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El iluminismo tecnológico amenaza al maestro

José Mª de MoyaMiércoles, 29 de septiembre de 2010
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En el debate sobre el uso de las nuevas tecnologías (TIC) con fines educativos dominan las posiciones extremas. A un lado, los gurús de las TIC dicen que sin pizarras digitales, blogs, wikis… es imposible enseñar a un niño de este siglo, que es un ‘nativo digital’. Es el iluminismo tecnológico. Al otro, en el paseo de los melancólicos, arden los tablet, el tuenti…, que tienen buena parte de la culpa, dicen, de cómo están nuestros adolescentes. Son los talibanes pedagógicos que apuestan por la educación de siempre.

A estos últimos, a los inquisidores de las TIC con fines educativos, les recomiendo el espléndido reportaje sobre redes sociales que publica esta semana la revista Padres y Colegios. Según una investigación de la Universidad Camilo José Cela, las temidas redes no perjudican ni los estudios ni la capacidad de relación de nuestros hijos. Además, en el caso de que hubiera un uso abusivo, éste suele ir en detrimento del consumo de televisión, lo cual no es mala noticia. En cuanto a los riesgos, parece ser que los jóvenes son muy conscientes.

Más me preocupan los iluminados tecnológicos. Nada que objetar sobre las oportunidades educativas que ofrecen pizarras digitales, portátiles, etc. Mucho que objetar sobre sacar las cosas de quicio. Decía en una entrevista Alejandro Piscitelli, gurú argentino de las TIC: “El maestro enfrenta la dolorosa situación de enseñar cosas que muchas veces son obsoletas”. Y más: “Hoy los chicos dicen al maestro qué necesitan de él”. No sé –me da miedo imaginarlo– a qué se refiere con lo de enseñanzas obsotelas. Una vez más, desde ámbitos universitarios ajenos a la escuela, se está promoviendo una suerte de post-constructivismo tecnológico que vuelve a expulsar al maestro de las aulas. ¿Les suena? Con buenas palabras se les invita a echarse a un lado, a ser humildes y aceptar su nuevo papel como gestores del conocimiento. Porque los chicos, dicen, saben más; y si no saben más da igual, porque lo importante no es acumular conocimientos que luego se olvidan, sino saber dónde encontrarlos, etc., etc.

[La neurocientífica Sarah J. Blakemore recordó recientemente que existen investigaciones que demuestran que el cerebro aprende más y mejor si te enseña una persona en lugar de una máquina. Qué alivio.]

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