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Rajoy asegura que sólo va a “tocar cuatro o cinco cosas” y que no aprobará otra ley

Diego FranceschMiércoles, 23 de noviembre de 2011
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Tras las elecciones del pasado domingo, el nuevo gobierno que presida Mariano Rajoy tendrá que decidir si modifica en profundidad el sistema educativo, enterrando definitivamente el modelo comprensivo, o si se conforma con realizar retoques. Rajoy parece ser más partidario de esto último, aunque en su partido se han escuchado voces últimamente exigiendo una reedición de la LOCE. El nuevo presidente, en declaraciones a El Mundo del pasado 15 de noviembre, señalaba lo siguiente: “vamos a tocar cuatro o cinco cosas para ser operativos”. Y para que no quedase ninguna duda añadió: “yo, en esta legislatura, no quiero hacer ni leyes ni reglamentos ni decretos que lo regulen todo y no sirvan para nada”. Al mismo tiempo, Rajoy decía en esa misma entrevista que quería un sistema educativo “distinto al que hay”, lo que significa que pondrá en marcha las reformas que prevé su programa. Es decir, el Bachillerato de tres años, la autoridad del profesorado, el inglés desde Infantil y el modelo alemán de FP. Esas serían las cuatro o cinco cosas que habría que reformar urgentemente. Por su parte, la coordinadora de Participación Social del PP y posible ministra, Ana Pastor, en los desayunos de Forum Europa, señaló hace pocos días que el PP aprobaría una estrategia para acabar con el fracaso escolar, reforzaría la autoridad del profesor y las asignaturas básicas, ampliaría un año el Bachillerato, garantizaría la libertad de elección, impulsaría la Infantil y promocionaría el bilingüismo o el trilingüismo, éste último en las comunidades con lengua oficial propia.

Ana Pastor también evocó con hilaridad que ella sólo ha conocido dos leyes educativas, “la de Franco y la de Rubalcaba”, y lamentó que la Ley de Calidad de la Enseñanza que aprobó el Gobierno del PP fuera derogada por el PSOE en 2004. Además, Pastor anunció que se creará una “carrera docente” como la que hay en Sanidad, con un plan de selección del profesorado a nivel nacional. Por último, en relación a la Formación Profesional prefiguró un “nuevo modelo” más cercano al alemán, donde la FP sea tan importante como el Bachillerato y la conexión con las empresas sea inmediata.

En definitiva, con o sin recuperación de la LOCE, o actualizándola a los nuevos tiempos, parece claro lo que el PP pretende en Educación. Ahora sólo resta saber si habrá Ministerio de Educación y quién lo dirigirá. En ese sentido, es muy posible que la Conferencia Sectorial de Educación, con mayoría del PP, asumirá casi todo el protagonismo.

De todos modos, y quitando las reformas ya señaladas, el programa del PP es suficientemente ambiguo como para que estén abiertas casi todas las posibilidades. Aunque si recurrimos al llamado Documento de Toledo, aquel que elaboró el PP como contrapropuesta a la oferta de Pacto del ministro Gabilondo, la cosa está mucho más clara. Es de esperar que tal documento sea la falsilla del nuevo gobierno. Libertad de enseñanza, currículum básico en todas las comunidades, libre elección de lengua vehicular, y un largo etcétera.

No caben sorpresas, por tanto, salvo que de aquel documento a la situación actual media una crisis que ha dejado las arcas de las administraciones públicas bajo mínimos. Es de esperar que el PP aplique políticas de eficiencia económica en la enseñanza pública y recurra al inestimable apoyo de la enseñanza concertada. Por otro lado, las cuestiones pendientes del anterior Ejecutivo siguen estando sobre la mesa: Estatuto Docente, actualización del módulo de conciertos, acceso a la docencia, reforma o supresión de la Selectividad y, en fin, todas aquellas cuestiones que afecten a nuestro modelo de enseñanza.

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