Entre casa y la oficina
El verdadero desajuste en la famosa conciliación no surge de la profesión en sí, ni siquiera tanto del número de horas trabajadas, sino de la mala gestión de los horarios. Un estudio de La Caixa extrae éstas y otras interesantes conclusiones.
Autor: ÁNGEL PEÑA
¿Y si el enemigo no fuera el trabajo? Uno de los lugares comunes más extendidos en los últimos tiempos asegura que la incorporación de la mujer al mercado laboral, la exigencia de la fría oficina, las ambiciones profesionales, el trabajo, en definitiva, es la gran causa del abandono de los niños, que apenas ven a sus padres, absorbidos por las circunstancias alienantes de la vida moderna.
Sin embargo, uno de los documentos de economía de La Caixa que analiza la cuestión saca conclusiones muy distintas, matizadas y sorprendentes para más de uno.
Preocupantes, incluso: cuando el tópico ya no sirve de excusa, la responsabilidad señala comprometedoramente al centro mismo de cada uno de nosotros.
El tiempo con los hijos y la actividad laboral se sirve de la Encuesta de uso del tiempo en España, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística en el periodo 2002-03. Al preguntar a los padres, los encuestadores hicieron una distinción muy interesante:
no todo el tiempo que se pasa con los hijos “vale” lo mismo. “Existe evidencia de que ciertas actividades, como por ejemplo leer y ayudar en los deberes, contribuyen en mayor medida que otras al desarrollo cognitivo infantil”, explica el estudio.
La encuesta clasifica el tiempo con los hijos en diferentes categorías:
“tiempo de cuidado primario”, cuando la actividad principal es el cuidado de los niños, y “tiempo de cuidado secundario”, cuando éste se menciona como una actividad que se hace a la vez que otra que se considera principal. A su vez, el primario se subclasifica en “básico” (por ejemplo, darles de comer, bañarlos, llevarlos al colegio) y de “calidad” (leerles un cuento, ayudarles a hacer los deberes).
CONCLUSIONES
Con estas premisas, los datos reflejan varias conclusiones. Para empezar, las mujeres, tanto las que trabajan como las que no, dedican mucho más tiempo al cuidado de los hijos que los hombres, incluso cuando ambos tienen niveles de educación similares. De nuevo el eterno sacrificio de la madre. Pero la cuestión varía según el tipo de tiempo al que nos refiramos. Una madre dedica el triple de tiempo que el hombre al cuidado primario básico y dos veces al secundario que un hombre ocupado.
En cambio, en el primario de calidad las diferencias son insignificantes. Ahí ambos, conscientes de la importancia de esos momentos – “es el tipo de cuidado que más contribuye al desarrollo infantil”, recuerda el informe–, se vuelcan. Aunque también se puede ver la botella medio vacía: a la mujer le queda el trabajo menos lucido; de nuevo el sacrificio.
La segunda conclusión es más sorprendente. El tiempo de cuidado de calidad es similar entre los padres y madres que trabajan y los que no. Todo un descubrimiento contra el estigma de la mujer trabajadora.
Por último, el informe enfoca el problema de la conciliación entre vida laboral y familiar en su verdadera dimensión. El enemigo no es el trabajo en sí, sino su incorrecta planificación. Los resultados indican que “el horario laboral es un condicionante importante del tiempo dedicado a los hijos”.
Quienes finalizan su jornada laboral después de las seis de la tarde tienden a pasar menos tiempo con sus hijos. Por ejemplo, a igual número de horas trabajadas, un hombre que trabaja más allá de esa hora dedica 23 minutos menos al día al cuidado primario de calidad.
El equivalente para una madre es de 18 minutos. Por tanto, concluye el estudio, “el fomento de una jornada continua, sin pausas largas al mediodía, y más en línea con el horario escolar, será una medida importante para facilitar el aumento del tiempo dedicado a los hijos”. Otro aspecto positivo será aumentar las posibilidades de contratar ayuda doméstica externa, sobre todo para las madres ocupadas. Esa “manita” en la casa le permite, según el informe de La Caixa, dar a sus hijos 14 minutos diarios más de cuidado primario de calidad.
Si el trabajo es el gran rival de la responsabilidad de los padres hacia sus hijos, el éxito profesional debería ser la peor catástrofe posible. En ese sentido, siguiendo el rastro de causas-efectos, el origen del mal padre estaría en un exceso de formación. Mientras más preparados, menos atención a los suyos.
Negativo
El informe de la Caixa vuelve a desmontar el tópico, aquí con mayor contundencia aún. Tras clasificar los resultados de las diferentes tablas que estructuran las respuestas a las encuestas, concluye que “existe una asociación positiva entre los niveles educativos de los padres y madres y el tiempo de cuidado primario que destinan a sus hijos”.
Un ejemplo
Un padre promedio con diploma universitario dedica 17 minutos más al día al cuidado primario de calidad por hijo que uno sin estudios o con educación básica. Y en el caso de las madres, la diferencia se amplía hasta los 31 minutos. Además, los resultados también revelan que un padre cuya esposa tiene más educación pasa más tiempo con los hijos, algo que, sin embargo, no se observa a la inversa.
En cuanto al estatus laboral, el estudio no ha detectado una asociación significativa entre el trabajo de los padres y el tiempo que dedican a los niños.