el trasvase de competencias educativas de un Ministerio a otro, las de universidades, las políticas sociales, para finalmente volver a dejar las cosas como estaban. Por lo tanto solamente en el período 2004 a 2006 se ha dado una aparente situación de normalidad y es evidente que el encabalgamiento de ministros y equipos no solamente refleja una imagen de falta de consistencia en las políticas educativas sino que justifica en cierto modo el proceso de desintegración que desde hace unos años sufre el Ministerio de Educación y que se traduce en una cada vez mayor pérdida de liderazgo. Es pues necesario lanzar iniciativas que justifiquen la presente legislatura y en materia educativa al parecer se ha optado por dos temas que tienen el objetivo de crear mucho ruido y escasos o nulos resultados: el pacto en educación y el Plan Escuela 2.0, más conocido como los ordenadores de Zapatero.

Con el fin de mantener en el futuro su modelo educativo, el gobierno necesita hacer creer que en los últimos años ha habido numerosos cambios legislativos. Hay que crear un rechazo social para evitar que, cuando vuelva a gobernar PP, éste apruebe una nueva ley de educación. Para contrarrestar el mensaje persistente y machacón que desde la administración central y desde sectores de izquierda intenta neutralizar esas actuaciones futuras en materia de educación, es necesario explicar la existencia en España de un solo y único modelo educativo desde 1990, el modelo de la Logse.

El PP intentó cambiar el modelo educativo seis años después de su llegada al poder y tras comprobar sus efectos negativos. La aprobación de la Ley de Calidad se llevó a cabo como necesidad de un cambio de rumbo que desde 1999 todo el mundo reclamaba, incluso sectores del propio PSOE.

El actual gobierno, por el contrario, no tuvo ningún reparo en paralizar la naciente ley del PP y lo hizo de manera inmediata. Ni siquiera esperó a la aprobación de una nueva ley. Para evitar que la Ley de Calidad se pudiera implantar utilizó una estrategia perversa, ya que la paralizó mediante un Decreto de calendario, es decir retrasando su aplicación. Se trata de una práctica desconocida hasta entonces en democracia.

Por lo tanto desde 1990, se puede afirmar que en España no se han producido vaivenes educativos con los sucesivos cambios de gobierno.

Todo esto es fundamental para entender los resultados negativos que inevitablemente produce nuestro sistema educativo y que son consecuencia de una única política educativa. Estos malos resultados, que unos sabían que la Logse iba a producir y que otros han podido comprobar con el tiempo, ya se conocían cuando se aprobó la Ley de Calidad del PP y sin embargo el gobierno socialista no dudó un momento en restablecer su modelo. España no solamente arroja resultados negativos en los estudios internacionales sino que, lo que es más preocupante aún, esos resultados no paran de empeorar. De los cinco indicadores educativos de los objetivos de Lisboa para 2010, en los tres indicadores escolares España es el único país de la UE que está por debajo de la media y que año tras año empeora.

La LOE es continuidad de la Logse y por lo tanto está condenada al fracaso. El único problema es que arrastra con ella a muchos miles de jóvenes a los que se les niega la oportunidad de disponer de un sistema que se ajuste a sus necesidades, a sus aptitudes y a sus intereses, condenándoles también al fracaso.

¿Quién es por lo tanto el único responsable del actual fracaso de la situación que padece nuestro país? La respuesta es sencilla: el gobierno que ha impuesto ese modelo educativo. ¿Necesita este gobierno de un pacto para arreglar el desastre en el que ha sumido a la sociedad? En principio no, puesto que del mismo modo que ha impuesto su modelo, puede introducir las modificaciones que considere para mejorarlo. ¿Quién se lo impide?

Pero no parece que sea esa la intención. Cuando alguien comete un error, si quiere rectificar lo primero que tiene que hacer es reconocerlo. Este gobierno propone un pacto y como punto de partida se niega a reconocer su error. Por lo tanto la voluntad de pacto difícilmente puede ser creíble. Mas bien parece que lo que pretende es involucrar a todos los partidos políticos en una supuesta negociación en torno a un pretendido pacto que sin duda dará como resultado la implicación de todos ellos en un debate educativo que los convertirá en cómplices de la situación actual, haciendo olvidar que la culpa no es de todos sino solo de algunos.

El Partido Socialista tuvo una oportunidad inmejorable para lograr un pacto en educación y la desperdició. En 2004, tras su victoria electoral hubiera sido muy fácil llegar a un gran acuerdo con el Partido Popular. Pero la Ley de Calidad era demasiado técnica y lo que el PSOE deseaba era restablecer su modelo ideológico, cosa que hizo como se ha explicado antes, de un modo totalmente reprobable.

