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"En la universidad, los apuntes aniquilan la creatividad"

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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En la filosofía española, Emilio Lledó es Don Emilio. Un hombre de cultura enciclopédica que no se cansa de aprender. Un intelectual a la antigua usanza:
pasional, reflexivo, elegante. En la Real Academia de la Lengua desde 1994, muchos le conocen por haber presidido el Comité de Expertos de RTVE.

Autor: RODRIGO SANTODOMINGO

P. ¿Cómo debería ser esa televisión pública culta y educativa que usted recomendó para nuestro país como presidente del Comité de Expertos de RTVE?
R.
No se trata de que haya grandes lecciones de historia, filosofía, de matemática superior… También tiene que haber diversión, entretenimiento; no se puede llenar la televisión pública con conferencias de alta especulación. Los programas pueden ser amenos, puede haber historietas, mil cosas… Lo importante es que sea digna. No puede sacrificarse la dignidad humana para hacer dinero. Es como si se hicieran zapatos que te deformasen los pies: una televisión mal hecha deforma la mente.

P. Usted se ha manifestado en contra de concebir los ordenadores como una especie de panacea pedagógica. Hay incluso quien propone que haya uno por cada alumno.
R.
Una idea maravillosa, sobre todo para los fabricantes de ordenadores.
Estoy convencido de que la informática no supone una transformación, un replanteamiento de la enseñanza. Aprender no tiene en absoluto que ver con que un niño tenga un ordenador delante, es algo completamente marginal y secundario.

P. Soluciones fáciles a problemas complejos.
R.
Absolutamente. El que piense que los ordenadores son la respuesta a los retos que plantea la Educación parte de supuestos falsos y equivocados.

P.Muchos opinamos por el contrario que el secreto de la enseñanza son los buenos profesores. He leído que recuerda con especial cariño y admiración a un maestro que tuvo de niño, Don Francisco.
R.
Él nos hacía leer en voz alta, dos veces por semana, fragmentos de El Quijote. “Hoy vamos a leer tal página o tal historia. A ver, tú, Lledó, página 136”. Y luego nos pedía que escribiésemos qué nos había sugerido ese fragmento. Un chiquillo de ocho años escribiendo sugerencias de El Quijote: ¡eso es Educación! Durante mis años de estudiante en la Universidad Central de Madrid [antigua Complutense], nadie me pidió nunca sugerencias de una lectura.

P. En la profesión docente, más importante pues inculcar la pasión por conocer que limitarse a transmitir conocimiento.
R.
Sin duda. Estudiar sólo para ganarse uno la vida es una forma de perder.

P.Gran parte de su obra gira en torno al lenguaje, entendido como una forma de utilizar las palabras que nos hace únicos, que expresa nuestra individualidad. Me gustaría conocer su opinión sobre el lenguaje SMS que ahora utilizan los chavales. No sé si tiene móvil…
R.
Sí, me han regalado uno, sé lo que es… La verdad es que no le he dado demasiadas vueltas, pero tampoco me preocupa. Si un chaval que sepa lo que es el lenguaje, que tenga un buen maestro, una buena escuela, que haya leído literatura… escribe “que” con “k”, pues no tiene mayor importancia.
Sí la tiene la ortografía, en especial en nuestro idioma, donde resulta fundamental mantener una homogeneidad ortográfica debido a la gran variedad fonética que tenemos.

P. El problema es que no todos los chavales leen y conocen bien la ortografía.
Ahora ya todos crecen con un lenguaje paralelo, y supongo que eso les puede crear confusión.
R.
Sí, eso es verdad. No sé cómo va a evolucionar… Lo cierto es que me hace una pregunta que no me atrevo a contestar porque no tengo información suficiente. Sí puedo contarle que hace unos meses mi hijo me regaló un móvil, y el primer mensaje que me envió, para hacerme una broma, era de estos, casi ininteligible. En seguida lo pude descifrar. Con tal de que haya una buena escuela, es como un juego del que yo mismo participo. Claro, uno es viejo y conoce la ortografía…

