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“Tuve mucha suerte de arrancar con mal pie mi proceso formativo”

El director más popular del Reino Unido sostiene que poder pagar incentivos a los mejores profesores resulta esencial para enfrentarse a los desafíos que plantean los centros problemáticos. Su historia ha sido llevada a la televisión.

Rodrigo SantodomingoSábado, 11 de febrero de 2012
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En Gran Bretaña, Sir William Atkinson ejemplifica a ese director coraje capaz de revertir el estado de un centro sumido en la más absoluta depresión disciplinaria y académica. Su trabajo al frente del Phoenix High School –ubicado en uno de los barrios más desfavorecidos de Londres– ha trascendido el mundo de la Educación para adentrarse en los dominios de la cultura popular. Durante dos años, la BBC proyectó una serie de televisión (Esperanza y gloria) inspirada en su figura. Atkinson fue nombrado “Sir” por la corona británica en 2008.

¿Por qué aceptó el desafío de dirigir un centro con tan mala reputación como el por aquel entonces llamado Hammersmith High School?
Al principio me sentía muy reticente. Cuando vi el estado del centro, comprobé que estaba fuera de control. Y pensé que me iba a suponer demasiado trabajo, demasiada energía. No quería hacerlo. Estaba al frente de otro centro y me iba muy bien. Luego reflexioné, recordé a todos esos niños, a todos esos profesores que intentaban cambiar algo y siempre fracasaban. Sentí que esos chavales necesitaban una oportunidad para ser mejores, para mostrar lo mejor de sí mismos. Hasta entonces sólo habían enseñado lo peor que podían dar.

¿Eligió usted el nombre “Phoenix”? ¿Lo hizo por su simbolismo?
Sí, en efecto. Se trataba de evocar renovación, renacimiento, que es lo que quería aportar a la escuela. Mi aspiración era aparcar el pasado en el pasado y mirar hacia delante, hacia el futuro.

¿Piensa que su propia experiencia, las dificultades académicas con las que topó cuando vino de Jamaica al Reino Unido, han inspirado toda su carrera en el mundo de la Educación?
Suelo decir que tuve mucha suerte de tener tan mal comienzo en mi proceso formativo. Lo que esto me enseñó es que, a pesar de que arranques con muy mal pie en la escuela, si recibes el apoyo y los ánimos adecuados durante un tiempo prolongado, cualquier alumno puede tener éxito. Yo fui capaz de salir adelante tras un arranque muy poco prometedor, pero sólo fui capaz de hacerlo gracias al apoyo de mis profesores y a mi propia tenacidad. Es una experiencia temprana que me ha acompañado desde entonces y ha determinado mis acciones y mi forma de pensar.

¿Puede describir lo que vio la primera vez que visitó el Hammersmith High School?
Los alumnos mostraban –en el mejor de los casos– una absoluta indiferencia. La gran mayoría no respetaba ningún tipo de límite, sentía que podía hacer lo que le diese la gana sin ninguna consecuencia. Veían el centro como un coto privado para su propia diversión. En cuanto a los profesores, había una minoría que eran muy buenos y ponían todas sus energías en tratar de contrarrestar esa marea de mal comportamiento y bajas expectativas. Pero a muchos profesores les daba completamente igual o no tenían las habilidades para motivar a un perfil de alumnado muy particular. Sobre el equipamiento, los edificios estaban en muy mal estado, había grafitis por todas partes, el mobiliario estaba roto… El ambiente de aprendizaje decía a los niños: ‘mirad, sois gente de segunda clase’. Así que una de las cosas que tuvimos que hacer muy rápido, en apenas dos semanas, fue remodelar por completo el aspecto de la escuela.

A lo que siguieron otros cambios menos estéticos…
Los cinco primeros años fueron muy difíciles. Como es evidente, nos costó mucho contratar y conservar a profesores con la calidad adecuada. No fue hasta que pudimos pagar incentivos para atraer a buenos docentes que fuimos capaces de empezar una verdadera transformación. Esto nos permitió dar consistencia y continuidad al proyecto, trabajando siempre con los mismos profesores, mejorando su preparación… Algo que también percibieron los estudiantes, que empezaron a vivir mejores experiencias de aprendizaje, lo que les hizo estar más motivados. Y claro, los profesores notaban que sus alumnos se mostraban cada vez más receptivos, lo que les animaba aún más a mejorar su nivel. Poco a poco, las notas fueron subiendo. Pero insisto: todo esto fue posible cuando pudimos contratar y retener a buenos profesores.

Así que, en su opinión, lo que realmente marca la diferencia en la Educación es la calidad del profesorado.
Absolutamente. Su calidad, su compromiso, su pasión, su capacidad de resistencia. Otros aspectos son también muy importantes, pero el pilar básico son los profesores.

¿Qué se hizo en cuanto a los problemas de disciplina?
Cuando llegué, los alumnos estaban acostumbrados a tener el control del centro. Muchos profesores tenían miedo de enfrentarse a ellos por temor a su respuesta, que podía llegar a la amenaza física. Así que una de las cosas que tuve que hacer de manera inmediata fue decirles –y dejarlo muy, muy claro– lo que era o no aceptable. También establecí un sistema de recompensas para el buen comportamiento. Y me aseguré de que aquellos alumnos que no cumplieran las reglas tuvieran que enfrentarse sí o sí a las consecuencias. Una vez que las reglas se hicieron bien visibles para todos y se empezaron a aplicar con exquisita justicia, los chavales tuvieron la opción de cumplirlas o luchar contra ellas. Porque hasta entonces, la cultura dominante era de absoluta indisciplina, y muchos chavales la seguían por inercia. Lo que traté de hacer fue crear una nueva cultura dominante en la que imperase el trabajo, la honestidad, el éxito.

