Claves para disfrutar las comidas en familia
Las cifras crecientes de obesidad infantil alertan sobre la necesidad de una mayor educación alimentaria desde la infancia. El ejemplo, la paciencia y pasar tiempo en familia son claves en este aprendizaje.
Por Diana Oliver
No es posible vivir sin alimentarnos –comer es un acto irrenunciable para lograr nuestra supervivencia– pero también se trata de un acto social, cultural y emocional. Nos reunimos alrededor de la mesa para celebrar, para relacionarnos o para disfrutar de nuestras tradiciones más antiguas. Sin embargo, la mayoría de nosotros no tenemos unos buenos hábitos alimentarios. Tampoco nuestros hijos. Lo dicen las encuestas de salud y los estudios que arrojan cifras preocupantes de obesidad. Según una investigación publicada en la revista «The Lancet», en 2016 había 124 millones de niños en el mundo entre 5 y 19 años con obesidad o sobrepeso. La Organización Mundial de la Salud advierte también que si se mantienen las tendencias actuales, en 2025 habrá 70 millones de niños menores de 5 años con este problema. La educación alimentaria desde la infancia, incluyendo a las familias, es clave para erradicar un problema de compleja solución.
La Organización Mundial de la Salud advierte que si se mantienen las tendencias actuales, en 2025 habrá 70 millones de niños menores de 5 años con obesidad.
En la mesa, mejor en familia
Un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Minnesota, publicado en la revista Pediatrics en 2014, concluía que comer en familia durante la adolescencia se asocia a una menor probabilidad de sobrepeso u obesidad en edad adulta. Para Griselda Herrero, dietista-nutricionista y fundadora del centro Norte Salud, y Cristina Andrades, psicóloga especializada en nutrición, ambas autoras del libro ‘Psiconutrición. Aprende a tener una relación saludable con la comida’ (Editorial Arcopress, 2019), es muy importante comer en familia, sobre todo desde la infancia, porque es cuando se aprenden y adoptan patrones de conducta. “Cuando comemos en familia estamos compartiendo un tiempo con nuestros hijos y padres, vivimos una experiencia gastronómica, mostramos una dedicación, se respira educación y cariño”, explican las expertas, e insisten en que los niños no sólo aprenden en la mesa cosas como la utilización de los cubiertos, a servirse o recoger sino que aprenden a relacionarse emocionalmente con otras personas en un ambiente en el que hay comida.
Además, Herrero y Andrades consideran que comer en familia ayuda a establecer unas raciones más adecuadas, a respetar la sensación de hambre y saciedad y a fomentar el vínculo con la familia, beneficios que son más difíciles de obtener cuando el niño o la niña acude a un comedor escolar. También apuntan que tener patrones ordenados favorece el orden mental, de manera que los niños que tienen una mayor organización en casa, tienden a ser más responsables y a hacer elecciones alimentarias más saludables. “Todo ello, siempre que el ambiente alrededor de la comida sea propicio, saludable y adecuado, claro, con alimentos saludables, sin castigos y sin peleas”, añaden.
El valor del ejemplo y los buenos hábitos
El ejemplo de los padres es importante en la educación de nuestros hijos, también cuando hablamos de hábitos alimentarios. Lo explicaba Julio Basulto en ‘Se me hace bola. Cuando no comen como queremos que coman’ (Random House Mondadori, 2013): cuando en un hogar los padres tienen unos hábitos saludables, es mucho más probable que haya alimentos sanos al alcance del menor. Esto se traduce en que cuantas más frutas y hortalizas, los niños consumen mayor cantidad de ellas. Y al revés: si en casa hay más alimentos insanos, la ingesta de los hijos será menos saludable.
En cuanto a hábitos como el uso de la tablet o el móvil los expertos en nutrición consideran que no son recomendables. ¿Afecta la tecnología a la relación con la comida en este sentido? Responden Griselda Herrero y Cristina Andrades que cuando comemos viendo la tablet, la televisión o el móvil, además de los efectos sobre la atención que pueden crear en los niños, estamos dando de lado la parte social. “Dejamos de conectar con los demás componentes de la mesa, se pierde la comunicación, no se comparte y, sobre todo, no prestamos atención a lo que estamos comiendo: ni a los sabores, ni a las texturas, ni a nuestras sensaciones de hambre y saciedad. Nos convertimos en autómatas y puede que no seamos ni conscientes de lo que hemos comido”, explican.
El tipo de alimentos que se asocian al momento de “ver la televisión” suelen ser también de peor calidad. Según Herrero, se asocia a alimentos superfluos, snacks, refrescos o comida rápida por lo que insiste en que para adquirir unos buenos hábitos alimentarios es fundamental comer en la mesa, lejos de estímulos que nos distraigan del objetivo principal que debe ser pasar un buen rato en familia.
5 recomendaciones básicas para disfrutar de las comidas en familia
Ocurre que muchas veces la hora de la comida se convierte en un caos y puede que nos preguntemos si se puede disfrutar de las comidas en familia cuando los niños son pequeños. Se puede y se debe. Griselda Herrero y Cristina Andrades nos dan cinco recomendaciones básicas que debemos tener en cuenta:
- Los adultos debemos crear un ambiente agradable con la premisa de que debe ser un momento de compartir, de hablar con nuestros hijos y de pasar un rato divertido.
- La comida debe pasar a ser un elemento secundario y no convertirse en el foco principal. En la mesa no se habla de comida sino de cómo hemos pasado el día, de planes para el fin de semana o de anécdotas divertidas.
- Es importante respetar el hambre y la saciedad de los demás. Los padres tendemos a decidir qué, cuánto, cómo y cuándo (incluso a qué velocidad) deben comer nuestros hijos. Sin embargo esto es un error. Dejemos que ellos decidan (siempre con opciones saludables), confiemos más en ellos y respetemos su decisión. Debemos pensar si nos gustaría que nuestra pareja o amigos nos dijeran cada vez que comemos juntos cuánto servirnos, qué comer o cuándo tenemos que terminar.
- Demos libertad de probar alimentos nuevos, y respetar que no les gusten. Si no ha gustado algo, volveremos a ofrecerlo en otra ocasión, incluso preparado de otra forma, pero no entremos en pánico. Todos necesitamos tiempo para aceptar nuevos sabores y texturas.
- A veces damos tanta importancia a la comida que se convierte en un campo de batalla y dejamos de lado lo más importante: el aspecto social que rodea al momento de comer. Si cuidamos esto, las comidas familiares serán mucho más divertidas y amenas.