Desde una familia normal
Autor: padresycolegios.com
Acudo a ustedes a ver si nos pueden orientar. Leo sus consejos y en muchos casos nos están sirviendo, pues en algunas cosas parece que es una respuesta a nosotros. Les cuento: mi hija Adriana es buena estudiante, se ha ido a Madrid para estudiar Telecomunicaciones. Es la mayor de los tres hijos que tenemos. Para sus hermanos pequeños ha sido siempre como una segunda madre. Se quieren muchísimo y siempre han formado una piña. Estudiaban en el mismo colegio, al que siguen yendo sus hermanos pequeños, y en casa, yo creo, tenemos muy buena relación familiar. Dejo de contarle tantos detalles y les pido orientación. Nuestro problema es el siguiente: sus hermanos la echan mucho de menos y todos los días la tienen que llamar por teléfono, y el último puente, que ha venido a vernos, nos plantea no volver porque no sabe estar sin nosotros. Díganos algo a mi marido y a mí. Estamos bloqueados y no sabemos qué hacer.
ÁNGELA. ASTURIAS
Estimada Ángela: cuando en una familia se cumplen con normalidad y naturalidad sus funciones, la salida de un hijo de casa siempre crea desajustes lógicos pero necesarios. Los lazos familiares deben ser fuertes pero flexibles para desarrollar en nuestros hijos su autonomía. Esos lazos de amor paternos son tan necesarios que a todas las personas que gozan de ellos les cuesta desatarlos porque son causa de felicidad. La salida de casa de Adriana deja un hueco a sus hermanos y una aparente soledad en ellos, y no digamos en vosotros. A pesar de todo, como la razón debe imponerse a los sentimientos, Adriana seguro que ha vuelto a la universidad y sus hermanos se van acostumbrando a su compañía no presencial. Poco a poco se irá conformando esta realidad necesaria e iréis entrando en un nuevo estilo de relación que es una exigencia natural del desarrollo de los hijos.
Es lógico también que a unos padres como vosotros estas situaciones os generen nuevas inquietudes, pues nadie vive la salida de un hijo o la separación física de los hermanos hasta que se da, pero todo está dentro de la realidad más natural. La distancia física no tiene por qué dañar a ningún miembro de la familia. Hay que aprender una cosa más aunque no sea grata: amar en la distancia, seguir prestando las ayudas necesarias a distancia y así lograr que cada hijo desarrolle plenamente sus facultades dentro de la mayor armonía posible, que es lo que aprendió a vivir en su casa. Ánimo, desbloquearos y seguid ofreciendo la seguridad que habéis mantenido con vuestros hijos.