¿Piensa que un mayor grado de autonomía beneficia especialmente a los centros más problemáticos?
Mi opinión es que todas las escuelas se deberían beneficiar de un alto nivel de autonomía. La escuela ha de ser capaz de responder con agilidad a su contexto, a su situación particular. Lo que sirve para un centro, puede no servir para otro. Y si un director no sabe cómo manejar apropiadamente esa autonomía para mejorar la situación de su centro (sea ésta cual sea), que se le sustituya por otro que sí sepa cómo hacerlo.

Muchos le han pedido consejo sobre cómo dirigir un centro en entornos desfavorecidos, y usted siempre responde que no existen las fórmulas mágicas. ¿Opina en cualquier caso que sí hay elementos comunes a tener en cuenta cuando uno se pone al frente de un centro problemático?
En entornos como el de mi centro resulta imprescindible que prestes atención a las necesidades de los alumnos. Algunos traen pesadas cargas a la escuela, las cosas van mal en su vida. Resulta, por ejemplo, habitual que provengan de familias monoparentales donde el único adulto vive bajo una situación de gran estrés. Si no atiendes a este tipo de cuestiones, es imposible que el alumno esté en condiciones de aprender. Así que, además de excelentes profesores, uno necesita en su centro otros profesionales que apoyen a los chavales: tutores, trabajadores sociales, psicopedagogos, asesores… Y en muchas ocasiones has de trabajar no sólo con el alumno, sino también con sus padres. Si el problema se encuentra en casa y uno sólo se ocupa de su manifestación en la escuela, nunca lo vas a atajar.

Supongo que se antoja esencial transmitir a determinados alumnos que sus profesores, que todo el personal del centro en general, se preocupa por él.
No es tanto que él sienta que se preocupan por él, sino que vea que atendemos sus necesidades con decisión, sobre todo cuando éstas actúan como barrera para el aprendizaje. Quizá un alumno no duerme lo suficiente, o no se alimenta como debiera. ¿Cómo está uno cuando no ha dormido bien? ¿O cuando no ha desayunado o simplemente se ha comido una barra de chocolate camino al colegio? Bueno, esto ocurre habitualmente en mi centro, y estos alumnos están nerviosos, irritables, de ninguna forma preparados para aprender. Así que hay que trabajar con los padres, hablar con ellos sobre la importancia del sueño, de empezar el día con un buen de-sayuno. Hay tanto que hacer fuera de la esfera de la docencia y el aprendizaje…

¿Qué opina de Esperanza y gloria, la serie de televisión inspirada en usted? ¿Se sintió identificado con el personaje?
Hablé bastante con el guionista, también con el productor… Los dos primeros episodios reflejaban lo que yo había hecho en el instituto. Después de eso, la serie se convirtió en un melodrama para televisión algo chapucero que perdió por completo la conexión con el mundo de la escuela. Podría haberse de-sarrollado en un parque de bomberos, en un crucero… Daba igual, no tenía nada que ver con la Educación.

Supongo que esto supuso una decepción para usted.
Sí. Lenny Henry, el actor que hacía de director en la serie, también vino a verme varias veces para conocer mi trabajo. Me decepcionó bastante en lo que se convirtió finalmente la serie.

¿Fue una gran sorpresa para usted que le nombraran “Sir”?
Sí, sí que lo fue. Hay tantos profesores y directores en Gran Bretaña, que ser uno de los pocos distinguidos con este título tan prestigioso fue una sorpresa muy agradable. Pero el premio fue para mí y también para todo mi equipo, los alumnos, sus padres… Lo que he conseguido no podría haberlo hecho sin ellos. Somos un equipo.

nnInmigrante
William Atkinson llega al Reino Unido a los siete años procedente de un pequeño pueblo en Jamaica. Una confusión con su edad (le asignan una clase para alumnos de nueve años) provoca que sus inicios en la escuela sean desastrosos.
nnCambio
A los 16 años topa con un profesor que demuestra un gran interés por él a pesar de que sigue siendo un alumno mediocre. Allí descubre la influencia que puede ejercer un docente comprometido sobre sus alumnos.
nnLiderazgo
Ocupa por primera vez el puesto de director a los 31 años. A los 45, las autoridades locales le ofrecen hacerse cargo del Hammersmith High School, uno de los institutos más conflictivos del país. Una de sus primeras medidas es cambiar el nombre del centro por el de “Phoenix” (en español, Fénix) como símbolo de renacimiento. Pasados unos años, el Phoenix ha dado un vuelco espectacular en disciplina y resultados.
nnTelevisión
En 1999, la BBC empieza a emitir la serie Esperanza y gloria, inspirada en su figura.
nnCaballero
En 2008, Atkinson es nombrado “Sir” por sus “servicios a la Educación y a las relaciones de la comunidad”.

 

 

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