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Guerra sorda en el PP entre pedagogos y economistas

José Mª de MoyaJueves, 20 de octubre de 2011
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Ahora que, según las encuestas, estamos a pocas semanas de que el PP nos gobierne, me permito ofrecerles alguna clave sobre cómo entiende la Educación ese complejo partido político, mitad conservador, mitad liberal, mitad reformista, mitad democristiano.

No me hagan mucho caso si les digo que desde hace años venimos asistiendo a un enfrentamiento sordo entre pedagogos y economistas. Sordo tal vez, pero no mudo ni falto de exabruptos contra compañeros de partido cuando ha sido necesario. Los PP-pedagogos son fácilmente identificables porque proceden generalmente del mundo de la enseñanza, fueron maestros, profesores, orientadores… Además, sus propuestas son menos reformistas que las de sus adversarios de partido, piensan que hay que cambiar cosas pero no que sea necesaria un reforma en profundidad. No creen que haya que derogar la LOE ni reformar de nuevo nuestro sistema educativo. En este sentido, ellos hubieran sellado con Gabilondo el fallido Pacto por la Educación, razón por la que se enfrentaron con la línea oficial de Génova. Están que trinan con Aguirre y cómo está gestionando los recortes. En ocasiones, han valorado mejor la política educativa de Gabilondo que las que algunos consejeros del PP. Su propuesta política es más intervencionista, más regulatoria. Se dicen liberales, pero con control. Ellos lo negarán, pero les preocupa más el profesor y el centro, que el alumno y la familia. Al fin y al cabo, son profesores. Finalmente, rara vez hablan de la enseñanza concertada o privada porque sólo les interesa aquello que pueden gestionar. Obviamente no se oponen, pero tampoco la alientan.

Tampoco me hagan caso si les digo que a los PP-economistas se les reconoce porque, en general, proceden de mundos ajenos a la Educación. Hay algún profesor, pero despechado. Ellos sí creen que hay que reformar a fondo nuestro modelo educativo porque está excesivamente centrado en el profesor y en el centro, y alejado de las necesidades reales del usuario: el alumno y las familias. Sus palabras fetiche son excelencia, libertad, autoridad, eficiencia, autonomía… Quieren generar dinámicas internas de mejora en lugar de pretender arreglar las cosas a golpe de decreto o de programa.

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