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“El modelo educativo cubano es una referencia”

Marchesi reconoce ahora que al diseñar la Logse no tuvo en cuenta el componente social de la Educación.
Rodrigo SantodomingoMartes, 9 de marzo de 2010
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(Foto: Jorge Zorrilla.)

Al elaborar Metas Educativas 2021, ¿tuvo la sensación de que se embarcaba en un proyecto algo forzado, que debido a la diversidad de contextos socioeconómicos en la región el único nexo de unión era en realidad el lingüístico?
Es cierto que es un proyecto ambicioso y difícil. Ambicioso porque pretende transformar la Educación de 21 países en 10 años, situar la Educación iberoamericana en la primera división. Y difícil porque hay muchas desigualdades entre países y dentro de cada país, y establecer un proyecto colectivo supone el riesgo de cortarle a uno la cabeza o a otro los pies, de no saber adaptarse a las dinámicas de cada país. Conscientes de esto, hemos hecho un proyecto muy pegado al terreno. Queremos que los países elaboren sus propios objetivos y compromisos financieros, y que el resultado final sea la articulación de los proyectos de cada país.

Parece que el documento se debate entre dos fuerzas opuestas. Una, ser suficientemente ambicioso para no pecar de conformista. Otra, que sea realista para que no quede en papel mojado.
En efecto. Quisimos mantener la agenda no cubierta, la del siglo XX (sobre todo el acceso a la Educación de todos los alumnos), pero también asumir la agenda del siglo XXI (nuevas tecnologías, sociedad del conocimiento). También pretendimos abrir la vía de la reforma social que apoya la reforma educativa: nuestro mensaje es que sólo con reformas educativas no es posible cumplir los objetivos. Esto hace que el proyecto sea complejo, sistémico, pero también es lo que le da su atractivo.

¿Es posible abordar tantas cosas a la vez? ¿Hablar de ordenadores cuando aún no se ha alcanzado la Primaria universal?
Bueno, es lo que tenemos que hacer. Avanzar en paralelo y de manera convergente en el acceso a la Educación y a la hora de plantear la calidad teniendo en cuenta las exigencias del siglo XXI. Es difícil, muy difícil. Lo he dicho en varias ocasiones: queremos hacer en 10 años lo que normalmente se consigue en 25. Pero es una gran oportunidad. Primero, porque ahora el papel de la Educación cobra especial relevancia para hacer frente a nuevas crisis económicas. Y segundo, porque estamos en la década en la que se conmemoran casi todos los bicentenarios de independencia. Existe una conciencia colectiva de que una Educación de más calidad es la clave para ocupar un papel relevante y activo en este mundo globalizado. Que espabilas o ahí te quedas. En este sentido, el ejemplo de los países del sudeste asiático, que en las últimas décadas han apostado fuerte por la Educación cosechando excelentes resultados, es muy revelador.

¿Qué importancia tiene el hecho que sea ahora cuando la mayoría de países celebran 200 años de independencia?
Puede actuar como referente dentro del imaginario colectivo. Es algo que conecta con los sentimientos de la población. Venimos a decir: “señores, vivamos los bicentenarios como una apuesta hacia el futuro”. Y esa apuesta hacia el futuro es la Educación.

Usted insiste en que España puede aportar mucho al proyecto, no sólo desde el punto de vista financiero. Sería paradójico que en tiempo de bicentenarios viniera la ex metrópoli a dar ejemplo…
No es el esquema que planteamos, que España dé ejemplo… España es uno más, y los países miran a distintos modelos a partir de su historia cultural. Es cierto que tenemos mucho que decir en muchas cuestiones, pero no podemos actuar como ejemplo porque nuestra situación, nuestra estructura social, es muy distinta a la de cualquier país de Iberoamérica.

Una de las metas es tratar con mayor sensibilidad la Educación entre las minorías étnicas. Se dice incluso que todo alumno debería tener derecho a recibir la enseñanza en su lengua madre. ¿No plantea esto problemas de eficiencia? Hay países como Bolivia en los que se hablan decenas de lenguas distintas.
Asunto complicado. Es cierto que la adaptación a las lenguas y a las culturas exige un esfuerzo presupuestario, pero también es cierto que sin ese esfuerzo hay niños y niñas que acceden a la escuela con cinco años y se encuentran con una lengua, la castellana, que no entienden. Nuestra apuesta es por el bilingüismo adaptado a las posibilidades reales.

He leído que usted se arrepiente de no haber tenido en cuenta, al diseñar la Logse, el componente social de la Educación, que se reprocha el haber elaborado una reforma exclusivamente escolar. ¿A qué se debe esta evolución en su pensamiento?
A la experiencia y a la reflexión. Constaté que los cambios educativos sin transformaciones sociales tienen el riesgo de no llegar al fondo de los problemas.

El documento repite una y otra vez que las desigualdades educativas de Iberoamérica son fiel reflejo de la desigualdad social. ¿Piensa que parte de los sectores más privilegiados son reticentes a una reforma profunda de la Educación?
Yo no he percibido ese temor. Creo que hay una conciencia de que reducir las desigualdades es positivo para el país y para todos los sectores sociales. Ahora bien, es cierto que determinados individuos piensan: “que se haga, que se tomen las medidas que sea pero que a mí no me toque, que no toquen mis recursos, mis privilegios, mi baja fiscalidad”. Y claro, sin esas medidas que “tocan” el estatus de los poderosos, pues es mucho más difícil.

Tema polémico. Si nos ceñimos al ámbito educativo dejando de lado otras cuestiones, parece que Cuba es el ejemplo a seguir.
Hay que reconocerlo: Cuba es el país que tiene los niveles más altos en Educación en todas las cuestiones. No sólo en tasas de escolarización en Primaria y Secundaria, también en calidad, en rendimiento. El modelo educativo cubano es una referencia, y así lo admiten el resto de países. Todos los alumnos estudian hasta los 18 años, por lo que a la hora de plantearse sus metas, pues queda poco por hacer, al menos si hablamos del contexto iberoamericano. Cuba presume de sus logros en Educación, y tiene motivos para hacerlo.

¿Temen que la crisis les obligue a replantear sus aspiraciones?
Yo soy bastante optimista. La media de crecimiento prevista en la región para esta década es del 3,5%, bastante superior a la de la Unión Europea. Si los países incrementan sus presupuestos para Educación sólo en ese 3,5%, de 55.000 millones ya quedarían cubiertos 40.000 millones.

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