En diciembre de 2007 se hicieron públicos los resultados del informe PISA 2006 que no hicieron más que confirmar una vez más la baja calidad de nuestra educación. A pesar de ello, tan solo diez días después, el Presidente Rodríguez Zapatero en su intervención en la clausura de la Conferencia sectorial de educación y cultura de su partido hizo un elogio de lo alcanzado en educación, describiendo el mejor de los mundos. Tras afirmar que “estamos en el camino correcto”, anunció que “no habrá más leyes educativas”. ¿Es este planteamiento compatible con la invitación a un pacto? ¿Y si es así, para qué?

En este contexto llama especialmente la atención la Carta de Zapatero a los maestros. La obsesión por un pacto ha animado a nuestro Presidente a dirigir una carta a los maestros. Jamás un mensaje de un Presidente de gobierno a un colectivo ha caído en saco roto como lo ha hecho la carta abierta a los maestros que José Luis Rodríguez Zapatero dirigió a los maestros el lunes 5 de octubre en el diario El País. Salvo este que lo publicó, ningún otro medio de comunicación se ha hecho eco de ese mensaje. Tampoco lo ha hecho ningún partido político ni ningún sindicato. Ha sido ignorado hasta por los propios destinatarios.

La carta que dirigió Sarkozy a los profesores llegó a toda la sociedad, supuso un revulsivo en el mundo educativo e incluso trascendió las fronteras. ¿Por qué la carta del Presidente Rodríguez Zapatero ha sido ignorada por el profesorado?

Seguramente porque no es creíble. A pesar de “creer firmemente que ha llegado el momento para un Pacto Educativo” ni una sola explicación, ni una sola concreción que permita tan siquiera adivinar una clara voluntad de pacto.

El debate abierto en torno al pacto ha generado un gran interés y como nadie ha sido nunca contrario al mismo, a excepción del PSOE, muchos se han apresurado a apoyar la oferta. Sin embargo todos esos esfuerzos, todas esas buenas voluntades se van a estrellar una vez más contra la cruda realidad. El voto negativo del PSOE a una moción del PP para mejorar el sistema educativo nada más iniciarse el presente curso y el rechazo sistemático de todas sus propuestas debería despejar ciertas dudas.

Al ministro de educación le ha tocado un difícil papel ya que la buena voluntad que demuestra, y que sin duda tiene, es difícilmente compatible con las actuaciones de su gobierno en esta materia. Esta compleja situación solo se puede entender por lo expuesto anteriormente y por lo tanto solo queda intentar poner en evidencia la estrategia diseñada por el gobierno y que puede tener la siguiente lectura.

En breve, España asumirá la Presidencia de la Unión Europea y en esta ocasión no contamos con la puesta en marcha del Euro ni con nada que se le parezca. Tenemos un país con una situación económica deplorable, en plena crisis y con más de cuatro millones de parados. Esta Presidencia debe ser una prioridad para España, pero lo que es evidente es que va a ser “la prioridad” del Sr. Rodríguez Zapatero.

En educación nos situamos a la cola de los países de nuestro entorno y la preocupación social con respecto a este tema no va a ser de gran ayuda para la imagen que se quiere dar durante la Presidencia española. La paz social que nuestro presidente necesita, y que corre serio peligro sobre todo si se suman los diferentes sectores, pasa por desactivar los potenciales ámbitos de conflicto. ¿Qué mejor que poner a todo el mundo a trabajar para anular cualquier oposición, retrasar cualquier conflicto, presentar una situación de normalidad?

El resultado, de salir adelante el plan, no podría ser mejor: una perfecta campaña de maquillaje que permita pasar de puntillas por los seis meses de Presidencia Europea y un proceso en torno a un falso pacto que haga cómplice al menos al principal partido de la oposición de la desastrosa política educativa del gobierno.

Como consecuencia de todo lo expuesto, ¿qué credibilidad se puede otorgar a la oferta de pacto? Si el Gobierno quiere un pacto en educación debe primero reconocer el fracaso de su política educativa, explicar porqué ahora quiere un pacto, y hacer una propuesta concreta que permita creer en la viabilidad del mismo con un calendario que asegure que no se trata solamente de abrir un debate para justificar la legislatura.

Xavier Gisbert Da Cruz

Director General de Mejora de la Calidad de la Enseñanza

Comunidad de Madrid

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