Lecturas arriesgadas
Las revistas juveniles han encontrado un filón en el público adolescente. Aún son menores de edad, pero consumen ávidos todo lo que tenga que ver con cantantes y actores de moda. Sin embargo, los reportajes sobre sexo llenan sus páginas y transmiten a estos lectores inmaduros una imagen distorsionada, y a veces peligrosa, de la afectividad.
Autor: JOSÉ ANTONIO MÉNDEZ
“Los preliminares sexuales: ¡a jugar!”; “Cómo montártelo en la ducha”; “Sexo a toda prisa vs. sexo con calma”; “¡Cómo nos ponen los malotes!”; “Nuestra lectora tuvo una experiencia subidita de tono con alguien mayor que ella”… No, éstos no son los titulares de una revista erótica para adultos, ni tampoco los contenidos del último número de Cosmopolitan. Son los reclamos con que las principales revistas para adolescentes de nuestro país intentan atraer (y mantener) a sus jóvenes lectores de hormonas revolucionadas.
Cada semana, media docena de revistas para adolescentes exhiben en los quioscos españoles las fórmulas mágicas para tener una vida sexual activa, desmenuzan las relaciones sexuales de sus púberes lectoras (su público objetivo es mayoritariamente femenino) y ponen negro sobre blanco un sinfín de experiencias dignas de una Matahari cualquiera. Y eso, a pesar de que la media de edad de sus lectores está entre los 11 y los 16 años.
INFORMACIÓN DEFORMADA
Tasio Pérez, psicólogo experto en educación afectivo-sexual y en relaciones de pareja (lleva más de 12 años impartiendo talleres formativos sobre relaciones afectivo-sexuales para padres, alumnos y educadores), llama la atención sobre el peligro que comporta que estos contenidos estén dirigidos a un público aún inmaduro: “Es obvio que el sexo vende, y no sólo a adolescentes. El adolescente va a buscar información sobre sexo, y necesita que se le informe y que se le forme. Éste sigue siendo un tabú para muchas familias, en las que apenas se habla de sexualidad con normalidad, y las revistas vienen a cubrir el hueco que tantos padres y educadores dejan sin cubrir”.
Sin embargo, estas lecturas ni forman, ni informan, sino que más bien deforman: “El problema viene con el tratamiento que estas publicaciones dan a la sexualidad, y proporcionan una visión del sexo cosificadora, machista y desvinculada de los grandes valores como el amor, la responsabilidad, la ternura, el respeto o la vida”.
Aunque no pocas veces los jóvenes adquieren estas revistas buscando la fotografía del actor de moda, llamativas pegatinas para decorar su carpeta o las últimas noticias sobre su cantante favorito, entre las páginas que llegan a sus manos se cuelan contenidos que, sin caer en un puritanismo victoriano, entrañan verdaderos riesgos para su formación. “El mayor peligro consiste en crear una visión deformada de la sexualidad, desvinculada del afecto, la responsabilidad, o la vida. Lo que, por otro lado, inducirá al adolescente a tener un inicio precoz en determinadas prácticas sexuales, donde lo más importante será el placer y la acumulación de experiencias. Esto, al estar desvinculado de valores como el amor, la autenticidad, o la preocupación por el otro, se convierten en potencialmente peligrosos. Si ni la familia ni el centro educativo han formado en este campo de formación, lo que estas revistas digan puede marcar de forma profunda la visión del adolescente y lanzarle a tener experiencias para las que no está preparado y en las que puede sufrir mucho”, asegura Tasio Pérez.
“Al final, el adolescente hace lo que en la sociedad le dicen que tiene que hacer. A lo largo de los años en los que he formado a adolescentes en amor y sexualidad, he comprobado cómo en el interior de cada chico hay un anhelo de plenitud que esta sexualidad no puede darle. Y en la mayoría de los casos, nadie les había hablado de que existe otra forma de amar y de entregarse. Ahí es donde padres y colegios juegan un papel fundamental: ¡hay que educar en el amor y la sexualidad!”, añade. Esto, claro, exige a los padres una importante labor formativa. Como recuerda Tasio Pérez, “el bombardeo que nuestros hijos sufren en el área de la sexualidad es brutal. Para poder educar en un ámbito tan esencial para la felicidad de nuestros hijos como es el amor y la sexualidad, hace falta que los padres sepamos qué decir, cómo decirlo, cuándo decirlo y cómo vivirlo con coherencia”.
CÓMO ACTUAR CUANDO NUESTROS HIJOS LEEN ESTAS REVISTAS |
La pregunta del millón es qué hacer si se descubre una de estas revistas bajo el colchón de nuestros hijos. “Lo mejor –afirma el psicólogo Tasio Pérez– es sentarte a leerla con ellos, preguntarles, escucharles y entender bien lo que piensan y sienten. La mayoría de las veces, esto es suficiente para que el adolescente o preadolescente reflexione y se plantee si lo que lee es adecuado o no. En principio, no conviene sermonear ni dar una charla definitiva, sino crear un clima de confianza. Si nuestros hijos se sienten escuchados, se sentirán confiados, y ése es el clima para que los padres intentemos, poco a poco y sin urgencias, transmitir a los hijos nuestra visión del amor y la sexualidad”. Lo ideal, en todo caso, es prevenir esta situación. Como señala el experto, “no hay que esperar a la adolescencia para hablar de estos temas, porque entonces será demasiado tarde. No hay que hacer de la sexualidad algo prohibido ni algo morboso y sucio. Transmitir una visión positiva, seria y equilibrada de la sexualidad, pasa por hablar de ella con naturalidad, y vincularla a la ternura, la responsabilidad, el afecto, la vida, el placer, o la confianza. Esto se hace a través de lo que hablamos cuando, por ejemplo, sale alguien desnudo en la televisión o vemos a una embarazada. Pero, sobre todo, y lo más importante, a través de nuestra propia vivencia del amor y la sexualidad. Si somos cariñosos, cercanos, respetuosos, sinceros, comunicativos, confiados y responsables, nos será fácil transmitir esos valores”. Y concluye: “¡La coherencia es esencial!” |