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Los expertos piden mayor capacidad de selección docente para los centros

En una mesa redonda organizada por la Fundación San Pablo CEU, los invitados criticaron la falta de autonomía de los centros y al escaso poder de la dirección.
Adrián ArcosDomingo, 1 de abril de 2012
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Los expertos durante la mesa redonda. (Foto: Jorge Zorrilla)

Muy plural y con invitados de todas las vertientes políticas e ideológicas. Así podemos definir la mesa redonda que organizó el pasado miércoles la Fundación Universitaria San Pablo CEU y la Editorial Luis Vives bajo el título Workshop sobre libertad, calidad y financiación de la Educación en España, enmarcada en las II Jornadas del Grupo de investigación Eleduca. Pero, a pesar de la diversidad ideológica de los expertos, sorprendentemente todos se posicionaron a favor de varias cuestiones que, a priori, podrían haber generado fuertes discrepancias. Prueba de ello fue la coincidencia en la falta de autonomía real en los centros, en la poca capacidad de acción de la dirección y del poder que deberían tener los centros a la hora de determinar el tipo de profesores que quieren.

Fue Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el primero que destacó el “insuficiente nivel de autonomía y responsabilidad de los centros” y consideró que unos centros lo hacen muy bien y otros muy mal en circunstancias similares, por lo que es muy importante cómo lo hacen y por tanto su autonomía”.

Tanto Enguita como Eugenio Nasarre, vicepresidente de la Comisión de Educación del Congreso, se mostraron a favor de que no sea el profesor el que pueda elegir el centro. “Sería insensato que un profesor eligiera centro por estar de acuerdo con su proyecto, ya que en unos años ese proyecto podría haber desaparecido”, apuntó Enguita. Según Nasarre, “aunque contemos con la oposición de los sindicatos, debe ser la dirección del centro quien determine el perfil de profesorado que necesite, y para ello hay que cambiar el modelo de dirección, que debe ser profesional y no elegido por la comunidad escolar”. Enguita criticó que “la cultura claustral haya provocado que las direcciones tengan escasa capacidad de decisión en sus propios centros”.

Por su parte, David Reyero, profesor de Teoría de la Educación e investigador Eleduca, hablando en términos mucho más económicos, abogó porque las Administraciones públicas “regulen menos y dejen más a otras iniciativas invertir en Educación para innovar, dar más autonomía a los centros y, en definitiva, mejorar”.

Reyero consideró injustificable que “los que tienen más posibilidades económicas puedan estudiar en sistemas diferentes, como el británico, el liceo francés o incluso el homeschooling, mientras que los centros sostenidos con fondos públicos no pueden elegir el sistema que les parece más adecuado”. Además, criticó “la oposición visceral que en Educación existe hacia el ánimo de lucro, basada totalmente en un prejuicio ya que, por ejemplo, en otro derecho básico, como la alimentación, no se aplica”. Sin embargo, Reyero cree que “el ánimo de lucro atrae capitales competitivos a la Educación, lo cual aumenta la oferta, y de esa forma bajan los precios y sube la calidad”.

Juan López, inspector central de Educación, le replicó recordándole que “la Educación es un derecho fundamental desde el punto de vista de la Constitución, por lo que existe garantía reguladora”. Sin embargo, sí que apuntó “la contradicción que supone el exceso de regulación desde una ley que está pensada para atender a la diversidad, de forma que en una sociedad tan heterogénea apenas vemos diferencias en los proyectos educativos de los centros”.

La posición contraria vino de parte de Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Educación de la UCM, que no sólo aseguró que “la autonomía no sirve para nada”, sino que consideró que sus compañeros de mesa estaban “confundiendo planos”. “Hay que distinguir Educación de enseñanza, y sí que hay total libertad de enseñanza no obligatoria”, aclaró. A su juicio, “el Estado sólo interviene en la enseñanza que conduce a la obtención de títulos oficiales”.

Para José Luis Gaviria, catedrático de Métodos de Investigación en Educación de la UCM, “no puede haber innovación si no hay capital riesgo y si eliminamos el ánimo de lucro, eliminamos las posibilidades de innovación”. Gaviria entiende que “si la Educación deber ser gratuita, tiene que serlo para todos, independientemente del tipo de escuela que elige” y apostó por “la desgravación como el mejor mecanismo de financiación y reflejo natural del mercado”.

“TENEMOS UN SÍNDROME DEL 30%”

  • Con respecto al fracaso, Mariano Fernández Enguita señaló que “tenemos un síndrome del 30%, ya que las tasas son hoy las mismas de las que eran hace 30 años”. “Es como si fuera la cifra con la que nos sentimos cómodos”, manifestó.
  • En este sentido, Carabaña aseguró que “si queremos reducir el fracaso, lo único que tenemos que hacer es suspender menos y adoptar criterios como el País Vasco, que sólo tiene el 15% porque no hay ninguna norma que determine qué alumno debe pasar y quién no, ya que tanto la legislación como la Administración han sido incapaces de fijarla”.
  • Enguita también habló de la repetición y de nuestras tasas “que triplican las europeas”. En su opinión “son una exageración y las diferencias en las evaluaciones de diagnóstico entre alumnos que no repiten y sus compañeros que repiten son abismales”. José Luis Gaviria, sin embargo, apuntó que “la repetición no es una causa, sino un síntoma de que algo va mal”.
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