P.Otro fenómeno nuevo con importantes implicaciones para la Educación es el exceso de información que hoy en día reciben los niños y adolescentes. Paradójicamente, demasiada información puede impedirnos pensar con claridad.
R.
Es nuestro mundo: tenemos que asumirlo y manejarlo como mejor sepamos. Una solución es la enseñanza viva, real, con el maestro. Somos seres que nos hacemos, o nos deshacemos. A fuerza de una Educación de frases hechas, palabras vacías, irracionalidad, trivialidad, estupidez, aburrimiento… podemos deformar el cerebro. Uno de los grandes descubrimientos de nuestro tiempo son los reflejos condicionados, el famoso perro de Paulov.
Nos podemos convertir en animales a los que se diga el significado de ciertas frases hechas, lo asumamos en el cerebro, creemos grumos mentales y actuemos de una manera automática e irreflexiva.
Eso es muy difícil de reformar. Además, cuando nuestra mente no fluye como debiera recurrimos a la violencia y a la agresividad como defensa contra esa paralización mental. No tengo duda de que la violencia siempre brota de la ignorancia o el fanatismo.

P.Sin embargo, y usted conoce bien Alemania, la gran tragedia del siglo XX estuvo protagonizada por el que quizá fuera el pueblo más culto de Europa en aquel momento.
R.
Es un tema que para mí ha sido durante muchos años, y todavía es, un problema serio. Nunca lo entenderé del todo, y he reflexionado mucho. Pero no quisiera improvisar porque es una cuestión muy delicada.
Desde el punto de vista de la enseñanza, la cultura alemana era y es muy avanzada. Yo tengo mis teorías, pero eso nos llevaría por otros derroteros…

P. Tengo entendido que cuando emigró a Alemania, allá por los años 50, el contraste que percibió entre la universidad española y la germana fue brutal.
R.
Para mí fue un shock que felizmente no he podido olvidar. Uno se examinaba cuando quería, cuando se sentía maduro, sin temor a que le pusieran preguntas raras. El profesor no daba asignaturitas, el asignaturismo, esa enfermedad crónica de nuestro país. A mí me sorprendía, cuando llegué allí y preguntaba a la gente: “¿Y tú que estudias?” Y me decían: “Geografía, Inglés y Latín”. Tenías mucha libertad para configurar tu propio camino.
También me sorprendió (y me sigue sorprendiendo) la pasión intelectual de los propios estudiantes.
Nunca he experimentado tal clima de libertad intelectual: los premios Nobel, y Alemania tiene muchos, no se ganan con cabezas cuadradas.

P. En su opinión, otra enfermedad casi incurable de la universidad española es la manía de dictar apuntes que luego los profesores requieren de pe a pa en los exámenes.
R.
Los apuntes aniquilan la creatividad, que es lo que tiene que fomentar la enseñanza. Me parece inconcebible que haya profesores universitarios que exijan a sus alumnos lo que ellos dictan, lo que ellos dicen. Es una patología docente.

P.No se cansa de repetir su amor por los libros. No sé si sabe que Nicolas Sarkozy incluía en su programa que los alumnos franceses lean a los grandes autores. Menos escritores sobre los que la historia aún no ha dictado sentencia y más Victor Hugo y Flaubert.
R.
No lo sabía, y me sorprende gratamente. Nosotros también tenemos una gran tradición de escritores, por supuesto. Algo muy interesante es la misma idea de “clásico”, a ver si soy capaz de resumirlo en pocas palabras. Es un autor que está siempre vivo y que tiene una prosa densa, con varios planos. Yo he leído no sé cuántas veces El Quijote, y siempre encuentro cosas nuevas. Los clásicos son capaces de sobrevivir a todas las interpretaciones que se hagan de ellos.

P.Parece en cualquier caso que cada vez se lee más, no hay más que montarse en el metro para comprobarlo.
R.
Sí, yo lo cojo mucho [enseña su abono transporte]. Y me encanta ver que la gente lee, aunque sean tochos de estos interminables [en referencia a los best-seller]. Cultivar el lenguaje abstracto, de la mente, es siempre importante.
 

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