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Te toca fregar: Pequeños responsables, adultos con éxito

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Adjudicar tareas domésticas a los niños puede ayudarles a convertirse en adultos exitosos capaces de lidiar con problemas de forma más eficiente.

Por Ana Veiga

 

Fregar, barrer, poner la mesa… Son tareas comunes en todos los hogares que, al margen de nuestras querencias, son necesarias para la convivencia. Y esa idea de hacer algo obligatorio aunque nos cueste es algo que vamos comprendiendo a medida que crecemos, aunque sea mucho antes cuando empieza a ser importante para nosotros.

Los padres y madres saben que, en muchos casos, tratar de involucrar a nuestros hijos en el calendario de tareas domésticas suele ser complicado. Lo que quizá no saben es el impacto que pueden tener en su etapa adulta. Según el Harvard Grant Study, hay dos cosas que las personas necesitan para ser felices: amor y ética en el trabajo. Y esa ética del trabajo no empieza en la oficina, ni siquiera en el colegio, sino con las tareas de casa y desde la más tierna infancia.

El estudio se centró en analizar cómo – y desde cuándo – se construye el éxito profesional en la vida y curiosamente lo relacionó con las tareas domésticas en la infancia. La investigación creada Marty Rossmann -profesora emérita asociado de educación familiar en la Universidad de Minnesota- y Richard Weissbourd – psicólogo del Harvard Graduate School of Education– mantiene que, al involucrar a los niños en las tareas, los padres les enseñan a sus hijos un sentido de responsabilidad, competencia, autosuficiencia y autoestima que permanece con ellos a lo largo de sus vidas.

Al involucrar a los niños en las tareas, los padres les enseñan a sus hijos un sentido de responsabilidad, competencia, autosuficiencia y autoestima que permanece con ellos a lo largo de sus vidas.

Al parecer, “los niños que hacen tareas en casa se acostumbran a que hay trabajos que es necesario hacer, aunque no sean agradables, y que la responsabilidad de hacerlos a veces será suya”, explica Julie Lythcott- Haims, autora de Cómo criar a un adulto y el ex decana de primer año de la Universidad de Stanford, en su charla TED. Es decir, otorgarles tareas domésticas les ayuda a asumir responsabilidades. Además, los menores adquieren una visión más compleja de la vida y comprenden que el trabajo es parte de la vida y que esta no solo trata sobre mí y lo que necesito en cada momento.

Lo que está claro es que, si los padres comienzan a hacer que los niños tomen un papel activo en el hogar de pequeños, será más fácil será involucrarlos en la adolescencia. «Cuanto antes comience a encargarse de tareas, mejor», afirmaba contundente Julie Lythcott-Haims.

No obstante, advierten en el informe de que la forma en que se presentan las tareas también influye en las habilidades de los niños para convertirse en adultos bien adaptados. Es decir, no es cuestión de cantidad; no debemos saturar a los niños con demasiadas tareas ni imponérselas de malas formas, sino incluirlos en el reparto de forma proporcional a su edad y autonomía. Y sí, cómo les propongamos esos deberes determinará su aceptación de su cometido y su visión ante los retos.

Concuerda con esta idea la psicóloga y autora de Edúcame bien: 100 respuestas para madres y padres preocupados, Montse Domènech: “Los niños no tienen prejuicios sobre las tareas que pueden hacer y cualquier tarea, por desagradable que sea, se les puede plantear como una acción divertida y compartida. El hecho de capacitar para cualquier tipo de tarea, les da más fortaleza y facilita su adaptación a cualquier situación”, opina. Y anima a implicarlos en el reparto de tareas en casa “desde el momento en que saben jugar y manipular objetos porque ya demuestran tener una destreza suficiente para empezar a ayudar en casa”. Anima a empezar con cometidos relacionados con el propio niño, como recoger los juguetes o poner la ropa en la cesta de lavar. “El orden es la base para un buen aprendizaje porque estructura el espacio y la concentración”, expone Domènech.

La psicóloga no solo habla de la importancia de otorgarles responsabilidades en casa como parte de su aprendizaje sino como agente de cambio en la sociedad futura. “Los pequeños entienden que forman parte de una colectividad y que la responsabilidad es compartida, cada uno según sus posibilidades. A partir de estas tareas se inculca el valor de la solidaridad, generosidad y respeto hacia los miembros de la familia, que luego pueden generalizar a otros colectivos”.

 

Tareas domésticas

Las consideradas ‘tareas domésticas’ pierden el apellido en la pedagogía Waldorf y ganan estatus de asignatura. “Son enseñanzas importantes porque transmiten ideas como compartir, colaborar… son parte de su educación social. Son tareas que forman parte de la vida normal y por eso son asignaturas dentro del horario lectivo, igual que hay espacio para las actividades artísticas”, razona Antonio Malagón, presidente de la Asociación de Centros Educativos Waldorf en España y fundador de la primera escuela Waldorf en España.

La Educación social es una forma de intervención social que, a través de contenidos educativos, promueve el bienestar social y mejorar la calidad de las personas, en especial de los grupos marginados del sistema. Y propone hacerlo con prevención y con protección de los derechos, optimizando los procesos de socialización.

Aplicado a las tareas domésticas en la infancia, se traduce en enseñar a niños y niñas a ser autónomos para crear adultos independientes y así reducir la brecha de desigualdad de género en el hogar. Y dado que esta Educación empieza en la primera infancia -de 0 a 6 años- cuando los menores imitan a su familia y maestros, es desde ese momento inicial cuando la pedagogía Waldorf introduce las tareas domésticas. “Desde que entran en la escuela Waldorf, chicos y chicas barren, friegan, recogen los platos, recogen juguetes,… incluso tenemos un tiempo dedicado a cuidar la huerta para que entren en contacto con la naturaleza”, explica Malagón. En estas escuelas, tienen hasta una clase de confección donde aprenden a hacer ropa para ellos, sus familias o para las obras de teatro del colegio.

“Estas enseñanzas son necesarias para la formación del adulto futuro, son educación para la vida, para la autonomía, para la libertad. Tienen que saber hacer de todo porque no van a tener servidores que se lo hagan; no solo es importante memorizar datos”, confiesa y apuesta por una enseñanza que mezcle teoría y práctica. “Mezclamos las enseñanzas prácticas con el temario obligatorio; por ejemplo, cuando damos química, hablamos de la alimentación y de la química orgánica de nuestro cuerpo, conocemos el aparato digestivo, lo que se relaciona con aprender a comer y escoger alimentos, leer las etiquetas…”.

Además, enseñar a los niños cómo se hacen las tareas y lo que cuesta hacerlas también “es una educación moral para agradecer lo que hace tanta gente por nosotros a nuestro alrededor, es la consciencia global de quién cubre nuestras necesidades”.

Como ventaja añadida, Malagón habla del trabajo doméstico como creador de habilidades. “Trabajos manuales crean capacidades para el aprendizaje intelectivo: la memoria, concentración… Hoy en día se vive en la dispersión con todo lo que nos ha dado la tecnología y estas tareas ayudan a centrarse”.

El fundador de Waldorf en España cree que “las tareas domésticas ponen a los niños ante situaciones que deben afrontar y frente a problemas que deben aprender a solucionar, así que cuando en su vida afronten dificultades, van a tener la disposición para enfrentarse a ello y para buscar soluciones.

 

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El reparto de tareas en el mundo

Con motivo del Día Internacional de la Niña en 2016, Unicef publicó el informe ‘Aprovechando el Poder de los Datos para las Niñas: balance y perspectivas para el 2030′ en el que analizaban el reparto de tareas del hogar durante la infancia en el mundo.

En él, encontraron que las niñas de entre 5 y 14 años dedican un 40% más de tiempo a las tareas domésticas que los niños de su misma edad, lo que supone 160 millones de horas al día. Y cuando hablamos de tareas domésticas, esto incluye cocinar, limpiar, cuidar de familiares e incluso ir a buscar agua o leña, según el país en el que lo evaluemos.

Esta desproporción en el reparto de tareas empieza a los 5 años y crece con ellas, llegandoal50% más de dedicación al hogar que los niños entre los 10 y 14 años. ¿Dónde sucede? Los países en los que las niñas de entre 10 y 14 años soportan la carga más desproporcionada de tareas domésticas en comparación con los niños son: Burkina Faso, Yemen y Somalia. Pero no son los únicos.

«La sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado empieza en la primera infancia y se intensifica cuando las niñas llegan a la adolescencia», afirma la asesora de género de Unicef, Anju Malhotra, que insiste en que el resultado de esto es que “las niñas sacrifican oportunidades importantes de aprendizaje, crecimiento, y simplemente de disfrute de su infancia, perpetuando los estereotipos de género y la doble carga sobre las mujeres y las niñas de generación en generación”.

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